Reconoció que aun cuando el gobierno viene atacando la
inseguridad “los efectos son muy magros”. Identificó al burocratismo
y la corrupción como enemigos del cambio. “La burocracia arruina iniciativas y proyectos (...) que por esta razón
no podrá avanzarse en el proceso” señaló, afirmando que “igualmente
hay que intensificar la lucha a fondo contra la corrupción, otro elemento que impide
o amenaza los cambios necesarios en el país”. Pidió una evaluación de la
gestión económica. “Es tiempo de
resultados en la batalla contra la guerra económica declarada por la derecha y
la oligarquía. Hay que actuar con diligencia y eficacia frente al
desabastecimiento y la inflación que genera un denso malestar en el pueblo”.
Nos
preguntamos: ¿En qué medida los efectos perversos de la política económica
rentístico-importadora y particularmente, la política cambiaria que se viene
aplicando, es el arma secreta de la burguesía parasitaria? Es evidente que
estamos perdiendo esa batalla porque la inflación sigue disparada, el
contrabando no ha mermado, la escasez de alimentos, medicinas e insumos
continúa, dándole vida a un mercado ilícito que está asfixiando la economía.
Una crisis estructural sistémica no se puede enfrentar atacando solo los
efectos sin atacar sus causas. Hace falta una reconfiguración de la economía
para reimpulsar la producción endógena agrícola e industrial y lograr la
estabilidad macroeconómica sin comprometer la inversión social. Que no ponga
sobre la espalda de los que menos tienen el peso de la crisis.
El mensaje de JVR al Presidente no pudo ser más claro: “Abre más, compañero, ábrete más al país
real, y convierte el diálogo al cual eres propenso, en actividad cotidiana, con
riguroso sentido y seguimiento de sus resultados. Abre tu gobierno a la
participación de miles de venezolanos capaces, honestos y preparados”. Son
pistas que indican la salida del tortuoso laberinto de la crisis.
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