Más de setecientos periodistas, vietnamitas y extranjeros, se encargarán de informar del Congreso. En una singular mezcla de la retórica oriental y de la tradición comunista vietnamita, el congreso tiene como objetivo “Fortalecer la construcción de un Partido transparente y sólido; poner en juego la fuerza de todo el pueblo y la democracia socialista; impulsar integral y sincrónicamente el Doi Moi; mantener firme la defensa de la Patria y el entorno pacífico y estable: y convertir a Vietnam en un país industrializado hacia la modernidad”. No es poca cosa, sobre todo si se atienda a los problemas de desarrollo en la región y a las disputas sobre islas del Mar de la China del Sur que Hanoi mantiene con Pekín, pese a la alianza y a la identidad ideológica entre los dos países.
Hace treinta años, en 1986, que se aprobó el Doi Moi, la
llamada “renovación”, para impulsar el desarrollo económico y facilitar
espacios a la iniciativa privada, un proceso semejante y paralelo al impulsado
por China, que tuvo que readaptarse al nuevo mundo surgido de la desaparición
de la URSS, el más firme apoyo (junto con China) con que contaba Vietnam. El
duodécimo congreso hará la revisión y examen de esa trayectoria, que cuenta con
luces y sombras, porque si bien el país se ha desarrollado de forma evidente,
ha reconstruido las infraestructuras y la destrucción apocalíptica causada por
los bombardeos norteamericanos, también ha visto la aparición de la corrupción
y de las diferencias sociales.
Foto: Higinio Polo |
En vísperas del duodécimo congreso, se ha celebrado también
una conferencia sobre el llamado “proyecto 896”, una iniciativa para la
simplificación y racionalización administrativa del país, que es urgente. El
ministerio de Seguridad Pública pretende además completar una base de datos que
englobe a toda la población vietnamita para que los planes de inversión que se
realizan en todos los rincones del país cuenten con una información actualizada
y rigurosa que permita evitar los errores del pasado en la ejecución de
iniciativas, basados a veces en un conocimiento incompleto de las necesidades.
Además, el gobierno quiere facilitar un documento identificativo para todos los
ciudadanos, para cuyo desarrollo es imprescindible un censo fiable. En otra
convención paralela previa al congreso, el viceprimer ministro Vu Van Ninh
anunció que el Seguro Social vietnamita (que tenía setenta millones de
afiliados en 2015) atenderá a más de setenta y dos millones de personas en
2016, si se cumplen las previsiones, y que se va a ampliar la cobertura de los
servicios, y aumentar las ayudas a familias con dificultades económicas.
El gobierno pretende reorganizar la estructura
administrativa del país, y continuar el desarrollo económico que, según la
constitución, debe inscribirse en una economía socialista de mercado. En
vísperas del congreso, se ha insistido en la prensa vietnamita en la necesidad
de pasar a un nuevo estadio, impulsar una “nueva mentalidad” y proseguir la
industrialización del país. La preocupación por el nivel científico y
tecnológico es evidente entre los responsables del gobierno, conscientes de que
Vietnam debe incorporar en todas las áreas económicas las nuevas tecnologías
que faciliten la renovación y el aumento de la capacidad exportadora, al tiempo
que afronta los problemas derivados del calentamiento de la tierra. En marzo de
2016, el gobierno ha previsto examinar en Hanoi la aplicación de los acuerdos
de París sobre el cambio climático. Vietnam ha creado el Comité Nacional sobre el Cambio Climático,
que recibirá ayuda del Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), así como de Gran
Bretaña y Japón. En París, los países desarrollados se comprometieron a
invertir 100.000 millones de dólares anuales, hasta 2020, como contribución
para los países menos desarrollados, aunque el gobierno vietnamita es
consciente de que muchos de los compromisos asumidos en los últimos años por
los países ricos se han quedado en meras declaraciones.
El congreso examinará también las disfunciones y los
problemas generados por el crecimiento económico, la función del sector privado
de la economía y la desigual distribución de recursos, poniendo énfasis en
preservar la estabilidad política del país, corrigiendo los problemas
relacionados con la burocratización, las subvenciones a empresas públicas, y
los errores de la planificación. La renovación vietnamita se ha
convertido en una referencia en el sudeste asiático, sobre todo en las vecinas
Camboya y Laos, aunque también entre países de la ASEAN, región que concentra
buena parte de la atención del gobierno norteamericano, empeñado ahora en
arrastrar a países del sudeste asiático en su irresponsable y peligroso
proyecto de contención de China.
Mientras el sudeste asiático lucha por el desarrollo, la
hoguera de la guerra ha devastado el sudoeste del continente, y muchas de las
tierras que miran al Mar de Arabia, además de los países que van desde el Indo
hasta el Mediterráneo, como si fueran los signos de un destino inquietante: el
reto del futuro es gigantesco, pero el Vietnam sigue creyendo que el oriente es
rojo.