Quito en rojo ✆ Oswaldo Guayasamín |
Los sesenta eran el apogeo de la revolución cubana, la cual era vista por los representantes del pensamiento político conservador como un experimento determinado desde el centro marxista del Este europeo, con exactitud no se ha establecido si quisieron invisibilizar o ignoraron un marxismo local.
El keynesianismo había tenido su umbral en América Latina al interior de la CEPAL bajo la tutela del economista argentino Raúl Prebisch con su modelo de desarrollismo previo a la teoría de la dependencia también proveniente del cepalismo. La crisis del keynesianismo a comienzo de los setenta con su centralidad en el Estado de bienestar da paso a la refundación de los planteos de Von Hayek realizados dos décadas anteriores, en palabras de Roitman:
“En plena guerra fría y un anticomunismo radical, aquellos economistas, sociólogos y politólogos que habían sido ridiculizados por defender el mercado como fuente de equilibrio político y social se alzaron en los salvadores del capitalismo. Hayek sería investido premio Nobel de economía en 1974. Dos años más tarde su discípulo en Chicago, Milton Friedman, obtendría el mismo galardón. El keynesianismo terminaba su reinado con la crisis del Estado de bienestar” (Roitman, 2011. 20).En Chile la influencia de la escuela de Chicago es significativa, la cual se venía dando desde la década del 50 por el acuerdo firmado entre la escuelas de economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile y la de la Universidad de Chicago: “…allá por el año 1955, donde se contempló la estancia de profesores de la Universidad de Chicago, la formación de un Centro de Investigaciones Económicas, la selección de becarios de post-grado a Chicago e investigadores centrados en el análisis de la realidad económica chilena” (Roitman, 2011. 35). Los que oficiaron de traductores de los economistas de Chicago eran los en ese momento estudiantes Sergio de Castro y Ernesto Fontaine, los cuales serán los primeros becarios para realizar estudios en Chicago y los autores del texto “El ladrillo” el primer manifiesto de los neoliberales chilenos que sirven a la dictadura de Pinochet, ambos juntos a otros becarios de Chicago, ocupan cargos oficiales en la política de la dictadura.
Los objetivos que se exponen en “El ladrillo” son: “1)
promover un cambio en la estructura social, 2) articular un nuevo consenso
ideológico-político y 3) imponer otra forma de ejercicio del poder político”
(Roitman, 2011. 36); también se proponen algunas reformas: “1) Lograr la
retirada del Estado de economía, disminuyendo el gasto público en la creación
de riqueza social; 2) establecer la preeminencia del capital privado y de las
relaciones mercado en la producción y asignación de recursos; 3) Imponer la
total apertura externa, comercial y financiera; 4) Desarrollar la reforma del
mercado de capitales internos y acelerar la privatización completa que regule
el precio del dinero como mercancía a través de tasas de interés libres; 5)
Lograr el establecimiento del mercado ‘libre’ del trabajo, habilitando la
contratación flexible del trabajador” (Roitman, 2011. 38). Para sintetizar me
sirvo de las palabras del chileno Eduardo Devés: el santo y seña de
reconocimiento entre los neoliberales es la crítica al Estado: “Denunciar al Estado y las doctrinas que lo
han levantado como actor de cualquier especie en el terreno económico es un
deber de todo neoliberal” (Devés, 2008. 263).
2. Suele hablarse
de neoliberalismo en varios sentidos y desde distintas perspectivas. Uno de los
usos para referirse al neoliberalismo es el de entenderlo desde el ámbito de
las ciencias. Claramente, un análisis del neoliberalismo puede ser hecho desde
esta perspectiva que arranca del análisis de la ciencia económica. Aunque en lo
personal dicho análisis aunque útil, puede resultar engañoso, ya que
despolitiza la argumentación. Considerando dicha discusión desde la ciencia,
queremos destacar un libro escrito por el filósofo argentino Ricardo Gómez.
Aunque este filósofo advierte sobre tres dimensiones de análisis que son la
ética, la ontológica y la epistemológica, consideramos que su principal aporte
crítico está en esta última, así encuadra lo que podríamos llamar la refutación
epistemológica:
“Hayek afirma (Los fundamentos de la libertad) que la forma liberal del orden social es aquella en la que el bienestar de los más pobres es probable que aumente más. Popper, el mentor epistemológico del neoliberalismo y la contraparte filosófica de Hayek, afirmó que la teoría neoliberal ya había recomendado en 1956 las políticas económicas que eventualmente resolverían el desempleo masivo, la pobreza, la falta de oportunidades y las diferencias rígidas entre las clases. Los siguientes datos empíricos demuestran enfáticamente que la visión que Hayek y Popper tenían de las expectativas neoliberales ha sido fuertemente refutada” (Gómez, 2014. 17).
