Marcelo Starcenbaum
En el año 2002, fue editado en Argentina ‘Releer Althusser’,
un libro de entrevistas a intelectuales argentinos que, de una manera u otra,
se inscribían dentro de lo que podría considerarse el althusserianismo
argentino. La mayoría de las preguntas realizadas a los entrevistados apuntaban
a cuestiones tales como cuáles habían sido las condiciones socio-políticas en
las que había leído por primera vez a Louis Althusser, qué elementos de su obra
les había permitido pensar los procesos políticos y sociales locales y
mundiales, qué balance realizaban del itinerario del althusserianismo, cuál
podía ser el legado de Althusser a comienzos del siglo XX. Sin embargo, los
entrevistadores insistían con una pregunta extraña, en apariencia, para una
problemática política e intelectual:
«¿Vivís
mejor o peor que cuando eras marxista althusseriano?». Ese mismo año,
fueron traducidos y editados en España una serie de textos del «Althusser
tardío» en un volumen titulado Para un materialismo aleatorio.
En el texto que
oficia de introducción a los textos publicados, Pedro Fernández Liria remarcaba
la radicalidad de la renovación althusseriana y advertía de la enorme deuda de
la tradición marxista con su obra. A modo de ejemplificación de lo señalado,
retomaba un comentario contundente de Gabriel Albiac, uno de los principales
lectores españoles de Althusser:
«Durante
algún tiempo, todos fuimos althusserianos o anti-althusserianos, que al fin, es
lo mismo».
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