El desarrollo sustentable es un
concepto híbrido que ha sido definido como aquel desarrollo económico
dirigido al fomento de las capacidades humanas y sociales, fundado en el respeto
por el medio ambiente. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD,
2008) señala que “el propósito del desarrollo [sustentable] consiste en crear
una atmósfera en que todos puedan aumentar su capacidad y las oportunidades
puedan ampliarse para las generaciones presentes y futuras”.
Decimos que es un concepto híbrido porque, por una
parte, el término desarrollo proviene de la economía neoclásica y se
relaciona con la idea eurocéntrica de progreso, de modernización, ligada a la
industrialización y urbanización, al predominio de la técnica y de la expansión
tecnológica, en síntesis, a la aceptación plena de que el capitalismo es la
única vía civilizatoria para todas las sociedadesatrasadas. Esta idea fue
impuesta al resto del mundo a través de la racionalidad instrumental de la
modernidad, por la vía de la colonización del pensamiento, de la cultura, de la
economía (a través de la producción y del comercio), o simplemente por la vía
de las armas, la violencia y el sometimiento. Por otra parte, el
concepto sustentabilidad, según Moacir Gadotti (2002:52), indica que “el
desarrollo podía ser un proceso integral que incluyera dimensiones culturales,
éticas, políticas, sociales y ambientales, y no sólo económicas”. Por tanto,
dos lógicas no sólo distintas sino contradictorias –la primera excluyente y la
segunda incluyente-, se combinan en el concepto desarrollo sustentable.
Fue en el Informe Brundtland (1987) donde se formalizó y se comenzó a generalizar el uso del término desarrollo sostenible odesarrollo sostenido (traducción equívoca del inglés sustainable development –desarrollo sustentable- que no obstante se mantuvo, pues en los últimos años, también erróneamente pero no por casualidad, los términos sostenible y sustentable se han utilizado como sinónimos). En dicho Informe, denominado Nuestro Futuro Común, el concepto de desarrollo sostenible es definido como aquel que “satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones” (ONU, 1987), lo que significa que se deben satisfacer las necesidades presentes sin poner en riesgo la posibilidad de que las futuras generaciones satisfagan sus propias necesidades, de ahí su carácter normativo.
Fue en el Informe Brundtland (1987) donde se formalizó y se comenzó a generalizar el uso del término desarrollo sostenible odesarrollo sostenido (traducción equívoca del inglés sustainable development –desarrollo sustentable- que no obstante se mantuvo, pues en los últimos años, también erróneamente pero no por casualidad, los términos sostenible y sustentable se han utilizado como sinónimos). En dicho Informe, denominado Nuestro Futuro Común, el concepto de desarrollo sostenible es definido como aquel que “satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones” (ONU, 1987), lo que significa que se deben satisfacer las necesidades presentes sin poner en riesgo la posibilidad de que las futuras generaciones satisfagan sus propias necesidades, de ahí su carácter normativo.
El PNUD plantea que el desarrollo sustentable debe
realizar transformaciones en la sociedad que armonicen una adecuada política de
medio ambiente con la satisfacción de las necesidades de todos –con políticas
redistributivas y con equidad social-, y subraya la necesidad de revisar la
vinculación de los modelos vigentes de desarrollo con el medio ambiente. Por lo
tanto, desde el PNUD al parecer se trata de superar el economicismo y adoptar
los enfoques sistémicos, asumiendo el desafío de la equidad y la democracia
como prerrequisitos para la sustentabilidad (Rueda y Sepúlveda, s/f).
Desde esta perspectiva, la protección y la preservación del
medio ambiente son fundamentales. Las personas más vulnerables del planeta
dependen en gran medida de la tierra para ganarse la vida, lo que significa que
el aire fresco, el agua limpia, los ecosistemas sanos y una energía económica
accesible y limpia son los componentes esenciales necesarios para crear una
vida mejor. Cuando el medio ambiente se degrada como resultado de la
sobreexplotación de los recursos naturales, de la generación de vertidos
contaminantes que afectan la calidad del aire, el agua y la tierra, de un
saneamiento defectuoso, o del propio cambio climático, generado por la acción
humana, por ejemplo, son las comunidades más vulnerables las que sufren primero
y las que sufren en mayor medida (PNUD, 2008).