Sin entrar a la descripción que desarrolla desde la
experiencia argentina, de lo que el mismo Gómez llama como “la gran mentira”,
cito la conclusión que extrae: “no importa el lugar del mundo; la aplicación de
políticas neoliberales incrementó el número de personas pobres y amplió la
brecha entre ricos y pobres, refutando tanto las expectativas de Hayek como las
de Popper” (Gómez, 2014. 21). Si bien Gómez no es un filósofo que pudiéramos
clasificar al interior de la filosofía crítica latinoamericana, el libro ayuda
bastante para refutar al neoliberalismo desde la perspectiva cientificista
despolitizada.
3. Otra crítica
bastante más divulgada es la crítica desde el ámbito de la ética, aquí hay un
socializado relato proveniente de autores como Hinkelammert, Roig, Dussel, y
otros. Si bien es la crítica que tiene más grosor cuantitativo, en cuanto a que
es la que más se reitera, no es la que aparece formulada con mayor claridad.
Por ser la más difundida y dado el tiempo de esta exposición, sólo mencionaré
un libro de un filósofo uruguayo. Me refiero al texto “La encrucijada ética. Neoliberalismo, conflicto norte-sur, liberación”
de José Luis Rebellato. Al inicio de este texto el autor señala:
“Nuestra hipótesis de trabajo es que el neoliberalismo, además de abarcar un conjunto de posiciones teóricas, supone una concepción ideológica, ética y cultural” (Rebellato, 2000. 19).
Lo que me interesa destacar de esta cita es la pretensión de
querer ir más allá del análisis cientificista en torno al neoliberalismo. En la
presentación de este filósofo uruguayo encontraremos en primer lugar una
descripción de la ética que sustenta el neoliberalismo, es decir no sólo se considera
la problemática ética que genera, sino que se somete a análisis su propuesta
ética, esta propuesta es resumida del siguiente modo al interpretar algunos de
los planteos de Von Hayek, señala Rebellato:
“La ética neoliberal requiere, pues, de esfuerzo y sacrificio. No es una ética placentera ni hedonista. Tampoco es una ética de corte racionalista. Requiere dominio de sí, pero a la vez, adaptación y sumisión al orden extenso. Es una ética que se sitúa entre el instinto y la razón” (Rebellato, 2000. 24).
Considerando el otro aspecto, me refiero a la problemática
ética que, el filósofo uruguayo destacará: que el orden extenso excluye la
justicia social, principalmente desde la exaltación de un “individualismo
posesivo” a partir de la influencia de Locke en el pensamiento de Von Hayek, en
palabras de Rebellato: “Esto responde a
la necesidad vital de aferrarse a algo seguro” (Rebellato, 2000. 32), de
ahí que al interior de esta competencia por la seguridad no puede asegurarse la
justicia, cuestión que negaría la dimensión evolucionista, de ahí que la
apelación a la justicia sería una trampa frente a la realidad del
evolucionismo. Ante la competencia evolutiva la apelación a la justicia sería
injusta.
4. Ahora quiero
referirme a la crítica política al neoliberalismo. La más difundida al interior
de la diversidad de críticas políticas que el neoliberalismo recibe es la que
es producida desde la ideología marxista, sólo señalar que al interior de esta
misma encontramos planteos distintos. Por señalar algunos menciono al mexicano
Pablo González Casanova, al cubano Pablo Guadarrama, al nicaragüense Alejandro
Serrano. Pero, en esta oportunidad haré algunas referencias a los planteos del
boliviano Álvaro García Linera que explicita su fidelidad a Marx y Gramsci en sus
“Nueve tesis sobre el capitalismo y la
comunidad universal”. Claramente encontramos en el boliviano un marxismo
heterodoxo de ahí que se permita afirmaciones como las siguientes que desplazan
la clásica definición del proletariado: “Estamos
entonces ante el surgimiento de una nueva condición obrera planetaria expandida
en todo el mundo, difusa y distinta a la que dio lugar al Estado de bienestar,
la vida sindical y los partidos del siglo XX” (García, 2015. 10). Pero, que
además integra un aspecto difuso para el marxismo eurocéntrico y que ya
advertían los planteamientos del peruano José Carlos Mariátegui, desde lo que
el filósofo chileno Osvaldo Fernández denominó como herejía, sin más vuelta a
lo que me refiero es al reconocimiento de la condición indigenista al interior
del marxismo diferenciada del proletariado burgués, señala García Linera: “El indianismo político estatal en Bolivia,
el indianismo resistente en México o en Brasil y las luchas campesinas e
indígenas en otras partes del mundo, son una visibilización activa de este
pilar y contradicción de la nueva etapa del capitalismo” (García, 2015.
