El 11 de mayo tuvo lugar un encuentro entre los estudiantes
de la Universidad Iberoamericana, institución privada, y el candidato de la
alianza del Partido Revolucionario Institucional y el Partido Verde Ecologista
de México, Enrique Peña Nieto, que, de inmediato, repercutió en la colocación
de los tres candidatos presidenciales con posibilidades reales de obtener “la
grande”: Andrés Manuel López Obrador, nominado por el Partido de la Revolución
Democrática, el Partido del Trabajo y el Movimiento Ciudadano; Josefina Vázquez
Mota, candidata del Partido Acción Nacional, y el propio Peña Nieto. En el
acto, los tradicionales métodos priistas salieron a relucir: movilización de
“simpatizantes” con carteles, ocupación del auditorio con estos acarreados
desde temprano y estrecha vigilancia de policías y otros elementos de
seguridad. El teatrito se les vino abajo al antiguo partidazo y sus aliados del
PVEM, una empresa al servicio de conocidos vivales.
Agredidos en su alma mater, los estudiantes de la UIA le
espetaron al ex gobernador del Estado de México: ¡Asesino!, ¡Cobarde!, ¡Fuera!
¡La Ibero no te quiere! ¡Atenco, Atenco! Un universitario le recordó que la
entidad más poblada de nuestro país tuvo los siguientes “logros” bajo su
mandato: “tercer lugar en carencia alimentaria, último en avance educativo,
primero en delitos y secuestros, 33 por ciento en feminicidios, segundo lugar
de acceso a drogas en escuelas y aumento desmedido de mil 335 por ciento en
publicidad”.
Peña Nieto admite ser
represor
Con un enorme descaro, el producto electoral del monopolio
Televisa respondió acerca de Atenco en 2006: “Fue una acción de autoridad, que asumo personalmente, para restablecer
el orden y la paz en el legítimo derecho que tiene el Estado mexicano de hacer
uso de la fuerza pública, como además fue validado por la Suprema Corte de
Justicia de la Nación”, demostrando así su talante represivo y su uso de la
mentira como argumento, pues la SCJN no validó el uso de la fuerza contra los
vecinos atenquenses y mucho menos aprobó las violaciones, asesinatos,
encarcelamientos y golpizas contra pacíficos defensores de sus tierras y
hogares. Dicho en otras palabras: el candidato priista se desprestigió
gratuitamente, sin medir sus propias palabras y con graves atentados contra la
lógica y el buen decir. Por la mañana de ese día, Peña Nieto defendió la guerra
de los gringos que aplica el presidente espurio contra el narcotráfico y el
crimen organizado, y se opuso a que la Corte Penal Internacional proceda contra
Felipe Calderón y otros altos funcionarios y burócratas del gobierno
antinacional del PAN, por los graves delitos que han cometido y cometen.
Cambios en el
panorama
A partir de los hechos de la Ibero, la situación política en
el país comenzó a virar a favor de la democracia, la soberanía nacional y el
mejoramiento del bienestar popular. Peña Nieto empezó a bajar en la intención
de voto, en tanto que Chepina Vázquez continuaba su caída libre en el proceso
comicial. Otra cosa muy diferente sucedió con el Peje: creció su peso y
prestigio en el potencial electorado y se colocó, de hecho, en un empate
técnico con el dizque puntero EPN.
El 18 de mayo, decenas de estudiantes de universidades y
otras instituciones de educación superior, privadas y públicas, se concentraron
frente a las instalaciones de Televisa, para exigir equidad informativa,
información apegada a los hechos y respeto a la libertad de expresión; impugnar
los descalificativos de los medios, especialmente de la televisión, y llamar a
una nueva movilización juvenil en toda la República, para una fecha próxima,
misma que se llevó a efecto.
Se han desarrollado otras expresiones del movimiento
estudiantil. El 17 de mayo, se celebró en la Universidad Nacional Autónoma de
México, un simulacro de elección presidencial en el que resaltó el repudio
masivo a los gobiernos del PAN y el PRI, el poco apoyo de los candidatos de la
derecha, el deseo de cambio y el arrastre de masas de AMLO. Se produjeron otros
simulacros electorales en otras instituciones de educación superior. Los
conflictos locales, como el de la Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo, se conjugan con la participación en el proceso electoral mediante el
repudio a EPN y el creciente apoyo a la candidatura de la izquierda electoral.
