Casi todas las definiciones de diccionario
de «mercado» connotan una oportunidad: como lugar concreto o como institución,
un mercado es un lugar en el que existen oportunidades de comprar y vender;
como abstracción, un mercado es la posibilidad de venta. Los bienes «encuentran
un mercado», y decimos que existe un mercado para un servicio o un producto
cuando hay demanda de él, lo que significa que es posible venderlo. Los
mercados están abiertos a quienes desean vender. El mercado representa
«condiciones relativas a la compra y la venta, la oportunidad de comprar y
vender» (The Concise Oxford Dictionary).
El mercado implica oferta y posibilidad de elección.
Así
pues, ¿qué son las fuerzas del mercado? ¿Acaso fuerza no implica coerción? En
el lenguaje convencional de la ideología capitalista, el mercado no implica
coacción, sino libertad. Al mismo tiempo, esa libertad la garantizan ciertos
mecanismos regulatorios que aseguran la racionalidad de la economía, por la que
la oferta se ajusta a la demanda, y se ofrecen mercancías y servicios que la
gente escoge libremente. Tales mecanismos constituyen las «fuerzas»
impersonales del mercado, y si estas son en algún sentido coercitivas es solo
en el sentido de que obligan a los actores económicos a actuar «racionalmente»
a fin de maximizar la posibilidad de elección y la oportunidad.