Gustavo Márquez Marín | POLAR alertó que dejaría de producir cerveza
por falta de divisas para importar el aluminio laminado requerido para elaborar
los envases. Mientras tanto, en Guayana se hace aluminio primario, la
materia prima de la que se deriva éste. ¿Por qué esa contradicción? Según el
informe de gestión de PDVSA en el país se refina 1.303 miles de b/d de
petróleo, solo el 46% del total. Sí las refinerías son grandes locomotoras de
la industrialización. ¿Por qué desde hace tres décadas se ha venido reduciendo
la refinación interna? El petróleo se transporta en grandes buques fabricados
con acero, aluminio, electrónica y plásticos, requiriendo una fuerte actividad
de mantenimiento. ¿Por qué PDVSA no ha promovido la formación de un
conglomerado naval? ¿Por qué no ha cuajado la asociación estratégica CVG-PDVSA
existiendo un alto potencial de complementación entre ambas? ¿Por qué sigue
siendo marginal la participación de la investigación científica y tecnológica
en el desarrollo socioproductivo del país? El Presidente Chávez creó el
“plan semilla” para impulsar la soberanía alimentaria. Han transcurrido 10 años
de su lanzamiento y aún se importa, entre otras, el 100% de las
semillas de hortalizas y el 35% de las de papa. ¿Qué pasó?
Estas y otras interrogantes deben ser respondidas de entrada
por la Comisión que designó el Presidente Maduro para formular el “plan de sustitución de importaciones”.
Esa política implantada en los 60 no ha cambiado su carácter rentístico
fallido, porque parió una industria manufacturera parasitaria, dependiente de
las importaciones y también, una industria petrolera de enclave. Se basa en la
lógica neocolonial, que promueve la integración hacia afuera y la
desintegración hacia adentro de la estructura productiva.
Debajo de la piel de los burócratas, empresarios y banqueros
rentistas, hay un potencial importador ávido de acceder a la riqueza fácil
mediante la corrupción, las ganancias obscenas y la centrífuga de capitales.
Para que la sustitución de importaciones no sea más de lo mismo, debe ser
endógena. Ello supondría un cambio radical en la gestión de las empresas del
Estado, incluyendo a PDVSA y una nueva política económica que impulse la
extracción de raíz de la cultura rentista. No hay otra opción.