El 19 de mayo, varias decenas de miles de estudiantes de la
Ibero, la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional y la Universidad Autónoma
Metropolitana, miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas y el Frente de
Pueblos en Defensa de la Tierra, obreros y otros ciudadanos realizaron una
marcha para expresar su repudio a la candidatura presidencial de Enrique Peña
Nieto y al PRI.
Los manifestantes expresaban sus sentimientos lanzando
consignas en contra del hombre del copete, el PRI, Televisa y el ex presidente
Carlos Salinas de Gortari. También fueron objeto de consignas y gritos adversos
Josefina Vázquez Mota, Felipe Calderón y Elba Esther Gordillo Morales,
presidenta charra del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Mientras continúa la ampliación del movimiento estudiantil
directamente interesado en el proceso electoral, las huestes de Peña Nieto han
llevado a cabo acciones violentas contra sus opositores en Saltillo, Coahuila;
Córdoba, Veracruz; Colima, Colima, y algunas ciudades más.
El domingo 20 de mayo, intervinieron en las manifestaciones
en toda la geografía nacional más de 50 mil personas en favor de Andrés Manuel
López Obrador.
El miércoles 23, volvieron a ocupar la calle los estudiantes
con la #MarchaYoSoy132, que enarboló la democratización de los medios de
comunicación, centrada en la televisión privada. Acudieron estudiantes de la
UNAM, el IPN, el Instituto Tecnológico Autónomo de México, la UAM, el
Tecnológico de Monterrey, la Universidad La Salle, el Claustro de Sor Juana y
la Unitec, de la Escuela Nacional de Artes Plásticas y la Escuela Nacional de
Danza (Instituto Nacional de Bellas Artes) y otras más.
El movimiento ha sido definido por sus participantes como
plural y apartidista, no apolítico. El día 26, se efectuó un encuentro de estudiantes
de universidades privadas y públicas, para oponerse en forma decidida al
intento de los monopolios televisivos de imponer al candidato presidencial de
la coalición PRI-PVEM, Enrique Peña Nieto. Sin embargo, el movimiento no se
enconcha en lo electoral y aborda aspectos fundamentales de la agenda política
nacional: la lucha de los deudos de las víctimas del feminicidio en Ciudad
Juárez, Chihuahua, y en otras entidades de la República; las demandas de San
Salvador Atenco, Estado de México; el Movimiento por la Paz con Justicia y
Dignidad y las manifestaciones juveniles reprimidas en diversos estados; la
solidaridad con la resistencia de los pueblos indígenas, los periodistas
víctimas de la violencia y los obreros y campesinos objeto de la explotación y
la represión.
Los puntos anteriores fueron levantados por el encuentro al
que asistieron representantes de las universidades Iberoamericana, La Salle,
Anáhuac, del Valle de México y Panamericana, el ITAM, la Escuela de Periodismo
Carlos Septién y el Tec de Monterrey, además de la UNAM, UAM, Universidad
Pedagógica Nacional y Universidad Autónoma de la Ciudad de México, El Colegio
de México, el IPN y el Centro de Investigaciones y de Estudios Avanzados, así
como de otras instituciones educativas.
Un movimiento
creciente
Los estudiantes han entrado al escenario de la disputa
electoral con métodos de lucha novedosos e impactantes, con lo cual inciden en
el rumbo que tomará la votación del 1 de julio. Los jóvenes están en contra de
la crisis económica permanente que han impuesto priistas y panistas, apoyados
por los monopolios y gobiernos de Estados Unidos; el peculado y el nepotismo
imperantes en las gobiernos neoliberales; el baño de sangre insensato y
criminal de Calderón, por indicación y control de los gobernantes norteamericanos;
la represión contra los movimientos sociales, particularmente del movimiento
indígena; el avance del narcotráfico; la pérdida de la soberanía nacional ante
el vecino del norte; los salarios de hambre y el desempleo; la dependencia
alimentaria, y la desinformación de los medios electrónicos de comunicación.
