Desde que existen los humanos la matanza entre hermanos ha
sido una constante histórica. En los tiempos remotos los pensadores de todas
las culturas expresaban la barbarie con mitos que pueden tener múltiples
interpretaciones Por ejemplo, el relato del primer asesinato —que se manifiesta
en muchas culturas— se desentraña como el primer genocidio que explica un
cambio en la sociedad humana.
La leyenda de Caín y
Abel es interpretada por Enrique Selva Poveda, (médico cardiólogo, miembro de
la Sociedad Española de Médicos Escritores y Artistas), como una realidad de
unos pueblos y una civilización. Abel representa a todo el mundo espiritual en el
que estaban inmersos los que se dedicaban al campo y al pastoreo, mientras que
Caín simbolizaba los representantes de las edades de Bronce y el Hierro, los
que matarían a la civilización agrícola.
En otra
interpretación, parecida a la anterior, el crimen se comete por el
enfrentamiento entre una sociedad nómada y ganadera: Abel, el pastor, y otra,
sedentaria y agrícola, Caín que labraba la tierra. Es pues la lucha de
civilizaciones que tienen diferentes modos de producción.
También se concibe el
relato de Caín y Abel como proceso de aniquilamiento de nuestra especie
hermana: los neandertales, por un hombre moderno más evolucionado, después de
que las dos especies fueran expulsadas del Paraíso: África, su lugar de origen.
Los mayas tuvieron su
“Caín y Abel”
En América latina también nuestras culturas pensaron en
mitos asesinos: Los Mayas, en su Popol Voh, “Libro de los Consejos”, narran el
enfrentamiento entre la sociedad matriarcal y la patriarcal, que consistió en
la muerte de los 400 jóvenes civilizadores del matriarcado, contra los Gemelos
conquistadores y Zipacná, que a la vez murió a manos de los Gemelos.
Centurias después
convertimos los mitos de crímenes en realidades. Montaigne (1533-1592)
filósofo, escritor y político francés decía: “Se llama bárbaros a las personas
de otra civilización y nosotros somos más feroces que los caníbales que se
comen a los enemigos, mientras nosotros torturamos personas vivas”.
Pero fue en el siglo
XX cuando la bajeza humana tuvo su máxima expresión con las Primera y Segunda
Guerra Mundial. La primera dejó del orden de 10 millones de muertos y la
segunda (los datos depende de la fuente) oscilan entre 40 y 60 millones de
vidas perdidas y de ese número 6 millones correspondió al holocausto judío.
Por la barbarie de la
Segunda Guerra Mundial, el 8 y 9 de mayo fueron declarados por la ONU como
“Días del Recuerdo y la Conciliación”, que son para la reflexión sobre la
catástrofe de los conflictos bélicos y fechas para rendir homenaje a todas las
víctimas de ese conflicto irracional.
La formación de la
niñez es clave para lograr la paz
Gobiernos responsables y comprometidos con la paz regional y
mundial deben hacer esfuerzos para resolver las diferencias de forma pacífica.
El periodismo serio también juega un papel protagónico para que la sociedad
diga no a la guerra y los educadores debemos generar en las nuevas generaciones
competencias relacionadas con la tolerancia y la capacidad de resolver las
diferencias con el diálogo.
El matoneo en la
escuela es la peor lección que recibe la niñez y la juventud. Son los padres de
familia y los docentes los más llamados a contribuir para superar el mal
momento que vive la educación. Generando espacios de convivencia pacífica tanto
en el hogar como en las instituciones educativas, más tarde – posiblemente
tengamos una sociedad proclive a la paz.
El 8 y 9 de mayo deben ser unas fechas que se prolonguen por
muchos días en los cuales recordemos que la guerra conduce a la pobreza de la
mayoría de la población y a profundizar los odios entre grupos humanos. Con una
conciencia clara de los males que encarna, se podrán enfrentar los nuevos
desafíos y los constantes intentos de propagar los conflictos bélicos
regionales.
Sólo cuando un amplio sector de la sociedad se oponga a ella,
se podrá neutralizar a los profesionales de la guerra, a los expertos en hacer
sonar los tambores del conflicto, a los dispuestos a iniciar la ignición del
combustible de las contradicciones y diferencias o a sembrar pánico en las
fronteras de los países o a azuzar las diferencias entre las creencias de
grupos religiosos o convertir el exagerado nacionalismo en cantos guerreros. Y,
lo más importante, una sociedad consciente del veneno que destila la guerra
podrá neutralizar a los traficantes de armas, incrustados en los gobiernos o
que actúan en la clandestinidad.
Algunos periódicos
han contribuido a la guerra
Retomando a los periodistas hay que recordar a Antonio
Gramsci (1891-1937) intelectual y activista político italiano, cuando en 1917
escribió su artículo titulado “Los profesionales de la guerra”. Él se refería a
los periódicos complacientes de Francia, Alemania y Rusia que publicaban
noticias sensacionalistas de proyectos bélicos, de nuevos armamentos, de
tentativas malévolas por parte de naciones adversas.