Según Gadotti (Idem), existen otras expresiones que parten
de una base conceptual similar, como la de desarrollo
humano odesarrollo humano sustentable, ambas tienen la ventaja de situar
al ser humano en el centro del desarrollo. Los ejes centrales de estos
conceptos son la equidad y la participación, pues conciben a la
sociedad desarrollada como una sociedad equitativa que solo es posible por la
participación de todas las personas. El desarrollo humano ha sido
usado por Naciones Unidas como expresión o “indicador de calidad de vida
fundado en índices de salud, longevidad, madurez psicológica, educación,
ambiente limpio, espíritu comunitario y ocio creativo, que son también rasgos
de una sociedad sustentable”.
En el discurso que se ha elaborado sobre el desarrollo
humano sustentable, éste es presentado como una alternativa frente a los
modelos económicos y sociales basados en el control, sobreexplotación y
degradación de la naturaleza. Se presenta también como una salida a la crisis
ambiental, la cual es síntoma de los límites de la racionalidad economicista,
productivista y cosificadora (Leff:s/f), que ha tenido en el capitalismo una de
sus máximas expresiones. En síntesis, se presenta como una posibilidad inédita
para construir nuevas formas de apropiación de la naturaleza, basadas en la
sustentabilidad ecológica, la diversidad cultural, la transdisciplinariedad, la
equidad y participación sociales, que sean democráticas, y sostenibles y
duraderas en el tiempo. Pero, ¿cómo hacer compatibles la solidaridad humana, la
eficiencia económica, la sustentabilidad ambiental, la democracia política y la
justicia social que exige eldesarrollo humano sustentable con los
principios de lucro y más lucro, de competitividad, de consumismo y exclusión
social, de valorización por encima de todo, de uso intensivo y depredador de
los recursos, que rigen el funcionamiento del capitalismo?
La perspectiva del desarrollo humano
sustentable tácitamente se abre a la posibilidad de compatibilizar esas
lógicas contrapuestas, y esta es la contradicción o limitación más importante e
insalvable del concepto y, por tanto, la crítica más fuerte que puede y debe
hacerse de este concepto.
El presente trabajo busca debatir con esta perspectiva, a partir del análisis crítico de las posibilidades que ofrece la propuesta deldesarrollo humano sustentable para convertirse en una alternativa real frente a los modelos tradicionales de desarrollo que responden a la racionalidad rentista y mercantilizante del capitalismo, basada en la depredación del medio ambiente, incluidas las personas, pues la naturaleza no es algo externo ni separado de la sociedad.
El presente trabajo busca debatir con esta perspectiva, a partir del análisis crítico de las posibilidades que ofrece la propuesta deldesarrollo humano sustentable para convertirse en una alternativa real frente a los modelos tradicionales de desarrollo que responden a la racionalidad rentista y mercantilizante del capitalismo, basada en la depredación del medio ambiente, incluidas las personas, pues la naturaleza no es algo externo ni separado de la sociedad.
La idea central que orienta esta reflexión –realizada a
partir de los planteamientos de un conjunto de autores-, es que no es posible
alcanzar el desarrollo humano sustentable en el capitalismo, pues sus
lógicas y objetivos son completamente contrapuestos. Sin embargo, esto no
significa que no existan expresiones importantes de otras formas de sentir,
saber, hacer y ser, de otras racionalidades o, más general aún, de saberes no
cientificistas ni productivistas ni mercantilistas, ni instrumentales; otras
maneras no capitalistas de apropiarse de la naturaleza, que buscan ser más
autónomas y autogestivas, y que suponen un mayor respeto hacia ella porque
parten de un principio de autoconservación, en esencia diferente del que
plantea el conservacionismo.
En esta línea de pensamiento y acción encontramos la
urgencia de autores como Leff (2006:13), de distinguir entre ambiente y
ecología: “El ambiente no es la ecología,
sino la complejidad del mundo; es un saber sobre las formas de apropiación del
mundo y de la naturaleza a través de las relaciones de poder que se han
inscrito en las formas dominantes de conocimiento”. Y esto es importante
porque la cuestión ambiental surge claramente como resultado de la crisis
civilizatoria del capitalismo, desde finales de los años sesenta del siglo
pasado.
