Este tipo de tácticas bélicas tienen como objetivo crear las
condiciones para una intervención a gran escala o debilitar las facciones de
clase contrarias, ya sea económica, política, militar o incluso emocionalmente.
Habría que hacerse muchas preguntas al respecto. ¿Sabemos
con bastante certeza quién financia al “Estado Islámico” (los principales
países del Golfo Arábigo, especialmente la dictadura saudí amiga de Europa);
quién le apoya técnica y logísticamente (Israel); quién lo crea (EE.UU. a
partir sobre todo de restos del ejército iraquí) y quién lo articula operativamente
(Turquía)? ¿A qué supermercado va a vender el petróleo y el gas que roba, con
el permiso de los ejércitos de los países nombrados y algunos otros europeos,
en Siria e Irak?, ¿bajo qué bandera se transportan esas materias primas?
Demasiados interrogantes que nuestros políticos
profesionales, académicos orgánicos y medios de difusión de masas se empeñan en
no responder y que nos conducen a pensar que no es la primera vez en la
historia reciente que se utilizan mercenarios o ejércitos de falsa bandera para
ocultar al inductor, al que realmente dirige la guerra.
Disculpen ustedes, por eso, si les recomendamos que sean
ustedes mismos quienes busquen a Wally, seguro que lo encuentran.
Estamos en guerra. Sin lugar a dudas esta guerra global
tiene como objetivo el control de las zonas geoestratégicas del planeta, los
recursos energéticos y naturales y el espacio interestelar, así como el
enfrentamiento o desplazamiento de las potencias dichas “emergentes”. Podríamos
decir que vivimos una Guerra-Mundo, al mejor Hollywood, pero en la vida real.
EEUU, la UE, Canadá y Japón, van perdiendo la hegemonía
mundial frente a Rusia y China, sobre todo, con el apoyo de otros Países BRICS.
Utilizan lo que el capital ha utilizado otras veces para salir de una crisis
sistémica y resolver así las contradicciones de clase: LA GUERRA.
El capital y su brazo armado, la OTAN, van cerrando el
círculo en torno a Rusia, su principal adversario militar. El control de los
Balcanes, Afganistán, el Cuerno de África, el Canal de Suéz…, el golpe de
estado fascista en Ucrania, el despliegue de misiles estratégicos en la UE y el
despliegue de tropas en Polonia, apuntan al objetivo: Rusia. Muy posiblemente
en breve comenzaremos a ver al fascismo asiático, sea en su versión “Estado
Islámico” o en cualquier otra, infiltrarse en los territorios rusos (incluso
chinos) con población musulmana, también en las exrepúblicas soviéticas.
Pero vivimos igualmente una guerra de clases, donde la
vieja Europa disciplina a su población con leyes coercitivas y de aumento de la
tasa de explotación sobre los trabajadores y el medio físico, en una creciente
dictadura combinada de la tasa de ganancia y de la tasa de interés.
El cierre de fronteras en Hungría y Alemania a los
refugiados sirios, y ahora las de Francia, después de los atentados, son
botones de muestra del rostro que está adquiriendo la guerra de clases interna
en combinación con la externa. La dominación de las sociedades por el miedo
permite a las clases dominantes desbaratar más rápidamente las conquistas y
logros sociales conseguidos durante siglos. Recortar las libertades bajo la
excusa de la seguridad.
Por eso, en la estrategia de disciplinar a la ciudadanía
europea entra el apoyo de las élites a los partidos de extrema derecha o
directamente fascistas, y la colaboración con aquellas fuerzas políticas
“progresistas” que no cuestionen la estrategia imperial de la guerra.
No es ajena una parte de la izquierda internacional a esa
colaboración bélica. Fue precisamente el apoyo de la socialdemocracia alemana,
inglesa y francesa a la carrera armamentista antes de la Primera Guerra
Mundial, la causa de la ruptura de la Segunda Internacional. Rosa Luxemburgo,
en su trabajo el Folleto Junius, explica muy bien el proceso. De nuevo
hoy, cien años después, existe una línea roja en el campo de la emancipación y
la soberanía de los pueblos: la Guerra. Aquellos que se han situado a favor de
la invasión colonial de Afganistán, Irak, Libia, Siria, Yugoeslavia…se han
puesto a la postre, de una u otra manera, consciente o inconscientemente, al
lado de la Guerra y contra la Paz Mundial. El apoyo de Syriza en Grecia a la
OTAN y cada vez más de Podemos en España a la Alianza Atlántica, son dos
ejemplos a tener en cuenta del peligroso camino que se emprende al respecto.
Hoy como ayer, la Paz Mundial es una necesidad vital para la
Humanidad, especialmente para las zonas del planeta que son y serán el teatro
de operaciones militares. Desde Venezuela a Palestina, pasando por Siria,
Ucrania, Congo o España (con dos bases militares cedidas a perpetuidad al
Ejército de EE.UU.)…
La creación de un movimiento Internacional por la Paz, por
la disolución de la OTAN y de los instrumentos económicos que la sostienen y
mantienen al tiempo el poder de clase frente a la población trabajadora, como
lo es la UE, la permanente lucha por la justicia social…son algunos de los
elementos incuestionables para una alternativa de los Pueblos ante la crisis
del capital y sus guerras.
Para que no nos sigan matando.
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