“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

21/1/16

Vietnam — El oriente es rojo

Higinio Polo   |   Ayer, 20 de enero, inició en Hanói el XII Congreso del Partido Comunista de Vietnam, con la asistencia de mil quinientos delegados que perfilarán el objetivo de convertir al país indochino en un estado industrializado y moderno, según han declarado los principales dirigentes en las semanas previas a la cita. El congreso anterior se celebró en 2011 y eligió a Nguyen Phu Trong como secretario general.

Más de setecientos periodistas, vietnamitas y extranjeros, se encargarán de informar del Congreso. En una singular mezcla de la retórica oriental y de la tradición comunista vietnamita, el congreso tiene como objetivo “Fortalecer la construcción de un Partido transparente y sólido; poner en juego la fuerza de todo el pueblo y la democracia socialista; impulsar integral y sincrónicamente el Doi Moi; mantener firme la defensa de la Patria y el entorno pacífico y estable: y convertir a Vietnam en un país industrializado hacia la modernidad”. No es poca cosa, sobre todo si se atienda a los problemas de desarrollo en la región y a las disputas sobre islas del Mar de la China del Sur que Hanoi mantiene con Pekín, pese a la alianza y a la identidad ideológica entre los dos países.

Hace treinta años, en 1986, que se aprobó el Doi Moi, la llamada “renovación”, para impulsar el desarrollo económico y facilitar espacios a la iniciativa privada, un proceso semejante y paralelo al impulsado por China, que tuvo que readaptarse al nuevo mundo surgido de la desaparición de la URSS, el más firme apoyo (junto con China) con que contaba Vietnam. El duodécimo congreso hará la revisión y examen de esa trayectoria, que cuenta con luces y sombras, porque si bien el país se ha desarrollado de forma evidente, ha reconstruido las infraestructuras y la destrucción apocalíptica causada por los bombardeos norteamericanos, también ha visto la aparición de la corrupción y de las diferencias sociales.

Foto: Higinio Polo
El Partido Comunista cuenta con más de cuatro millones y medio de militantes, en un país que casi ha alcanzado una población de cien millones de habitantes. Cuarenta años atrás, tras la victoria sobre Estados Unidos y la huída de los militares norteamericanos, cuando se celebró, por primera vez en una situación de paz, el IV Congreso, el Partido Comunista contaba con un millón y medio de miembros, y la cita se convirtió en un examen del camino recorrido hasta la expulsión del imperialismo norteamericano, y en ratificar el futuro socialista del país. Hoy, los comunistas vietnamitas pretenden configurar un partido más transparente, más abierto, que siga siendo capaz de incorporar a nuevas generaciones. Pese a todo, algunos dirigentes provinciales, como Nguyen Minh Tru, originario de la provincia de Ninh Thuan han llamado la atención sobre la aparición de comportamientos deshonestos en algunos militantes. Tran Du Lich, diputado por Ciudad Ho Chi Minh (la antigua Saigón, la mayor ciudad del país) pone el acento en la falta de competitividad de algunos sectores económicos, en los diferentes grados de desarrollo de las infraestructuras, y en los diversos niveles de crecimiento de las regiones del país. Ciudad Ho Chi Minh, por ejemplo, quiere conseguir un desarrollo sostenible, que sea capaz de equilibrar los recursos para su enorme población, y apostar por la ciencia y la tecnología.

En vísperas del duodécimo congreso, se ha celebrado también una conferencia sobre el llamado “proyecto 896”, una iniciativa para la simplificación y racionalización administrativa del país, que es urgente. El ministerio de Seguridad Pública pretende además completar una base de datos que englobe a toda la población vietnamita para que los planes de inversión que se realizan en todos los rincones del país cuenten con una información actualizada y rigurosa que permita evitar los errores del pasado en la ejecución de iniciativas, basados a veces en un conocimiento incompleto de las necesidades. Además, el gobierno quiere facilitar un documento identificativo para todos los ciudadanos, para cuyo desarrollo es imprescindible un censo fiable. En otra convención paralela previa al congreso, el viceprimer ministro Vu Van Ninh anunció que el Seguro Social vietnamita (que tenía setenta millones de afiliados en 2015) atenderá a más de setenta y dos millones de personas en 2016, si se cumplen las previsiones, y que se va a ampliar la cobertura de los servicios, y aumentar las ayudas a familias con dificultades económicas.
Columna y esfera en el templo Cao Dai de Tay Ninh, Vietnam
El gobierno pretende reorganizar la estructura administrativa del país, y continuar el desarrollo económico que, según la constitución, debe inscribirse en una economía socialista de mercado. En vísperas del congreso, se ha insistido en la prensa vietnamita en la necesidad de pasar a un nuevo estadio, impulsar una “nueva mentalidad” y proseguir la industrialización del país. La preocupación por el nivel científico y tecnológico es evidente entre los responsables del gobierno, conscientes de que Vietnam debe incorporar en todas las áreas económicas las nuevas tecnologías que faciliten la renovación y el aumento de la capacidad exportadora, al tiempo que afronta los problemas derivados del calentamiento de la tierra. En marzo de 2016, el gobierno ha previsto examinar en Hanoi la aplicación de los acuerdos de París sobre el cambio climático. Vietnam ha creado el Comité Nacional sobre el Cambio Climático, que recibirá ayuda del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), así como de Gran Bretaña y Japón. En París, los países desarrollados se comprometieron a invertir 100.000 millones de dólares anuales, hasta 2020, como contribución para los países menos desarrollados, aunque el gobierno vietnamita es consciente de que muchos de los compromisos asumidos en los últimos años por los países ricos se han quedado en meras declaraciones.

El congreso examinará también las disfunciones y los problemas generados por el crecimiento económico, la función del sector privado de la economía y la desigual distribución de recursos, poniendo énfasis en preservar la estabilidad política del país, corrigiendo los problemas relacionados con la burocratización, las subvenciones a empresas públicas, y los errores de la planificación. La renovación vietnamita se ha convertido en una referencia en el sudeste asiático, sobre todo en las vecinas Camboya y Laos, aunque también entre países de la ASEAN, región que concentra buena parte de la atención del gobierno norteamericano, empeñado ahora en arrastrar a países del sudeste asiático en su irresponsable y peligroso proyecto de contención de China.

Mientras el sudeste asiático lucha por el desarrollo, la hoguera de la guerra ha devastado el sudoeste del continente, y muchas de las tierras que miran al Mar de Arabia, además de los países que van desde el Indo hasta el Mediterráneo, como si fueran los signos de un destino inquietante: el reto del futuro es gigantesco, pero el Vietnam sigue creyendo que el oriente es rojo.