Y sigue la
discusión conceptual
Como señalamos en el apartado anterior, el
concepto desarrollo sostenible o desarrollo humano sustentable,
como todos los conceptos, está atravesado por fuertes cargas ideológicas y, por
tanto, presenta diversas posibilidades de interpretación. En una primera y más
general acepción, las dinámicas que relaciona el concepto son, por un lado, la
necesidad de detener el despilfarro de los países del Norte, por otro, acabar
con la pobreza de los países del Sur y, así, parar de golpe la destrucción de
la biosfera, generando al mismo tiempo las condiciones para alcanzar una vida
humana plena. Sin embargo, la contradicción intrínseca contenida en
eldesarrollo sustentable presente en los primeros informes del Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y que se mantiene a lo largo del
tiempo, es que para conseguirlo es necesario continuar impulsando el
crecimiento económico tanto en el Norte como en el Sur.
Desde esta perspectiva, el desarrollo
sostenible es entendido como una especie de “conjuro mágico con el que
gobernantes, tecnócratas e industriales esperan poder continuar [con] su
productivismo capitalista de siempre tras haber efectuado las correcciones
ecológicas del sistema industrial que ellos ya han visto que son
imprescindibles, y que esperan poder minimizar” (Riechmann, 1995:2), incluso
muchos académicos piensan también que privatizando y valorizando los elementos
de la naturaleza es la mejor forma de internalizar en términos de costos las
externalidades o impactos negativos que genera sobre el propio medio ambiente
su utilización. Es por ello que el término ha sido objeto de muy duras críticas
y cuestionamientos, a pesar de aparecer como política, ética y hasta moralmente
correcto (Gadotti, 2002), y no obstante seguir siendo reivindicado por los
organismos internacionales encargados de la materia, además por académicos,
organismos no gubernamentales y, por supuesto, por los políticos de todos los
colores.
Desde la perspectiva de la corriente hegemónica de la
economía, la teoría económica, autores como Álvarez y Alonso (2006) entienden
que los diferenciales de desarrollo entre regiones y países tienen que ver con
ciertas ventajas comparativas innegables que poseen unos (como sucede con los
países de la Unión Europea –UE) y que a otros esas “ventajas” simplemente les
son negadas. Estos autores señalan que incluso en las sociedades más avanzadas
el funcionamiento de la economía supone ciertas fallas y desequilibrios, pero
que todo proceso de crecimiento y desarrollo genera sus mecanismos correctores;
sin embargo, los propios individuos o colectivos se sitúan al margen de la
sociedad y se privan de tales mecanismos económicos correctores, generándose
entonces situaciones de exclusión social (Ibid. 2).[2]
Álvarez y Alonso también señalan que el concepto de
desarrollo es, sin duda, más amplio y suele incluir algunos indicadores de la
calidad de vida de los ciudadanos: como educación, sanidad, etc. Para ellos,
“el desarrollo se basa en el empleo del capital humano, en la explotación
sostenible de los recursos endógenos y en el respeto al medio ambiente, y
apuntan que, en todo caso, es necesario destacar:
– Las incidencias que el desarrollo tiene en el medio.– Las incidencias que las políticas económicas y sociales tienen sobre el desarrollo en la búsqueda de una maximización de ese desarrollo.– La integración de esas variables en todos los modelos con la finalidad de generar más empleo en las actividades vinculadas con el desarrollo (objetivo básico de creación de empleo).– La igualdad entre colectivos, evitando la exclusión. Una mayor preocupación por la distribución de la renta y de la riqueza generada. La línea transversal que afecta a cualquier medida adoptada” (Ibíd. 3).
