José Carlos Mariátegui ✆ Luis Cornejo Arenas |
Portador de la convicción de que el hombre puede alcanzar la
realización y la libertad en el socialismo, Mariátegui no fue sin embargo
un mecánico apologeta del materialismo científico europeo, sino un agudo
observador de la realidad peruana y americana que supo insuflar color y
vida propia al pensamiento revolucionario de nuestro continente, un
intelectual comprometido y autodidacta, un periodista de trinchera y un
organizador político de primer nivel. Y es que, como dijo el escritor
norteamericano Waldo Frank, “confundir a
Mariátegui con los comunistas oficiales de Rusia y de Europa sería desconocer
sus raíces americanas. Su plan de organización es tan distinto del
dogmatismo marxista como el indio del Perú lo es del mujik o del
trabajador inglés”.
Es probable que si José Carlos Mariátegui no sufriera
anquilosis en su pierna izquierda tras un accidente escolar en su infancia, los
caminos del marxismo latinoamericano, y
principalmente de las ideas socialistas en el Perú, hubieran debido seguir otros derroteros, ya que el Amauta (que viene del quechua hamawt’a o amawt’a, y que significa sabio, maestro) no se hubiera volcado a la lectura y la formación autodidacta de su carácter durante el largo período de convalescencia que siguió al accidente, alejándose quizás de su destino como desbrozador y punta de lanza de una reflexión marxista original en nuestro continente.
principalmente de las ideas socialistas en el Perú, hubieran debido seguir otros derroteros, ya que el Amauta (que viene del quechua hamawt’a o amawt’a, y que significa sabio, maestro) no se hubiera volcado a la lectura y la formación autodidacta de su carácter durante el largo período de convalescencia que siguió al accidente, alejándose quizás de su destino como desbrozador y punta de lanza de una reflexión marxista original en nuestro continente.
José Carlos Mariátegui nació en 1894 en Moquegua, al sureste
del Perú. Tras el accidente, que lo deja con una cojera que lo acompañará el
resto de su vida, comenzó a trabajar para apoyar a su madre, quien había
quedado a cargo de sus tres hijos tras ser abandonada por el padre de
Mariátegui. Así, ingresa en 1909 al diario La Prensa como portapliegos y
ayudante de linotipista, aprovechando su paso por el periódico como un espacio
de formación que lo lleva en 1914 a convertirse en redactor de este medio y
luego de otros, como el diario El Tiempo y la revista Colónida, en torno a la
cual se articula el pensamiento artístico y literario que puja por renovar la
anquilosada escena peruana de la época.
Ahí toma contacto por primera vez con las ideas de
vanguardia y acaba por acerar sus capacidades intelectuales y culturales, para
ponerlas luego al servicio del pensamiento social y político al que se vuelca a
partir de 1918, año en que Mariátegui cuenta que “nauseado de política criolla
me orienté resueltamente hacia el socialismo, rompiendo con mis primeros
tanteos de literato inficionado de decadentismo y bizantinismo finiseculares”.
Ese año funda junto a César Falcón primero la revista Nuestra Época y luego, en
1919, el periódico La Razón, desde donde respaldó las luchas de los obreros
peruanos y la reforma universitaria, lo que llevaría al diario a ser
prontamente clausurado por el presidente Augusto Leguía.
Tras el cierre de La Razón, Mariátegui parte a Europa, donde
visita en distintos momentos Alemania, Francia, Austria, Checoslovaquia y
Bélgica, aunque radicándose en Italia, donde según sus propias palabras
“desposé una mujer y algunas ideas”. Es en la península itálica donde comienza
a frecuentar los círculos de discusión del Partido Socialista Italiano (PSI),
asiste a las tomas de fábricas por parte de obreros en Turín y participa del
congreso del PSI en que la facción liderada por Antonio Gramsci y Amadeo
Bordiga quiebra con los socialistas y da origen al Partido Comunista de Italia,
más tarde convertido en el Partido Comunista Italiano. De regreso en Lima en
1923, se aboca por completo a la actividad política y cultural, realizando
conferencias en la Universidad Popular González Prada, donde establece contacto
con Raúl Haya de la Torre, quien tras ser enviado al exilio es reemplazado en
la dirección de la revista Claridad por Mariátegui.
Además, se encuentra ya colaborando con la revista
Variedades, para al año siguiente comenzar a escribir en el semanario a
Mundial, donde llevaría adelante la sección “Peruanicemos el Perú”. En 1924, a
causa de una crisis de salud que lo tiene al borde de la muerte, debe amputarse
la pierna derecha, lo que no impide que al año siguiente funde la Editorial
Minerva y publique el que será su primer libro, La escena contemporánea. El
’26, en lo que será el inicio de su clímax como activista, teórico y
organizador, funda la revista Amauta, que aglutinó a vastos sectores de la
intelectualidad peruana tras la posiblidad de generar una nueva forma de
apreciar la realidad nacional desde las particularidades propias de su cultura,
además de impulsar con fuerza el movimiento indigenista, tanto en la literatura
como en el arte.
Ese mismo año se integra al APRA, entendiéndolo como un
frente único contra la dictadura de Leguía. En 1927, y bajo la acusación de
formar parte de un “complot comunista”, es detenido y recluido en el Hospital
Militar, al tiempo que son clausuradas temporalmente tanto Amauta como la
Editorial Minerva. En 1928 Mariátegui rompe con el APRA y con Haya de la Torre,
tomando contacto con la Secretaría Sindical de la Tercera Internacional, y
envía como delegados al IV Congreso de la Profintern (Sindical Roja) a Julio
Portocarrero y Armando Bazán, para finalizar este proceso con la fundación del
Partido Socialista Peruano (PSP), del que sería secretario general.
Este mismo año funda el quincenario obrero Labor y publica
la que posiblemente es su obra más trascendente: 7 ensayos de interpretación de
la realidad peruana, que alumbra toda la discusión posterior sobre la
posibilidad de un marxismo latinoamericano, que no sea “ni calco ni copia, sino
creación heróica”, como lo exigía el propio José Carlos Mariátegui.
Sin embargo, las tesis del Amauta no encuentran eco en los
partidos comunistas latinoamericanos, que en su Conferencia de 1929 las
desechan, generando una natural distancia entre el PSP y la III Internacional.
En 1930, en abril, moría el cuerpo de Mariátegui. Al poco tiempo asume la
conducción del PSP Eudocio Ravines, cambiando su nombre por el de Partido
Comunista Peruano y subsumiéndolo en el entramado de la III Internacional, con
lo que se consumaba la traición al ideario de Mariátegui, que sin embargo aparece
hoy más vivo que nunca en estas tierras.