La función reguladora debe separarse de la función ejecutora
en la administración pública. Ha sido un error unificar bajo el mismo mando
empresas y entes estatales ejecutores de las políticas públicas y, los
Ministerios responsables de la formulación y seguimiento de las mismas. Con la
designación de funcionarios distintos para ejercer la cartera de Energía y
Petróleo y la presidencia de PDVSA, separando la dirección del ente regulador
del ejecutor, se dio un paso en la dirección correcta. Pero
contradictoriamente, la fusión del Ministerio del Poder Popular para el
Ambiente y el Ministerio del Poder Popular de Vivienda y Hábitat es un salto
atrás.
La supresión del Ministerio del Ambiente contradice el discurso político ecosocialista, porque debilita la función reguladora y contralora del Estado en materia ambiental, al subordinarla al desarrollo urbanístico y habitacional objeto de su regulación. Así, el Ministerio del Poder Popular para la Vivienda y el Hábitat (MPPVHA) ahora actuará como juez y parte, creándose un vicio que compromete el equilibrio en decisiones de alto impacto social, regularmente sometidas a la presión de la coyuntura y de los intereses inmediatos que giran en torno a las contrataciones públicas y a las actividades económicas, propias del proceso de acumulación capitalista determinado por la maximización de la ganancia, a través de la sobreexplotación del trabajo y la naturaleza. Una de las debilidades de la revolución ha sido la falta de seguimiento de la gestión y las políticas públicas, con lo cual se han facilitado las ineficiencias y la corrupción.
La batalla contra el burocratismo podría perderse si se
liquidan espacios institucionales como el Minambiente, que programática e
históricamente han servido de interlocución del movimiento popular y contrapeso
al desarrollismo depredador. Siendo la materia ambiental transversal,
transdisciplinaria e intergeneracional, debe administrarla un órgano del Estado
especializado, con capacidad de liderar la aplicación de la robusta legislación
ambiental y el ordenamiento territorial que enmarca el proyecto ecosocialista
contenido en el Programa de la Patria. Con su eliminación, el gobierno se metió
un autogol que solo beneficia a los enemigos de la revolución. Es necesaria una
rectificación.
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