En otro trabajo, Teresa Rueda y Jessica Sepúlveda (s/f)
distinguen tres corrientes principales en el manejo y significación del
concepto desarrollo sustentable. La
primera: Privilegia el crecimiento económico que debería apoyarse en políticas
que busquen asegurarse la base de su propia sustentabilidad ambiental. Para
esta corriente el desarrollo sustentable no contradice a la política
neoliberal, ni al capitalismo, sino que, aceptando la continuidad del mercado,
solo propone medidas que regulen los efectos negativos que se producen en el
medio ambiente. La segunda: Sostiene que el desarrollo
sustentable debe realizar transformaciones en la sociedad que armonicen
una adecuada política de medio ambiente con la satisfacción de las necesidades de
todos –con políticas redistributivas y con equidad social-, y subraya la
necesidad de revisar la vinculación del desarrollo (los modelos vigentes) y el
medio ambiente. Es necesario superar el economicismo y adoptar los enfoques
sistémicos, asumiendo el desafío de la equidad y la democracia como
prerrequisitos para la sustentabilidad. La tercera: Es el planteamiento
más radical del ecodesarrollo alternativo, que busca transformaciones sociales
más profundas asumiendo una nueva ética ecológica, en la que el cuidado de la
naturaleza debe asumir el desafío del respeto a los ecosistemas y a la
biodiversidad, incluyendo también a la etnodiversidad humana. Los modelos
culturales deben ser transformados, así como el uso de tecnologías más acordes
con los ecosistemas; se debe contribuir a la formación de nuevos modelos de
consumo y a la búsqueda de nuevas fuentes de energía. Se han de transformar las
relaciones sociales para distribuir el poder y los frutos del desarrollo.
Desde nuestra perspectiva, la tercera corriente cuestiona
tácitamente la posibilidad de lograr el pleno respeto y equilibrio ambiental en
el marco de las actuales relaciones capitalistas, por lo que las formas de
impulsarlo dependerían de las transformaciones a nivel no solo económico y
cultural, sino también en el plano jurídico y político.
En la misma línea argumentativa, Jorge Riechmann (1995)
sostiene que las características fundamentales del ecodesarrollo son las
siguientes:
a) En cada ecorregión el esfuerzo se dirige al aprovechamiento de sus recursos específicos para satisfacer las necesidades básicas de la población en materia de alimentación, alojamiento, salud y educación.b) Siendo el ser humano el recurso más precioso, el ecodesarrollo debe contribuir ante todo a su realización (empleo, seguridad, calidad de las relaciones humanas, respeto a la diversidad de culturas).c) La identificación, la valoración y la gestión de los recursos naturales se realizan desde una perspectiva de solidaridad con las generaciones futuras.d) Los impactos negativos de las actividades humanas sobre el medio ambiente se reducen mediante procedimientos y formas de organización de la producción que permite aprovechar todos los elementos complementarios y utilizar los desechos con fines productivos.e) En las regiones tropicales y subtropicales particularmente, pero también en cualquier otra parte, el ecodesarrollo se realiza sobre la capacidad natural de la región para la fotosíntesis de todas sus formas, y favoreciendo la minimización del consumo de energía proveniente de fuentes comerciales.f) El ecodesarrollo implica un estilo tecnológico particular. Las ecotécnicas existen y se pueden poner en marcha para la producción de alimentos, de vivienda, de energía, en una industrialización "blanda" basada en los recursos renovables.g) El cuadro institucional para el desarrollo no se podría definir de una vez por todas sin tener en cuenta la especificidad de cada caso (superación de las particularidades sectoriales y participación activa y directa de las poblaciones afectadas).h) Un complemento necesario de las estructuras participativas de planificación y gestión se basa en preparar una educación ambiental y en tener siempre presentes los aspectos ecológicos del desarrollo.
No obstante la aparente radicalidad de los planteamientos
anteriores, existen elementos que tienen que ser expresamente mencionados y
ampliamente debatidos, y que se desprenden de la necesidad de revisar a
profundidad el lugar que ocuparán los saberes tradicionales, junto con las
formas comunales de propiedad y de relación con la naturaleza de los grupos
originarios, así como la manera en que se pretende construir un
verdadero diálogo de saberes entre las diferentes cosmovisiones
involucradas. De otra forma, el discurso del ecodesarrollo hace aparecer como
posibles todas las acciones que contempla dentro de la propia estructura de
relaciones capitalistas, y en realidad esto es inviable pues son incompatibles
en la medida en la que su funcionamiento y reproducción se basa en la
sobreexplotación y depredación de todo tipo de recursos.
La construcción de un futuro sustentable tendrá que darse a
partir del despliegue de las potencialidades sociales, de la creatividad
cultural y del diálogo de saberes (Leff, 2006:131), cercenados,
disminuidos o contenidos por el fetichismo capitalista.