Gramsci cuenta que en cierto periódico inglés apareció,
varias veces, entre 1913 y 1914 la noticia de que misteriosos dirigibles habían
sido avistados sobre las ciudades del Este. Cada vez la noticia era seguida por
furibundas campañas de algunos otros periódicos para presionar al gobierno a
que invirtiera en una mayor precaución de defensa, Pero siempre fue posible
demostrar que la noticia de los dirigibles avistados era falsa.
Continúa contando Gramsci que en Alemania las mismas
noticias sensacionalistas se extendieron contra los británicos. En agosto de
1914 los alemanes estaban convencidos de que los franceses habían bombardeado
Núremberg, y el gobierno Alemán podía comenzar la guerra sin encontrar
obstáculos en el pueblo.
No sólo los falsos
rumores contribuyen a iniciar un conflicto armado. Los imperios se otorgan el
derecho de invadir países débiles, de ser los únicos con el derecho de tener
armas de destrucción masiva y de señalar qué pueblos son buenos y cuáles son
los malos.
Las potencias
económicas se reparten el mundo
También, como dice Gramsci, las guerras modernas nacen de la
necesidad de mejorar los ajustes económicos del capitalismo y según el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, en 2017 China será la nueva
hegemonía económica. La proporción del Producto Interno Bruto Mundial de los
EE.UU será tan sólo del 18 por ciento, aproximadamente (en 2017) cuando era del
25 por ciento en 1980. Por otra parte, la Unión Europea representaba el 31 por
ciento de la economía mundial en 1980, y según las proyecciones del FMI se
reducirá hasta el 17 por ciento en 2017.
De otro lado, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (Los
BRICS) están logrando que desaparezca un mundo unipolar regentado
principalmente por EE. UU y se tenga un mundo multipolar que compite por las
materias primas y los mercados. Este reacomodamiento de la economía mundial
explica, en parte, la expropiación de empresas extranjeras en Venezuela,
Argentina y Bolivia.
La lucha de potencias
económicas se manifestó el año pasado en Sudan, cuando después de una lucha
fratricida de casi 50 años de enfrentamiento bélico que dejó 2 millones de
muertos, 4 millones de desplazados e inmensas ganancias a los vendedores de
armas, se dividió en Sudan del Norte y Sudan del Sur. Sudan del Norte tiene la
influencia de China y Rusia y Sudan del Sur de EE.UU, Gran Bretaña e Israel.
Otro punto caliente
de la geopolítica está en el enfrentamiento de Irán, Palestina e Israel. Ante
la obsesión de Netanyahu de atacar las instalaciones nucleares de Teherán, se
han levantado voces que disienten del deseo del primer ministro israelí. El
jefe del Estado Mayor del ejército, Benny Gantz, declaró recientemente que la
amenaza iraní no es tan inminente como lo pinta Netanyahu. También Yuval
Diskin, antiguo jefe de los servicios secretos, ha dicho que desconfía de
gobernantes que toman decisiones basadas en “sentimientos mesiánicos” lo cual
puede llevar al país a “una guerra con Irán o a una guerra regional”.
En Israel no hay
unanimidad para golpear a Irán
Hace unos 15 días, durante la conmemoración del Día del
Holocausto, Netanyahu declaró: “Cualquiera que se tome la amenaza iraní a la
ligera no ha aprendido nada del Holocausto (…) Hoy el régimen iraní pide y
actúa abierta y fervientemente a favor de nuestra destrucción”. Declaraciones
de ese tono son propias de los amantes de la guerra. Afortunadamente hay
declaraciones de personajes importantes que piensan diferente.
El exprimer ministro israelí Ehud Olmert, considera que el
uso de la fuerza contra Irán debe ser el último recurso. Ante un foro judío en
EE. UU, expresó su duda de la voluntad de Netanyahu de llegar a acuerdo alguno
con palestinos.
Meir Dagan, exjefe del servicio israelí de inteligencia, el
Mossad, dijo que un ataque por Israel o EE. UU contra las instalaciones
nucleares de Irán sería “la idea más estúpida” posible. Elie Wiesel, premio
Nobel de la paz y superviviente del Holocausto, también ha censurado que se
realicen este tipo de comparaciones en el día dedicado a recordar el exterminio
nazi. “Irán es un peligro, pero ¿defender que está creando un segundo
Auschwitz? Yo no comparo nada con el Holocausto”, ha dicho Wiesel al periódico
económico israelí Globes, sin referirse directamente al discurso del primer
ministro.
Estas manifestaciones contrarias a los cantos de guerra de
Netanyahu, podrían dar la posibilidad de que otra confrontación de magnitudes
desastrosas no se lleve a cabo y peor, que revivamos los nefastos 6 y 9 de
agosto de 1945 cuando EE. UU probó su capacidad de destrucción, asesinando
personas indefensas de Hiroshima y Nagasaki.
El 8 y 9 de mayo Día del Recuerdo y la Conciliación, nos
debe llevar a reflexionar sobre lo poco que deja la guerra y lo mucho que
ofrece la paz.
Diego Arias Serna |
Diego Arias
Serna es doctor en Física, universidad Complutense de Madrid, profesor-investigador
de la Universidad del Quindío y presidente de la Fundación Semillero Científico
(EAM)