Omar Montilla
Todos se creen con derecho a opinar sobre Venezuela y los problemas que según ciertos opinadores tarifados y medios sesgados, enfrenta la libertad de expresión. Nunca como ahora esta situación ha sido distorsionada tan groseramente por la derecha tradicional latinoamericana y por los medios al servicio de los intereses del Imperio. En Venezuela hay por lo menos 8 diarios de circulación nacional: “El Nacional”, “El Universal”, “Ultimas Noticias”, “El Mundo”, “2001”, “Vea”, “Tal Cual”, “El Nuevo País”; así como 2 diarios deportivos como “Meridiano” y “Líder”. Contamos además, con 13 grandes diarios de circulación inter-regional, como “El Impulso” y “El Informador” (Barquisimeto); “El Carabobeño” y “NotiTarde” (Valencia); “Panorama” y “La Verdad” (Maracaibo); “El Siglo” y “El Aragüeño” (Maracay); “La Nación” (San Cristóbal), “Correo del Caroní” (Ciudad Guayana) y “El Bolivarense” (Ciudad Bolívar); “El Norte” y “El Tiempo” (Puerto La Cruz), sin contar la cantidad impresionante de diarios regionales y locales cuya lista es bastante larga. De todos ellos, óigase bien, de todos, el único que tiene una línea editorial afín al proceso bolivariano es “Vea”.
En contraparte, en Colombia sólo existe un diario de circulación nacional, que es “El Tiempo” (Bogotá) y éste está controlado por el gobierno de Uribe. Los otros diarios nacionales dejaron de existir por “problemas” típicamente colombianos, que no voy a exponer ahora. Pero nadie ha dicho ni dice nada.
En Colombia la industria del secuestro es muy próspera: unos secuestran personas y otros lo hacen con la libertad de expresión. La oposición progresista no tiene prácticamente acceso a la prensa o a la televisión, y sólo se deja oír a través de medios de circulación muy restringida. Los diarios inter-regionales, regionales y locales, son los que nos pueden proporcionar alguna visión de lo que pasa en Colombia, pero generalmente las informaciones sobre asuntos de interés nacional o políticas, por la escasa cobertura informativa que tienen, son sepultadas por reportes sobre sucesos locales, delincuencia, problemas ambientales menores y sociales.
Todos se creen con derecho a opinar sobre Venezuela y los problemas que según ciertos opinadores tarifados y medios sesgados, enfrenta la libertad de expresión. Nunca como ahora esta situación ha sido distorsionada tan groseramente por la derecha tradicional latinoamericana y por los medios al servicio de los intereses del Imperio. En Venezuela hay por lo menos 8 diarios de circulación nacional: “El Nacional”, “El Universal”, “Ultimas Noticias”, “El Mundo”, “2001”, “Vea”, “Tal Cual”, “El Nuevo País”; así como 2 diarios deportivos como “Meridiano” y “Líder”. Contamos además, con 13 grandes diarios de circulación inter-regional, como “El Impulso” y “El Informador” (Barquisimeto); “El Carabobeño” y “NotiTarde” (Valencia); “Panorama” y “La Verdad” (Maracaibo); “El Siglo” y “El Aragüeño” (Maracay); “La Nación” (San Cristóbal), “Correo del Caroní” (Ciudad Guayana) y “El Bolivarense” (Ciudad Bolívar); “El Norte” y “El Tiempo” (Puerto La Cruz), sin contar la cantidad impresionante de diarios regionales y locales cuya lista es bastante larga. De todos ellos, óigase bien, de todos, el único que tiene una línea editorial afín al proceso bolivariano es “Vea”.
En contraparte, en Colombia sólo existe un diario de circulación nacional, que es “El Tiempo” (Bogotá) y éste está controlado por el gobierno de Uribe. Los otros diarios nacionales dejaron de existir por “problemas” típicamente colombianos, que no voy a exponer ahora. Pero nadie ha dicho ni dice nada.