En la perspectiva de Rueda y Sepúlveda (s/f: 24), lo que ha
sucedido con el concepto desarrollo sustentable es que ha transitado
por diferentes momentos y, de ser un concepto equívoco, polisémico e incluso
hasta vacío, se ha transformado en un discurso hegemónico que ha perdido las
posibilidades de su contenido transformador a fuerza de ser utilizado masiva y
rutinariamente. Sin embargo, hay tres características importantes que están
implicadas en este concepto:
a) La importancia de la necesidad de un cambio en el sistema de creencias; cambio en el que la educación ambiental jugará un papel muy importante.b) La idea de desarrollo económico que domina está vinculada al sistema de creencias de la ideología del Progreso Ilimitado, que debe ser cuestionada y transformada.c) El criterio de sustentabilidad cuestiona el concepto de necesidad, ya que la definición de las necesidades tiene que hacerse en relación con las posibilidades reales del medio ambiente de satisfacerlas pero de una manera sustentable.
Finalmente, estas autoras subrayan las cinco dimensiones del
concepto de desarrollo humano sustentable:
– Sustentabilidad ecoambiental.– Sustentabilidad cultural.– Sustentabilidad política.– Sustentabilidad económica.– Sustentabilidad social (Ibid., 27).
Otra perspectiva igualmente interesante, aunque por completo
ligada a las visiones institucionales del PNUD, está contenida en La
Estrategia Mundial para la Conservación de la Naturaleza, publicada en 1980 por
la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y sus Recursos
Naturales, que propuso los siguientes siete principios del desarrollo
sostenible: (a) respetar y cuidar la comunidad de la vida, (b) minimizar las
tasas de agotamiento de los recursos no renovables, (c) mantenerse dentro de la
capacidad de sustentación de la Tierra, (d) cambiar las prácticas y las
actitudes personales, (e) permitir que las comunidades locales se encarguen de
su propio medio ambiente, (f) proporcionar un marco nacional para la integración
del desarrollo y la conservación, y (g) forjar una alianza mundial (Riechmann,
1995).
Si nos centramos en la potencialidad del concepto, a partir
de las características anteriormente expuestas, llevar hasta sus últimas
consecuencias al desarrollo sustentable pondría en
cuestionamiento no sólo las posibilidades de un crecimiento económico
ilimitado, depredador de la naturaleza, sino al sistema capitalista mismo.
Pero, ¿por
qué no es posible compatibilizar las perspectivas?
El capitalismo es un sistema intrínsecamente expansionista
(en la producción, el comercio y el consumo, la explotación de los recursos
naturales y del trabajo, en el uso de nuevas tecnologías, en el despojo de
tierras, territorios, saberes y recursos de toda índole, etcétera). La necesidad
permanente de crecimiento y expansión es una de sus características centrales,
pues es la única manera de ampliar el ciclo de acumulación para valorizar el
capital y realizar niveles cada vez mayores de ganancia que, al reinvertirse,
asegurarán un crecimiento sostenido de la rentabilidad, lo que supone ciertas
garantías para sobrevivir frente a la feroz competitividad que se da entre los
capitales.
Esta necesidad del sistema económico por crecer y expandirse
en forma permanente, y que pareciera imparable, ha venido generando y
profundizando cada vez más los problemas de contaminación, erosión,
desertización, calentamiento, sobre-explotación, despojo, depredación y
extinción de recursos naturales y humanos que, sin embargo y paradójicamente,
al admitir soluciones técnicas el sistema puede resolver —al menos
parcialmente— sin ser cuestionado en su base. No obstante lo anterior, lo que
no puede resolver es la desocupación, la pobreza y desigualdad, la exclusión,
la explotación, el desprecio, la subordinación, sin cuestionar esa base, pues
no se trata sólo de “consecuencias indeseables”, sino que son condiciones
indispensables para el propio establecimiento y reproducción de las relaciones
capitalistas.
De ahí que la solución no pasa por corregir, mejorar,
agrandar o achicar el mercado, sino por transitar hacia otras formas de
organización social del trabajo, de la producción y del consumo, hacia
otras maneras de relacionarnos con la naturaleza y de entender nuestra propia
vida a partir de otros sentidos que, basados en la propiedad social de los
medios de producción naturales y artificiales, los utilice en forma responsable
para la satisfacción de las necesidades de la sociedad en su conjunto, y no de
una minoría (Pierri, 2001).
Existe la creencia acrítica de que siempre hay una solución
técnica para todo. Con eso ignoramos que el sistema técnico inventado por
cualquier sociedad lleva dentro de sí mismo a la sociedad que lo generó, con
sus contradicciones que se traducen de una manera particular en ese campo
específico.