La participación de los estudiantes en movimientos de masas
por la democracia y contra el autoritarismo tiene grandes antecedentes en la
historia patria: en 1960, en el estado de Guerrero, los universitarios
representaron un papel destacado en la lucha por echar abajo al sátrapa Raúl
Caballero Aburto, conocido militar pro gringo y famoso por utilizar la fuerza
pública en contra de campesinos, indígenas, colonos y estudiantes, saqueador de
los bienes públicos y muy dado a enriquecerse a manos llenas, al mismo tiempo
que llevaba el nepotismo a niveles sólo equiparables a los de Vicente Fox y
Marta Sahagún. Naturalmente, es indispensable referirse al movimiento
estudiantil de carácter político por excelencia, el movimiento de 1968, cuyo
programa de seis puntos sólo incluía demandas políticas y ninguna
reivindicación sectorial. En otros países, como China, el movimiento
estudiantil ha jugado un rol no únicamente progresivo, sino incluso revolucionario,
como el histórico Movimiento del Cuatro de Mayo (1919).
En la lucha por imponer elecciones libres y equitativas,
impedir la manipulación de los medios electrónicos de comunicación de masas, en
especial de Televisa y TV Azteca, parar la represión contra los movimientos
sociales, apoyar las demandas indígenas, detener el baño de sangre de los
criminales panistas impulsado por los yanquis, y poner en pie un país soberano
y democrático, lo novedoso de la participación estudiantil es la incorporación
cada vez más creciente de los alumnos de las universidades e institutos
privados, de lo cual, ciertamente, se produjeron valiosos precedentes en 1960
con la propia UIA, y en los años 70 la intervención de estudiantes cristianos
del Tecnológico de Monterrey en la formación de uno de los mayores grupos
guerrilleros. Esto prueba que a esas instituciones, no sólo acuden niños/as
bien o pirruris, sino también jóvenes enterados de los problemas nacionales,
preocupados por el presente y el futuro de México, dispuestos a imponer una
democracia real e impedir que los agentes del gran genocida del septentrión
americano continúen con el baño de sangre que azota a nuestro pueblo.
Con el movimiento en marcha se golpea la opinión
generalizada de considerar puntero a Peña Nieto, se reafirma la caída de
Josefina Vázquez y, de refilón, se fortalece la campaña de Andrés Manuel López
Obrador, sin que todos los participantes se consideren futuros votantes de
éste. Empero, no hay por qué hacer cuentas alegres, y hay que tener en claro que
en la lucha por la democracia confluyen fuerzas que van desde grupos de la
burguesía hasta los núcleos más avanzados de la clase obrera y el campesinado.
No es una lucha exclusiva de una sola clase o un grupo social. E igual ocurre
con la lucha por la defensa de la soberanía nacional, la propiedad pública y la
solidaridad latinoamericana. Son luchas que abarcan a distintas clases y grupos
sociales. Pensar otra cosa sería una necedad.
En tales condiciones, las fuerzas de la izquierda
anticapitalista deben apoyar con decisión la candidatura de Andrés Manuel López
Obrador para imponer su plataforma electoral, que, ciertamente, no se plantea
la expropiación del imperialismo y el gran capital, como tampoco se propone
planificar la economía y establecer el monopolio estatal del comercio exterior,
objetivos y tareas que sólo podrían plantearse la clase obrera y sus
organizaciones políticas, y en México, salta a la vista, no existe un partido
obrero con la implantación y el peso suficientes como para obrar en este
sentido a corto plazo. Así de claro es el panorama. Dicho en pocas palabras, el
programa de AMLO es un programa que enfrenta los aspectos más impopulares y
desastrosos del neoliberalismo y ofrece un curso democrático y nacionalista.
Nada más. En esas medidas coinciden todas las fuerzas avanzadas, por lo cual se
desprende de manera natural la unidad de acción, la alianza, el frente unido.
Llamar a la abstención o al voto en blanco es favorecer a los partidos de la
derecha: el PRI, el PAN y el PANAL, independientemente de que los promotores de
semejante táctica supongan actuar de manera revolucionaria.