Angela Merkel @ Kikelin |
La victoria por trece puntos de diferencia de los
socialdemócratas alemanes sobre el ministro de Medio Ambiente de Ángela Merkel
en la llanura de Westfalia, en el land que vio nacer a Federico Engels y a
Ludwig van Beethoven, coloca a la canciller alemana en una difícil situación
que abre todas las ventanas a la esperanza de un cambio en Alemania y, por lo
tanto, en el resto de Europa.
En las elecciones de Renania del Norte-Westfalia de hace tan
solo dos años los socialdemócratas del SPD y los democristianos de la CDU
empataron. Concretamente la derecha sacó una décima a los socialistas en este
land de secular predominio socialdemócrata. Apoyada por los verdes y otra izquierda,
su líder regional, Hannelore Kraft, una mujer de empeño, logró constituir un
gobierno de izquierdas que se vino abajo al no poder aprobar los Presupuestos y
tener que convocar elecciones anticipadas.
Ante esta contingencia Ángela Merkel movió pieza y colocó
como candidato a una de sus manos derecha, el ministro de Medio Ambiente
federal, Norbert Rötgen. Una apuesta clara por desbancar a los socialdemócratas
y emitir un mensaje nítido y claro del futuro triunfo conservador de la
canciller en las próximas elecciones generales. Para mayor abundamiento Rötgen
sacó pecho y defendió las medidas de austeridad de Merkel, proponiéndolas para
el land y convirtiendo la restricción
en cartel electoral y propuesta de cabecera.
Así, los trece millones de votantes de Renania del
Norte-Westfalia pudieron elegir, sin imposturas, entre un programa claro del
gobierno regional saliente y las propuestas de la oposición que defendía el
gobierno federal. No cabían engaños, un examen a un gobierno regional saliente
y una prueba al gobierno federal presente. La mejor de las encuestas. El
resultado ha sido que, de aquel empate de hace dos años, nos encontramos con el
hecho de que el SPD obtiene un 39% que le permitirá gobernar con el 11,5% de
los votos de los verdes.
La CDU se hunde hasta el 26% mostrando trece puntos de
diferencia con los socialdemócratas, forzando la dimisión de Rötgen y metiendo
el susto en el cuerpo a la mismísima cancillera de hierro.
El SPD no ha podido evitar del todo la dispersión de la
izquierda. Una organización heredera del Partido Pirata sueco, su homóloga
alemana, alcanzó el 7,7% de los votos, defendiendo la libertad de la red, la
reforma de las leyes de propiedad intelectual e industrial y el apoyo a los
sistemas operativos libres. Entre unos y otros, por ello, han dejado a Die Link (La Izquierda) en un escaso
2,6%. Los liberales del FDP, por su parte, tras ser expulsados de varios
parlamentos regionales parecen respirar con un 8,4% que les convierte en
supervivientes en este histórico land.
Lo cierto y verdad es que, negro sobre blanco, Alemania
puede ser de nuevo el motor del cambio de la izquierda, sumándose a Francia,
recuperando el liderazgo en Europa, más allá de las posiciones mercantilistas y
germanocéntricas que tanto dolor están produciendo en Europa, incluida la
propia Alemania.
Antonio Miguel Carmona es miembro del Comité Federal del
PSOE, secretario de Economía del PSM-PSOE, portavoz de Hacienda de la Asamblea
de Madrid y profesor de Economía