La creencia ingenua del papel redentor de la técnica es un
invento muy reciente en la historia de la humanidad —de la Revolución
Industrial hasta nuestros días— y forma parte del ideario de la Ilustración.
Esos últimos doscientos años culminan hoy con la necesidad de repensar la
relación de la humanidad con el planeta (Porto, 2006).
La idea de desarrollo sintetiza mejor que
cualquier otra el proyecto civilizatorio que, tanto por la vía liberal y
capitalista como por la vía socialdemócrata y socialista, trató de
universalizar la Europa Occidental. Desarrollo es el nombre que
resume la idea de dominio de la naturaleza. Después de todo, ser
desarrollado y ser urbano es ser industrializado, es decir, es ser todo aquello
que nos aparta de la naturaleza y que nos coloca frente a las construcciones
humanas como las ciudades y la industria. Así, la crítica a la idea de
desarrollo exigía que se imaginasen otras perspectivas distintas a las
liberales y socialistas o, por lo menos, que se liberaran del desarrollismo que
las invadían. Por hacer una crítica a esa idea clave de desarrollo, los
ambientalistas son con frecuencia acusados de querer volver al pasado, a un
estado natural, es decir, de ir en contra del progreso y del desarrollo. La
idea de progreso forma parte de la hegemonía cultural urdida a partir de la
Ilustración, que incluso aquellos que se consideran los mayores críticos de la
vertiente burguesa de la modernidad —esto es, del capitalismo—, se asumen
como progresistas, y basados en esos fundamentos critican a los
ambientalistas. De esta forma, progresistas de todos los matices, desde
liberales hasta marxistas productivistas, se enfrentan a los ambientalistas
(Porto, 2006).
Los problemas ambientales no se pueden resolver
separadamente de los problemas sociales, para Leonardo Boff (1993) justicia
ecológica y social no pueden existir una sin la otra. Los más amenazados por la
destrucción del planeta son los pobres (Gadotti, 2002:53), pero no son los
únicos.
Construir
alternativas desde abajo
En México, el testimonio y las reflexiones que realiza
Martín González (2009), activista del Sur de Jalisco, ponen de relieve que:
[…] en todo el país se han venido conformando durante varios años “sujetos” defensores del territorio y constructores de formas autogestivas de producción y conservación de tierras, agua, lagos, mar, aire, vegetación, animales y gentes. Se trata de quienes han decidido ya no sólo resistir, sino enfrentar y derrotar al plan capitalista global privatizador y destructor que se les manifiesta con sujetos e instituciones concretos, en su ámbito más inmediato de vida. Se trata de los defensores y constructores de territorios liberados –o en proceso de liberación- del plan capitalista.[…] estos sujetos (colectivos, pueblos, barrios, colonias, organismos) defensores ante los planes capitalistas que se les manifiesta más inmediatamente, rompen y superan la ideología enajenante del territorio; aquella que los separa de su más amplio ámbito de vida y los recluye en la privacidad, la que les dice que sólo se preocupen por el espacio en el que ponen sus pies, sin que descubran la relación íntima que tiene con el espacio que pisan todos los demás. Y al romper y superar esta enajenación espacial, se reapropian la tierra y el territorio que es su ámbito de vida; reúnen de nuevo al pueblo-comunidad con la naturaleza y el territorio. Dan cuenta de que la naturaleza no es sola, sino que es fruto actual de la cultura (haceres) y saberes amplios ejercitados durante años por el pueblo-comunidad. Y eso restituye derechos y dignidad. Retoman la tierra y el territorio, volviéndolo de nuevo un terruño.
En la perspectiva de González, en México son los indígenas
quienes conforman la parte más importante de lo que podría llamarse el
movimiento nacional de ambientalistas, pues son ellos quienes se saben
herederos de la tierra y, por tanto, “defensores del territorio y constructores
del terruño en los distintos ámbitos y niveles de la geografía nacional”. Para
derrotar los planes capitalistas y sus estrategias legales, de inversión,
despojo y destrucción, es fundamental recomponer los lazos comunitarios hasta
alcanzar la autonomía y autogestión territorial y nacional. Se requiere tomar
distancia de los modos y formas de hacer y organizar instrumentados por los
capitalistas, el Estado (y sus malos gobiernos) y las diversas agencias, tanto
estatales como no gubernamentales. Por lo que resulta prioritario reforzar y
ampliar las formas y modos anticapitalistas y antiestatales de los colectivos y
pueblos, y desenmascarar también los proyectos que aquéllos impulsan al amparo
de un supuesto “proteccionismo ambiental”, “desarrollo sustentable”,
“ecologismo económico-político” o “ideología verde” (Ibídem).
