Especial para La Página |
La vacuidad del discurso que pronunció HCR con motivo de la postulación de su
candidatura ante el CNE, en el cual se esperaba que esbozaría su propuesta programática
de gobierno, confirmó su falta de carisma y las grandes debilidades políticas
de que adolece su liderazgo, las cuales
ya venían evidenciándose en sus ruedas de prensas y apariciones públicas
anteriores. Ello explica en buena medida, el por qué no ha logrado
siquiera remontar la votación obtenida por la coalición opositora en las elecciones presidenciales del 2006 (37 %)
y se mantiene estancado en el entorno
25%-35 % con una brecha superior al 20 % respecto de las preferencias al
Presidente Chávez, tal como lo revelan
encuestadoras reconocidas.
Estos magros resultados devienen, a pesar de
haber adelantado una intensa campaña
casa por casa a lo largo y ancho del país, de contar con el apoyo de la poderosa batería propagandística
de los medios privados nacionales, de las cadenas internacionales dirigidas desde Washington y de la cofradía de la ultraderecha
internacional con la vocería del inefable ex presidente Uribe.
Pareciera que los sesudos estrategas de la
campaña de HCR, no han logrado descifrar
las claves del mensaje electoral que podría revertir a su favor esta adversa correlación
de fuerzas. Quizás, porque están profundamente desfasados en su percepción de
la maduración que ha escalado la conciencia política del pueblo venezolano en el
curso de la revolución bolivariana. Al subestimarla, presumen que todavía funciona
el modelo “mercadotécnico”. Creen que con una imagen construida artificialmente
echando mano a una publicidad engañosa y ambigua, bastaría para en-redar a las sólidas mayorías populares que acompañan
el proceso.
En verdad, como lo reafirmó el Presidente Chávez
en el acto de presentación de su candidatura ante el CNE, la mayor parte de los
venezolanos saben que el 7O se definirá, si Venezuela mantendrá el rumbo hacia
la consolidación de su independencia construyendo el socialismo del siglo XXI y
la democracia participativa y protagónica o, tomará el “autobús de regreso” a la de
democracia caricaturesca de la IV República, a la dictadura del capital, a la
entrega de nuestra soberanía al imperio y nuestros recursos naturales a las
grandes corporaciones transnacionales.