Especial para Gramscimanía |
No estoy proponiendo que se suprima el día de la madre, solo
quiero socializar el hecho de que en el año 2002, inmediatamente después de que
tomó posesionó como presidente de Colombia Alvaro Uribe Vélez y luego, a partir
del año 2005, cuando la confiscación de mis bienes personales pasaron a manos
de la Universidad Nacional de Colombia, me tienen prohibido, junto con mi
familia, el acceso a la tumba de mis
padres y de mi abuela: Jorge Eliécer Gaitán, Amparo Jaramillo de Gaitán y
Manuela Ayala de Gaitán. Por esta razón, desde hace 10 años, me ha sido
imposible, el día de la madre, depositar
una ofrenda floral en sus tumbas. Nos está terminantemente prohibido el acceso
y todo esto ante la indolencia general. Cuando se han hecho los reclamos legales respectivos ellos
dicen que las puertas están abiertas como para cualquier visitante, pero en el
momento en que intentamos llegar al Patio de la Tierra, en el monumento que se
erige en homenaje a mi padre y donde están sus tumbas, nos cierran la puerta y
nos impiden entrar, lo que ha quedado registrado, incluso, por Noticias Uno.
Quien está encargado del manejo de la Casa-Museo, un
individuo de apellido Torres - a quien estoy enviándole copia de este correo
- les dice a los visitantes que mi mamá
no amaba a mi papá y que por eso, inmediatamente después de su asesinato, se
"largó" (sic) para Europa con su amante.
Tamaña infamia hace parte del propósito de sepultar la
memoria de Jorge Eliécer Gaitán denigrando de su familia, cuando bien saben que
a mi papá lo enterraron a la fuerza en la sala de nuestra casa para romper la
resistencia de mi madre que había jurado que no dejaría sacar su cuerpo de
nuestro hogar hasta que no cayera el presidente Mariano Ospina Pérez por ser
autor intelectual del crimen.
Mamá tuvo que hacerle frente a grandes dificultades
económicas y solo hasta 1952 logró que pudiéramos exiliarnos en Suiza gracias
al dinero que capitalizó con un almacén
de antigüedades que puso con Gilberto Hernández. En Suiza mi mamá se asoció con
otro anticuario y así pudimos vivir seis años alejadas de la persecución que
contra nosotras ejerció el gobierno.
Sufrir el MEMORICIDIO es una etapa terrible para quienes,
además de vivir la impunidad y la hipocresía frente al asesinato de nuestros
parientes, debemos someternos a la calumnia y a la persecución post-mortem. Es
un viejo método de acoso a las familias de los mártires, que está muy bien
ilustrada en la condena a José Antonio Galán, el Comunero, firmada por Juan
Francisco Pey y Ruiz, Juan Antonio Mon y Velarde, Joaquín Vasco y Vargas, Pedro
Catani y Francisco Javier Serna, que dice: será
“… declarada por
infame su descendencia, ocupados todos sus bienes y aplicados al Real Fisco;
asolada su casa y sembrada de sal, para que de esta manera se dé al olvido su
infame nombre…”
[Esta reflexión] hace las veces de pequeño homenaje a mi
madre y mi abuela en el día en que en Colombia celebramos el día de la madre y
yo tengo prohibido acercarme a sus tumbas.