10). En Chile el filósofo Marcos García de la Huerta ha señalado claros
planteos críticos desde una perspectiva política, por ejemplo en su artículo
sobre “Privatización del poder”, esta
postura crítica hacia el neoliberalismo queda explicita cuando señala:
“El tan canturreado “éxito” del Estado neoliberal consiste en la reducción de la política y en la fabricación de un imaginario de modernidad más consumista que productivo y más productivo que participativo: una modernidad virtual, en suma, que cree poder dispensarse de modernizaciones más sustantivas” (García de la Huerta, 1999. 222).
El reclamo del filósofo chileno es la reducción de lo
político en la vida democrática que congela la participación como dispositivo
de exclusión política e inclusión en la maraña consumista: “Define, pues una estrategia de privatización del poder y una política
de exclusión; también de estabilización, pues las demandas políticas son
neutralizadas con el consumo masificado por medio del crédito masificado”
(García de la Huerta, 1999. 222). La cuestión de fondo es que la supuesta vida
democrática es la que se encuentra comprometida con el neoliberalismo. Nos
parece familiar dicha crítica de García de la Huerta con la que elabora el ya
mencionado Marcos Roitman y que se sintetiza en la noción de democracia
capitalista expuesta en el artículo titulado “Democracia sin demócratas” en donde muestra una democracia de
discurso pero no de práctica efectiva:
“Lo que existe, su mundo de consumo, es democracia. El resto es quimera. No hay más democracia que la existente. Esta verdad se transmite de boca en boca hasta la saciedad: todos la enuncian. Se consume en el discurso, está escrita, pero no constituye ninguna práctica social. Algo similar ocurre con el discurso de la Coca-Cola, transformado en refresco, dice acabar con la sed al tiempo que se presenta como la chispa de la vida. Pero si la tomamos, fracasa: no acaba con la sed y, si estamos deprimidos, ponernos frente a la botella no nos fortalece el espíritu” (Roitman, 2011. 10).
Más allá de la efervescente metáfora interesa ir a lo
medular que en este caso es que se naturaliza un modelo de democracia, aquella
comprometida con el mercado y la ideología del consumo. Es esta reducción de la
democracia la que ha logrado instalarse y establecer el tópico de que no es
necesario aspirar a otros modelos alternativos de democracia. El resultado de
esto es que se clausura la participación política, como nos recuerda el
filósofo argentino Hugo Biagini a propósito de la sentencia thatcheriana de
que: ¡no hay alternativa!. Ante este panorama democrático sin alternativas
quedamos en una paradojal ciudadanía, la ciudadanía de ciudadanía pasiva frente
a la administración de una elite política dedicada a la administración y
normalización de la democracia capitalista. Las normas para esta democracia ya
las conocemos, así las enuncia Roitman: “…guerras
preventivas, torturar en Guantánamo, asesinatos políticos, bombardear
países-ejes-del-mal, profundizar la explotación, el hambre y la miseria, el
etnocidio. Bajo esta premisa, emergen como demócratas Berlusconi, Aznar, Bush,
Blair, Calderón y sus partidos políticos. Convirtiéndose en democráticas,
prácticas y proyectos totalitarios. Es un triunfo de la democracia representada
en instituciones. Democracias sin demócratas, estatuidas en normas de obligado
cumplimiento” (Roitman, 2011. 11). Este es el neoliberalismo que
comprometió a gobiernos conservadores, democratacristianos y socialistas, la
lista es larga: Collor de Mello, Fernando Enrique Cardoso, Patricio Alwyn,
Carlos Andrés Pérez, Carlos Salinas de Gortari, Carlos Menem, José María
Sanguinetti, Fujimori, Sánchez de Losada o Ricardo Lagos (Roitman, 2011. 40-41).
