Danny Darling, profesor de Geografía Humana de la Universid
ad de Sheffield, acaba de publicar un artículo en la revista semanal New
Stateman (“How Social Mobility got Stuck”, 16/05/2013), que ilustra claramente
lo que algunos de nosotros hemos estado diciendo, es decir, que el
neoliberalismo es la ideología promovida por los superricos para llevar a cabo
políticas públicas que les benefician. El profesor Darling analiza la
concentración de las rentas y de la riqueza durante la vida de la Sra. Thatcher
(la ídolo de los neoliberales, que ha tenido muy buena prensa en los medios
españoles a raíz de su muerte), desde su nacimiento hasta su muerte, mostrando
como las políticas que promovió durante su gobierno contribuyeron enormemente a
tal concentración. Comencemos por los datos.
Cuando Margaret Thatcher nació, en 1925, pasó a ser miembro
de una familia de la decila superior de renta en Gran Bretaña. Cuando fue a la
Universidad de Oxford, su familia ya había alcanzado pertenecer al 1% de la
población con mayor renta y cuando, estando en Oxford, se casó con Dennis, su
esposo, ya llegó al 0,1%. Ahora bien, a pesar de pertenecer a tal 0,1%, no era
considerada lo suficientemente rica como para pasar a ser dirigente del Partido
Conservador –Tory-, que estaba controlado por el 0,01% de la población, es
decir, los súper ricos del establishment británico. Su elección a presidenta
del tal partido se vio como una rebelión de los ricos frente a los súper ricos.
Tal rebelión, sin embargo, era ficticia, porque Margaret Thatcher sirvió con
gran entusiasmo y docilidad a los súper ricos.
En 1945, cuando Thatcher tenía 20 años, los súper ricos (el
0,01%) recibían 123 veces más renta que el promedio de renta de Gran Bretaña.
Cuando cumplió 40 años, en 1965, tal diferencia de renta se había reducido a la
mitad, es decir, era 62 veces, que incluso descendió más, de manera que en el
año en que fue elegida primera ministra de aquel país, en 1978, había alcanzado
el menor diferencial, 28 veces.
Ni que decir tiene que los súper ricos odiaban este descenso
de diferencial y las políticas redistributivas en las que se había basado tal
reducción. De ahí que promovieran con toda intensidad a Margaret Thatcher, que
había mostrado, en su corto liderazgo como dirigente del Partido Conservador,
que era su mejor aliada y apuesta para el futuro.
Pero para vencer había que debilitar al Partido Laborista,
lo cual consiguió dividiéndolo. Los súper ricos apoyaron a escondidas (y a
veces no tan a escondidas) la creación del Social Democratic Party, que dividió
a las izquierdas, punto clave para explicar la derrota del gobierno Laborista.
Pero la mayor victoria de Margaret Thatcher –como ella misma indicó- fue el
cambio del Partido Laborista, convirtiéndose en el New Labor o Tercera Vía que,
una vez sustituyó al gobierno conservador, continuó las mismas políticas
neoliberales que su gobierno había iniciado.
Las políticas neoliberales de la Sra. Thatcher fueron las
mismas que las del Sr. Reagan en EEUU: un ataque frontal al mundo del trabajo y
a los sindicatos, iniciando políticas redistributivas de sentido opuesto a las
iniciadas por los gobiernos anteriores. Como consecuencia, en 1990, cuando
Thatcher abandonó el poder, los súper ricos (el 0,01%) ingresaban 70 veces más
que el promedio, políticas que fueron continuadas por el New Labor, de manera
que en el 2007 el 0,01% había logrado poseer 144 veces más que el promedio.
Mientras, según el informe “Political and Social Exclusion”
de 2013, el 50% de la población (la clase trabajadora y sectores de clases
medias) tenían menor renta en 2007 que en 1983 y se perciben firmemente
inseguros. Hoy, el 30% de la población vive en viviendas inhabitables y/o
insuficientes y el 7% no tiene para comer y están desnutridos. Una persona de
cada tres no tiene suficiente dinero para calentar su casa. Ahora bien, a los
súper ricos les va pero que muy bien, a los ricos (el otro 9% que completa la
decila de renta superior) les va francamente bien, y al 40% restante (de la
mitad superior de la población) les va bien o regular. Es al 50% restante, la
otra mitad de la población británica, a los que les va mal, y a algunos
francamente muy mal. Sería interesante que tal estudio se hiciera en España. Lo
difícil será encontrar financiación para realizarlo.
Vicenç
Navarro es Catedrático de Políticas Públicas en la Universidad Pompeu Fabra y
Profesor de Public Policy en The Johns Hopkins University