En este sentido, la Asamblea Nacional de Afectados
Ambientales (AAA), espacio de acción y de demandas en el que confluyen más de
80 organizaciones de diferentes partes de todo México, y que luchan para
proteger del despojo y de la depredación sus lugares de vida y de trabajo,
refiere un contexto bastante problemático pues señalan que
Hay evidencia clara de lo que los grandes capitales hacen al
contaminar nuestro ambiente, con su forma de producción salvaje. Para cualquier
parte que miremos la imagen es de destrucción. El territorio, los recursos
naturales y el medio ambiente están siendo depredados por el capital
(industrial e inmobiliario) con el consentimiento de los gobernantes. No
importa si es en la ciudad o el campo. En cualquier territorio que el capital
vea algún espacio o algún recurso natural “explotable” de inmediato propone al
gobierno correspondiente un “proyecto sustentable”. El gobierno responde
favorablemente afirmando que en verdad se trata de proyectos que respetan la
naturaleza y enfatizando la importancia de crear empleo y atraer inversiones
(AAA, 2009).
La Asamblea de Afectados Ambientales se enfrenta a una lista
de agravios y daños ambientales interminables, estableciendo problemas comunes
y maneras de enfrentarlos, y según sus organizadores:
En ella informaremos cómo estamos luchando cada quien en su
lugar y cómo nos está yendo. Entendiendo que la Asamblea es un espacio abierto
para los afectados ambientales, donde se vierte la palabra y que está en
función de los compromisos que se generan y de las necesidades en nuestras
comunidades, para pensar los modos de enfrentar y resolver colectivamente en la
unidad y en las acciones. Discutiremos, cómo entre todos podemos organizarnos
como asamblea, redefinirnos en torno a ella, como nos repartimos el trabajo
para enfrentar mejor al capital y a los gobiernos que están destruyendo la
naturaleza y están despojándonos de nuestros territorios y recursos naturales,
haciéndose cada vez mas visible la degradación que producen las inversiones
extranjeras, con el pretexto de los megaproyectos (Ídem).
Algunas
reflexiones finales
Me parece importante concluir con un planteamiento de
Leonardo Boff (2002a:15): “o cambiamos o morimos, esa es la alternativa. Pero,
¿dónde buscar el principio articulador de una sociabilidad distinta? En la
naturaleza que nos enseña que la ley básica del universo no es la competencia
que divide y excluye, sino la cooperación que suma e incluye… La salida hacia
un nuevo sueño civilizatorio es hacer conscientemente de la cooperación un
proyecto personal y colectivo… Para convivir humanamente debemos acabar con la
competencia que genera individualismo, acumulación y consumismo e inaugurar una
cooperación capaz de generar comunidad y la participación de todos en todo
aquello que nos interesa a todos”.
En este mismo sentido, Enrique Leff propone la construcción
de una racionalidad contraria a la racionalidad instrumental característica de
la modernidad y del capitalismo, una racionalidad que él llama ambiental, en la
que las diferentes racionalidades y saberes específicos puedan encontrarse por
medio de la cultura y de la autonomía de los pueblos (Porto, 2006).
En este camino de construcción de un futuro sustentable, una
de las tareas importantes que hay que continuar realizando es insistir en
develar y denunciar todo lo que hay detrás de concepciones y acciones
aparentemente inofensivas y que hasta parecen admirables, como lo es
el desarrollo humano sustentable y sus implicaciones directas en las
actuales formas de reproducción del capitalismo.
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Notas
[1] Entre ellos,
García y Priotto (2008) e István Mészáros (2009), por mencionar sólo algunos.
[2] El planteamiento
de Álvarez y Alonso supone que si existen situaciones de exclusión y
marginación es porque los mismos individuos y grupos rechazan utilizar los
mecanismos correctores que en apariencia están a su disposición. Entonces,
siempre se tratará de situaciones de auto-exclusión y auto-marginación.