En la línea de crítica política al neoliberalismo también se podrían considerar
las reflexiones de Yamandú Acosta otro destacado filósofo uruguayo
contemporáneo: “En la posmodernidad,
donde el “mundo libre” en cuanto orden de las libertades del mercado se ha
globalizado, el nuevo metarrelato nihilista antiuniversalista y
antiemancipatorio, propio del desplazamiento del capitalismo utópico por el
capitalismo nihilista y cínico, presenta serios problemas de legitimación en la
perspectiva de su consolidación” (Acosta, 2008. 165). Finalmente quiero
destacar el completo análisis sobre el pensamiento de Von Hayek y su influencia
recién publicado por el filósofo chileno Jorge Vergara titulado “Mercado y sociedad. La utopía política de
Friedrich Von Hayek” (2015).
5. Para no
quedarnos en la imagen letal del enfermo de cáncer, que podría generar
reminiscencia con el título de la película “hombre muerto caminando”, quisiera
decir que en los análisis críticos de los filósofos latinoamericanos no hay un
agotamiento en la denuncia. El ánimo que transmiten es esperanzador, ya que
suelen ofrecer salidas alternativas. Por ejemplo el intelectual chileno Marcos
Roitman plantea: “¿Puede ser cualquier
propuesta una alternativa? Construir y tirar la bomba atómica, por ejemplo”
(Roitman, 2011. 75). Sólo alcanzaré a enunciar algunas de las salidas, espero
se sientan motivados a buscarlas y leerlas en los mismos autores. El mismo
Roitman visualiza al menos tres posibilidades: la primera es “la revolución y el movimiento se proyectan
en la lucha por la democracia, el socialismo y la liberación. Es una búsqueda
por abrir los futuros contingentes…” (Roitman, 2011, 96); la segunda es
crear alternativas: “La construcción de
alternativas es un acto deliberado y supone cooperar, aunar fuerzas y construir
espacios comunes de acción política (…) Las experiencias históricas coadyuvan
al aprendizaje de las luchas democráticas y son un acervo cultural del cual se
nutre el movimiento democrático a nivel mundial” (Roitman, 2011. 96); y la
tercera es la construcción de autonomía: “La
autonomía abre la acción del sujeto a los espacios públicos y lo somete a los
dictados del bien común. Enlaza la condición humana a sus condicionantes
biológicos de ser homo sapiens sapiens” (Roitman, 2011. 105).
La necesidad de fortalecer estos planteamientos alternativos
se debe a la falacia predicada de que no hay alternativa: “Debemos recalcar que el capitalismo es una realidad construida
políticamente. Una relación social. Un orden de dominación y explotación” (Roitman,
2011. 103). El filósofo boliviano García Linera recurre también a la revolución
y entrega una caracterización compleja que implica cuestiones temáticas y ejes
de actuación, así lo expone:
“De esta manera, es posible advertir que los ejes movilizadores de las clases en antagonismo revolucionario tienden a estar vinculados a las temáticas de: el control y uso del excedente económico (salario, seguridad social, salud y educación), la defensa o ampliación de las necesidades vitales (agua, tierra), la preservación de los recursos comunes estatales y no estatales, la preservación de las identidades nacionales indígenas y la defensa de la Madre Tierra y de la ecología” (García, 2015. 13).
Por otra parte, para Yamandú Acosta las alternativas
tendrían que ver con una suerte de recuperación de los proyectos nacionales que
permitan conseguir una integración regional fundamentada en la concepción
martiana -que ha insistido tanto Horacio Cerutti- de lo nuestroamericano, en la
cual, para Acosta, el sujeto juega una función importante en la recuperación de
la ciudadanía activa: “En una sociedad
civil, no diseñada ni desde el Estado ni desde el mercado, sino producto de su
autónoma construcción sobre el referente empírico, categorial y normativo del
ser humano como sujeto, en cuanto que éste es afectado en su “dignidad””
(Acosta, 2008. 160). Lo fundamental aquí sería una ciudadanía instituyente.
Claramente esta alternativa tiene que ver con una participación real en un
proceso de democratización al cual supuestamente se está convocando por las
autoridades de gobierno. Esta ciudadanía activa -como ha recordado el filósofo
chileno Sergio Romero en un ensayo sobre Arturo Roig- que asume la moralidad de
la protesta social que germina en proyectos constituyentes de renovación democrática.