En Colombia la industria del secuestro es muy próspera: unos secuestran personas y otros lo hacen con la libertad de expresión. La oposición progresista no tiene prácticamente acceso a la prensa o a la televisión, y sólo se deja oír a través de medios de circulación muy restringida. Los diarios inter-regionales, regionales y locales, son los que nos pueden proporcionar alguna visión de lo que pasa en Colombia, pero generalmente las informaciones sobre asuntos de interés nacional o políticas, por la escasa cobertura informativa que tienen, son sepultadas por reportes sobre sucesos locales, delincuencia, problemas ambientales menores y sociales.
Mientras este escenario que se ha dibujado muestra una Colombia virtual, donde pasan sólo las cosas que la derecha quiere que pasen, existe otra Colombia real que tiene protestas de los maestros, profesores universitarios, estudiantes universitarios y de educación media a escala nacional. En Colombia, casi a escondidas, se están poniendo en prácticas las políticas neoliberales que han fracasado en este continente. En el campo sindical, los trabajadores luchan por frenar la privatización de empresas del Estado y en contra de una ley para reformar las condiciones laborales de trabajadores del sector público y privado, la llamada “flexibilización de las condiciones del trabajo”, que en Venezuela tuvieron un efecto tan nefasto durante el gobierno de Caldera-Petkoff. Esta legislación “laboral” atenta contra normas y reglas expresas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que como se sabe, es un organismo de la Naciones Unidas. Uribe y su patota política quieren debilitar al máximo al Estado colombiano, el cual ya no tendrá voz ni voto en lo que atañe al estratégico sector petrolero, telecomunicaciones, medicina, salud y atención en los hospitales. Se quiere, como es el propósito uniforme de las legislaciones neo-liberales privatizar la educación pública, la salud y las telecomunicaciones.
En Colombia se vive un estado generalizado de descomposición. La corrupción, de la que tanto hablan en Venezuela, allá tiene su paraíso. Las Fuerzas Armadas están penetradas por los paramilitares y el narcotráfico, a los que dicen combatir. En Colombia, el ultra millonario Carlos Slim, de origen mexicano [el mismo que quería ponerle manos a la CANTV] violando todas las normativas legales del país hermano, es denunciado por una serie de delitos que “pudieran” anular el abordaje que ha hecho con empresas de telecomunicaciones.
Ahora mismo está en curso un mega escándalo con la llamada para-política, en la que están implicados decenas de parlamentarios colombianos que pactaron con los paramilitares para ser electos como “representantes” del pueblo. El portal Infoamérica [1] reporta la muerte violenta de por lo menos 125 periodistas asesinados en Colombia, y en ese mismo período, en Venezuela se produjo la muerte de 3 periodistas: Virgilio Fernández, periodista de “El Universal” que murió el 27 de noviembre de 1.992, cuando se produjo una rebelión militar; María Verónica Tessari, murió el 15 de enero de 1992, por una bomba lacrimógena lanzada por la policía y José Tortoza, asesinado por francotiradores el 11 de abril del 2002, en el curso del golpe de estado promovido por el Imperio.
