Yanis Varoufakis ✆ Stefanos Papadatos |
José Blanco | El retruécano que produjeron con su juego de palabras, resultado del intercambio entre el ministro de Finanzas alemán, el democristiano Wolfgang Schäuble, y su homólogo griego, el economista de izquierda Yanis Varoufakis, fue traducido de distintos modos por los medios de diversos países. Si no hay desacuerdo es que hay acuerdo, y en eso no estuvieron de acuerdo los ministros. La altanería de Schäuble no alteró a Varoufakis entrenado por años en la esgrima académica entre economistas, especialmente en sus años en la Universidad de Essex, sobre todo cuando pertenecen a corrientes distintas y más aún cuando uno de los polos, el neoliberalismo, no oye ni ve ni entiende.
Varoufakis sabía que se toparía con un muro arrogante que lo
vería como un insecto. Pero hasta ahora Tsipras y su ministro de finanzas,
Varoufakis, están recorriendo a los ejecutivos de la eurozona para ver hasta
dónde están dispuestos los austeristas
a hacerse el haraquiri, rechazando el programa de Tsipras y prolongando la
miseria de los más en Grecia. Un rechazo será una declaración de guerra
económica, de intensidad diversa entre los miembros de la eurozona.
Esa guerra puede estar acompañada a partir de cierto momento
por la rebelión de las masas (no de la que hablaba Ortega y Gasset, pues
nuestro momento es muy otro), sino una que hoy no puede ser, aunque con
distintos alcances y medios, principalmente antisistémica. Tsipras cuenta con
un guerrero en el Ministerio de Finanzas; veremos hasta dónde llega Varoufakis
y hasta dónde lo sostendrá Tsipras. Pero en este gran desencuentro Grecia tiene
ya muy poco que perder y el resto de la eurozona tiene muchísimo, especialmente
Alemania.
Joaquín Estefanía –licenciado en economía y en periodismo
por la Universidad Complutense, y director de El País de 1988 a 1996–, que a veces parece usar una espada para
escribir, se ha referido de este modo de Varoufakis: Participante habitual en
todo tipo de debates sobre la Gran Recesión, sus análisis nunca dejan
indiferente. Recoge esta cita del ministro griego: ¿Qué debería hacer Grecia
para rescatarse a sí misma de su gran depresión?, ¿cómo deberían reaccionar
España o Italia a las exigencias que la lógica nos dice que harán que las cosas
empeoren? La respuesta es que no hay nada que nuestros orgullosos países puedan
hacer más que decir no a las necias políticas cuyo real objetivo es profundizar
la depresión.
Esas palabras, escribe Estefanía, pertenecen a “su libro más
conocido, El Minotauro global (Capital
Swing), que amplía un artículo publicado en la publicación norteamericana Monthly Review (fundada por el gran Paul
Sweezy), lo que caracteriza su lugar ideológico”. Con la Primera Guerra Mundial
y la revolución bolchevique, el debate teórico entre los marxistas desapareció.
En 1914 Rudolf Hilferding escribió El
capital financiero, en el que teoriza sobre la fusión del capital
industrial, el capital bancario y el Estado en Alemania. En 1917 Nikolai Bujarin
escribe El imperialismo y la economía
mundial y Rosa Luxemburgo La
acumulación de capital (1913); de altos vuelos teóricos no hay más, hasta
que en 1942 Paul Sweezy revive a Marx y al debate marxista, con su Teoría del desarrollo capitalista,
debate que alcanza un auge en los años 60. El marxismo fue echado de los
círculos intelectuales y académicos con la crisis mundial de los años 70 y la
victoria política del pensamiento único, pero desde hace unos 15/20 años los
rescoldos marxistas que quedaron comenzaron a reanimarse cada vez más
intensamente. En ese espacio se ha movido también el griego Varoufakis.
En 2013 Varoufakis junto a otros dos conocidos economistas
contrarios al pensamiento único, Stuart Holland, ex diputado laborista
británico y asesor de Jacques Delors, y James Galbraith, profesor de la
Universidad de Texas, formularon Una
modesta proposición para resolver la crisis de la eurozona, en la que
plantean la urgencia de un new deal
europeo contra la cuádruple crisis existente: bancaria, de endeudamiento, de
falta de inversión y, sobre todo, social, motivadas todas ellas por fracasos
políticos.
Estefanía informa de una entrevista de Varoufakis con la
cadena austriaca ORF, dirigida al público de habla alemana, donde habla de la
fábula de la cigarra y la hormiga: un intento de explicarse frente a públicos
extensos. La hormiga trabaja y ahorra; la cigarra se dedica a cantar y
holgazanear. “En Europa predomina la
extrañísima idea de que todas las cigarras viven en el Sur y todas las hormigas
en el Norte… Cuando la burbuja estalló, las cigarras del Norte y el Sur
–digamos los banqueros–, decidieron que la culpa la tenían las hormigas del
Norte y del Sur… La mejor forma de encarar esto era enfrentar a las hormigas
del Norte con las hormigas del Sur, contándoles que en el Sur sólo existían
cigarras. Así, la UE comenzó a fragmentarse…”
Por lo pronto, para continuar el debate 300 economistas y
expertos universitarios de todo el mundo han firmado un manifiesto de
solidaridad con Grecia en el que instan a gobiernos europeos e instituciones
internacionales a emprender negociaciones de buena fe. Indican que el gobierno
griego tiene razón porque las políticas aplicadas hasta ahora son un completo
fiasco y no han aportado ni recuperación económica, ni estabilidad financiera,
ni empleos, ni siquiera inversiones extranjeras directas. El Ejecutivo heleno,
subrayan, está en lo correcto al exigir la quita de su deuda que es
insostenible y no será nunca rembolsada pase lo que pase.
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