@ Shawn McCann |
Especial para La Página |
Este reportaje lleno de dramatismo y conmoción desentraña la
verdadera y macabra historia de Dos Erres y dos de sus sobrevivientes. Así como
la conciencia acerca de sus hechos lo cual empujó a sus actores directos a
desentrañar el crimen de Estado. Ahora falta ver quienes de los mandos mayores
del Ejército Nacional ordenaron masacrar a la población inocente e indefensa en
aquellos aciagos años de la guerra que llevó a cabo la oligarquía senil de este
país a través del uso de su brazo armado, el mal llamado Ejército Nacional, que
en la realidad se ha descubierto, fue -¿y lo es aún?- comandado por un grupo de
psicópatas asesinos que cuentan en su haber un poco más de 200,000 crímenes,
más desapariciones, más secuestros, más torturas, más exilios. Drama del cual
el pueblo aún no se recupera. Al contario, pareciera ser que los mismos actores
de sus dramas han emigrado a otras estructuras y han mutado hacia otras formas
de violencia como el narcotráfico y la trata de ilegales. Un cuento de horror del
cual no se puede aún despertar. Igual al de Tito Monterroso: cuando desperté el
dinosaurio todavía estaba ahí.
Mientras eso sucede, el fascismo afila sus dientes contra
las experiencias populares exitosas que se han erigido en el cono sur, incluso,
en Nicaragua desde donde se siente acechado y ha trazado su más próxima
frontera. Su inmediato objetivo la República Bolivariana de Venezuela donde han
empezado a urdir la trama del golpe invasivo al tener de antemano como
perspectiva la derrota de su títere Capriles Rodonsky. De hecho, esa ficha está
puesta solo para decir que juegan a la democracia al tiempo que confabulan con
la derecha venezolana, colombiana encabezada por Uribe y regional con apoyo del
comando Sur para deshacerse de la Revolución Bolivariana. Incluso, el futuro de
Capriles, que en calidad de pieza de su ajedrez no importa, puede ser
sacrificado para bien de sus objetivos. Si es necesario asesinarlo lo harán
para culpar de ello a Hugo Chávez y con ello exacerbar el plan de invasión.
Eso que se lee en elPeriódico de Guatemala hoy, fácilmente
puede volver a pasar. El imperio está desesperado. El sistema está en crisis
terminal y en esa locura se aventurará a una guerra para recuperar el control y
la rapiña. Si en aquellos días lo permitió y lo apoyó como está escrito en sus
propios documentos desclasificados que más que suceda de nuevo. Y, por lo menos
en estos países del centro de América no estamos preparados para sufrir otra
vorágine de sangre. O, quizá sí, pero como chivos al matadero. Nuestras
supersticiones e ignorancias nos mantienen sumidos en esa suerte de
consentimiento y abnegación aunadas a la
fragmentación y el cortoplacismo. La ceguera es nuestra más amplia virtud y el
apoyo irrestricto a ese sistema que se cae a pedazos. Jamás osamos voltear a
ver al sur. Ni siquiera a nuestros vecinos con quienes compartimos tragedias
similares.
Lo que si estoy seguro es que la guerra se acerca a pasos
agigantados y estamos de lo más frescos. Los nubarrones se acumulan en el
horizonte pero no los vemos pues estamos de espaldas a ellos contemplando los
espejismos y las lentejuelas que nos presenta el consumo y la añoranza en un
cielo inalcanzable.
Mis más cálidas felicitaciones a estas y estos valientes
periodistas. Sin duda nunca cejaron en la vieja sentencia: la verdad os hará
libres.