Según reporta el periodista William Bacacela Altamirano del diario “Correo” de la ciudad de Machala (Ecuador)
“Ni la Sociedad Internacional de Prensa (SIP), siglas parecidas a las nazis, ¿coincidencia?, ni el gobierno gringo, ni los defensores de las libertades, nada dijeron, de esta entrega arbitraria y antinacional. En los últimos tiempos casi trescientos medios han sufrido clausurados, han sufrido revocaciones y no renovaciones de sus frecuencias, en todo el mundo, de los que se conoce por estos lares.(…) Aquí no más en Colombia, 76 radios comunitarias fueron clausuradas, por el “eximio” gobierno “democrático” de Colombia, no hubo solidaridad de ninguna cadena colombiana, peor de los de por acá, claro es que son radios “cholas”, no valen la pena, solo educaban, llamaban a la preservación del entorno natural, a la organización social, y esto es un peligro para la democracia; y no conviene tener una Colombia totalitaria.” [2]
Según fuentes de ese país y de la prensa norteamericana, se ha comprobado el maridaje de Uribe Vélez con los paramilitares, denuncias que ni siquiera se ha atrevido a desmentir. Uribe se ha arrastrado, serpenteando vergonzosamente en el Senado de los Estados Unidos para que le aprueben el Tratado de Libre Comercio (TLC) que el Congreso colombiano atropelladamente ya le ha dado el visto bueno. Mientras Uribe muestra lenidad con los paramilitares, con los que se ha reunido, y con los narcotraficantes, que suministran buena parte de las divisas que ingresan a Colombia, muestra dureza con la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), pretendiendo acabar por la fuerza un conflicto que lleva más de 50 años de duración, sin posibilidad alguna de que pueda ponérsele fin unilateralmente.
Se ha informado de un hecho en el que murieron 11 de los 12 ex diputados secuestrados, cuando, según las FARC, un grupo armado no identificado asaltó el lugar donde se encontraban estas personas. ¿A quien creer? Según informa la agencia inglesa Reuters (Reino Unido) y el diario La Razón (Argentina):
“Las familias de los rehenes claman una negociación entre el Gobierno y la guerrilla para lograr la liberación de sus seres queridos. […] Era una situación que le reclamábamos al Gobierno que no hiciera, que no fuera a cometer el rescate militar y hoy estamos en esta incertidumbre de qué fue lo que pasó y esperamos tanto del Gobierno como de las FARC respuestas claras a todos estos interrogantes de tristeza," dijo Diego Quintero, hermano de uno de los diputados secuestrados muertos." [3]
"El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) anunció que 11 diputados colombianos secuestrados en 2002 resultaron muertos en un tiroteo "con un grupo militar sin identificar" el pasado 18 de junio […] las FARC criticaron la "demencial intransigencia" del presidente Uribe para llegar a un intercambio humanitario y advirtieron que "su estrategia de rescate militar por encima de toda consideración conlleva a tragedias como la que se está informando". [4]
¿Alguien puede decir dónde está la verdad? ¿Hay alguien en Colombia a quien creerle? En toda guerra [y en Colombia existe un estado de guerra] las primeras víctimas son la verdad y la libertad de expresión. Como decía Churchill, “…en tiempos de guerra, la verdad es tan preciada que hay que esconderla con una cortina de mentiras”. Y eso es lo que la oligarquía colombiana está haciendo.
En Colombia los narcotraficantes no sólo acabaron con el diario “El Espectador”, el que ahora es un semanario, sino que asesinaron a su director Guillermo Cano. En Venezuela se vive un clima de paz, sólo afectado por las esporádicas pero bien planificadas manifestaciones de violencia por parte de la oposición mediática servil al Imperio, y con esa prensa controlada casi íntegramente por la oposición. Podemos afirmar que si en Venezuela existen atentados contra la libertad de expresión, éstos no se producen por parte del gobierno, sino caso insólito, es por parte de la oposición.
NOTAS
[1] Infoamérica.org:
http://www.infoamerica.org/libex/muertes/atentados_co.htm
[2] Diario Correo, Machala, Ecuador:
http://www.diariocorreo.com.ec/archivo/2007/06/16/el-control-de-los-medios-de-comunicacion-y-el-reloj-de-george/
[3] Agencia Reuters:
http://lta.today.reuters.com/news/newsArticle.aspx?type=domesticNews&storyID=2007-06-28T153735Z_01_N28235289_RTRIDST_0_LATINOAMERICA-COLOMBIA-DIPUTADOS-SOL.XML
[4] Diario La Razón (Buenos Aires)
http://www.larazon.com.ar/notas/2007/06/28/01446996.html
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