Otras alternativas con validez filosófica son aquellas que
consideran una renovación categorial es decir de los modos de pensar, en esta
línea se encuentra el mismo Roig y entiendo que es parte de la propuesta de los
filósofos argentinos Hugo Biagini y Diego Fernández en su libro “Neuroliberalismo. La ética del más fuerte”
(2014). Lo que Roig llama rearme categorial puede involucrar distintas
prácticas, entre ellas, corregir alguna categoría en cuanto a que su uso
esconde otros significados o es usada desde la ideología, o inventar nuevos
significados de aplicación de la categoría, o también inventar nuevas
categorías, creo que en este último sentido iría el intento de Biagini y
Fernández con el uso del neologismo neuroliberalismo, así explican el concepto
los mismos autores: “…un objetivo clave del neuroliberalismo consiste en
inculcarle a la población una identidad postiza: la idea o el sentimiento de
que la desregulación y las privatizaciones sean vistas como lo mejor para
todos” y agregan
“A quienes sufren de una monstruosa desocupación se les asegura que quedarse sin empleo no constituye un mal en sí mismo sino que ello permite abrirse “hacia otros horizontes”, que los empresarios resultan dignos de respeto o que aquel que no trabaja es un vago empedernido, mientras se machaca continuamente que la salud y la enseñanza deben jugarse como servicios lucrativos sin más” (Biagini y Fernández, 2014. 24).
6. Con menos
pretensión política encontramos la temprana crítica a Von Hayek que elaboraba
el filósofo chileno Jorge Millas la cual se encuentra fundada en su profunda
concepción humanista de la tarea intelectual. Como lo ha recordado el filósofo
chileno Maximiliano Figueroa en un capítulo titulado “Crítica al neoliberalismo de Friedrich Von Hayek” en su libro “Jorge Millas. El valor del pensar”
(2011), donde recuerda y aclara la crítica del filósofo chileno desplegada en
la década del ochenta: “Es en este
sentido que cabe entender el desafío histórico que Millas considera que la
actual sociedad debe enfrentar: atenerse a la lógica de una sociedad de libres
competidores o forjar una sociedad de hombres realmente libres” (Figueroa,
2011. 195-196). El desafío que Millas visualiza es la tarea humanista para la
recuperación de Chile posdictadura. El problema fundamental para el humanista
chileno está en que desde el neoliberalismo de Von Hayek la cuestión de la
libertad para todos no está asegurada en el mercado, por lo tanto es un mito
engañoso, Figueroa nos recuerda de manera textual un comentario de Millas: “…no hay libertad de mercado para todos los
miembros de la comunidad social, aunque a nadie se le prohíba concurrir y
aunque exista una regla general de no interferencia en las posibles acciones de
concurrencia. Tales acciones son sólo lógicas, pero no realmente posibles para
todos” (Figueroa, 2011. 180). Sentencia Millas que la filosofía de Von
Hayek no tiene como centro la libertad, su preocupación esencialista sería por
el mercado: “…lo determinante para él no
parece ser la libertad misma, sino el régimen capitalista. Es ésta la piedra de
toque de todo el sistema. No es la libertad la que sirve de medida al
capitalismo, sino éste a aquella” (Figueroa, 2011. 190).
Bibliografía
Acosta, Yamandú. Filosofía
latinoamericana y sujeto. Caracas: El perro y la rana, 2008.
Biagini, Hugo; Fernández, Diego. El neuroliberalismo y la ética del más fuerte. Buenos Aires:
Octubre, 2014.
Devés, Eduardo. El
pensamiento latinoamericano en el siglo XX. Buenos Aires: Biblos, 2008.
(Primera Edición 2003)
Fernández, Osvaldo. Itinerario
y trayectos heréticos de José Carlos Mariátegui. Santiago de Chile:
Quimantú, 2010.
Figueroa, Maximiliano. Jorge
Millas el valor de pensar. Santiago de Chile: UDP, 2011.
García de la Huerta, Marcos. Reflexiones Americanas. Ensayos de intrahistoria. Santiago: LOM,
1999.
García Linera, Álvaro. Socialismo
comunitario. Un horizonte de época. La Paz: Presidencia de la Asamblea
Legislativa Plurinacional, 2015.
Gómez, Ricardo. Neoliberalismo,
fin de la historia y después. Buenos Aires: Punto de Encuentro, 2014.
Rebellato, José Luis. La
encrucijada de la ética. Montevideo: Norman, 2000. (Primera edición 1995)
Roig, Arturo. Rostro y
filosofía de nuestra América. Buenos Aires: Una ventana, 2011.
Roitman, Marcos. Democracia
sin demócratas y otras invenciones. Madrid: Sequitur, 2011. (Primera
edición 2007)
Romero, Sergio. Escritos
circunstanciales, pensamiento situado. El Elqui: Albricia, 2014.