Rosa Luxemburgo |
“El socialismo no es, precisamente, un problema de cuchillo
y tenedor, sino un movimiento de cultura, una grande y poderosa concepción del
mundo”: Carta
de Rosa Luxemburgo a Franz Mehring (1916)
Rosa Luxemburgo o Róża
Luksemburg, fue una teórica marxista de origen judío. Nació en 1871, pocos
días antes de que los obreros franceses proclamaran la Comuna de París. Murió
poco más de un año después de la conquista del poder por los bolcheviques rusos
en la Revolución de Octubre. Por lo tanto, su vida abarcó una gran época
histórica, las cinco décadas que se abrieron con el primer ensayo general de
revolución socialista y se cerraron con el nacimiento de una nueva era
para la humanidad. Militó activamente en el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), hasta que en 1914 se opuso radicalmente a la participación de los socialdemócratas en la I Guerra Mundial, por considerarla un "enfrentamiento entre imperialistas". Integró entonces el grupo internacional que en 1916 se convirtió en Liga Espartaquista, grupo marxista revolucionario que sería el origen del Partido Comunista de Alemania (KPD). Al terminar la guerra fundó el periódico La Bandera Roja, junto con el también aleman Karl Liebknecht. Sus libros más conocidos, publicados en castellano, son Reforma o Revolución (1900), Huelga de masas, partido y sindicato (1906), La Acumulación del Capital (1913) y La revolución rusa (1918), en el cual critica constructivamente a la misma y sostiene que la forma soviética de hacer la revolución no puede ser universalizada para todas las latitudes. Tomó parte en la frustrada revolución de 1919 en Berlín, aun cuando este levantamiento tuvo lugar en contra de sus consejos. La revuelta fue sofocada con la intervención del ejército y la actuación de los Cuerpos Libres (o Freikorps, grupos de mercenarios nacionalistas de derecha), y a su término cientos de personas, entre ellas Rosa Luxemburgo, fueron encarceladas, torturadas y asesinadas. Tanto Rosa Luxemburgo como Karl Liebknecht poseen una gran carga simbólica en el marxismo. Actualmente, un domingo a mediados de enero se celebra cada año en Berlín el día de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, en recuerdo del asesinato de los dos dirigentes comunistas el 15 de enero de 1919.
para la humanidad. Militó activamente en el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), hasta que en 1914 se opuso radicalmente a la participación de los socialdemócratas en la I Guerra Mundial, por considerarla un "enfrentamiento entre imperialistas". Integró entonces el grupo internacional que en 1916 se convirtió en Liga Espartaquista, grupo marxista revolucionario que sería el origen del Partido Comunista de Alemania (KPD). Al terminar la guerra fundó el periódico La Bandera Roja, junto con el también aleman Karl Liebknecht. Sus libros más conocidos, publicados en castellano, son Reforma o Revolución (1900), Huelga de masas, partido y sindicato (1906), La Acumulación del Capital (1913) y La revolución rusa (1918), en el cual critica constructivamente a la misma y sostiene que la forma soviética de hacer la revolución no puede ser universalizada para todas las latitudes. Tomó parte en la frustrada revolución de 1919 en Berlín, aun cuando este levantamiento tuvo lugar en contra de sus consejos. La revuelta fue sofocada con la intervención del ejército y la actuación de los Cuerpos Libres (o Freikorps, grupos de mercenarios nacionalistas de derecha), y a su término cientos de personas, entre ellas Rosa Luxemburgo, fueron encarceladas, torturadas y asesinadas. Tanto Rosa Luxemburgo como Karl Liebknecht poseen una gran carga simbólica en el marxismo. Actualmente, un domingo a mediados de enero se celebra cada año en Berlín el día de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, en recuerdo del asesinato de los dos dirigentes comunistas el 15 de enero de 1919.
La reaparición del interés por Rosa Luxemburg en todos
aquellos y aquellas que se sienten parte del abanico de la izquierda,
anticapitalista y antiimperialista. Cuando ya nadie se acuerda de la
socialdemocracia, de los jerarcas cínicos del stalinismo, ni de los grandes
retóricos del nacional-populismo, el pensamiento de Rosa Luxemburg continúa
generando polémicas teóricas y enamorando a las nuevas generaciones de
militantes. Su espíritu insumiso y rebelde asoma la cabeza —cubierta por un
elegante sombrero, por supuesto— en cada manifestación juvenil contra la
mundialización de los mercados, las guerras imperialistas y la dominación
capitalista de las grandes firmas multinacionales sobre todo el planeta. Nadie
que tenga sangre en las venas y un mínimo de independencia de criterio frente a
los discursos del poder puede quedar indiferente frente a ella. Amada y
admirada por las y los jóvenes más radicales y combativos de todas partes del
mundo, Rosa sigue siendo en el siglo XXI sinónimo de rebelión y revolución.
Esos dos fantasmas traviesos que “el nuevo orden mundial” no ha podido
domesticar. Ni con tanques e invasiones militares ni con la dictadura de la TV.
Actualmente, su memoria descoloca y desafía la triste mansedumbre que
propagandizan los mediocres con poder. El simple recuerdo de su figura provoca
una incomodidad insoportable en aquellos que intentan emparchar y remendar los
“excesos” del capitalismo... para que funcione mejor. Sus demoledoras críticas
al reformismo —que ella estigmatizó sin piedad en Reforma o revolución y en La
crisis de la socialdemocracia— no dejan títere con cabeza. Constituyen,
seguramente, uno de los elementos más perdurables de sus reflexiones teóricas.
Volver a respirar el aire fresco de sus escritos permite admirar la inmensa
estatura ética con que ella entendió, pregonó, militó y vivió la causa mundial
del socialismo. Una ética incorruptible, que no se deja comprar ni poner precio
alguno. Además de refutar y combatir apasionadamente al reformismo en todas sus
vertientes, Rosa también fue una dura impugnadora del socialismo autoritario.
"Rosa Luxemburg, figura internacional y figura intelectual y
dinámica, tenía también una posición eminente en el socialismo alemán. Se veía,
y se respetaba en ella, su doble capacidad para la acción y para el pensamiento,
para la realización y para la teoría. Al mismo tiempo era Rosa Luxemburg un
cerebro y un brazo del proletariado alemán": José Carlos Mariátegui
“La Revolución alemana” (20 de julio de 1923)