Jorge Castañeda
Patten
Nuevos actores desde los movimientos sociales no
tradicionales están tomando protagonismo y esto reconfigura la correlación
política electoral. El reto está entre que las fuerzas progresistas sepan
conducir dicha coyuntura o que las mismas pasen desapercibidas, como ha
ocurrido en los últimos 30 años, en que sectores de conciencia alternativa han
sido superados por una masa indignada, pero sin contenido y que los partidos
políticos de derecha sí han sabido canalizar.
La conciencia del panameño común dista de una identidad como
nación, ya el pueblo no es nacionalista, es xenófobo. Es más, ni siquiera se ha
concientizado sobre las distintas naciones que viven dentro del territorio
nacional, por ejemplo el luchador pueblo Ngäbe Buglé; aún existen personalidades
y grupos completos que les llaman a los originarios ‘Nuestros Indígenas’, como
si fuesen parte del inventario en el territorio del hombre blanco
‘culturizado’. En este error caen algunos dirigentes progresistas, también al
querer instrumentalizar a los compañeros cuyas legítimas reclamaciones resultan
compatibles con los más complejos paradigmas revolucionarios.
La cultura patriarcal, racista, puritana y de consumo a la
cual han sometido a este pueblo, y acentuada desde la entrada del
neoliberalismo, no es lejana a grupos que se denominan de izquierdas. Lo que
conlleva a que en la agenda de algunos de éstos, se vea con reticencia las
causas que juzgan fuera de su correlación particular de influencias y que pasan
por las reivindicaciones de: los derechos de los pueblos originarios, los
derechos ambientales, los derechos de la mujer, los derechos sexuales y
reproductivos; todo cuanto no parezca ser típico de la contradicción
capital-trabajo.
El resultado será poco representativo, dividido, patriarcal
y escaso de actualización sobre las necesidades de la población. Una izquierda
que carezca de elementos como los mencionados, pierde el norte en lo que
debemos aspirar como propuesta alternativa para lograr un verdadero desarrollo
de la supra estructura: la conciencia y cultura en las masas.
De los Partidos Políticos tradicionales, se augura que
tendrán el rejuego de siempre, de dimes y diretes publicitarios sin ningún tipo
de contenido; ya en la práctica, se unen como clase dominante para mantener la
desposesión y la despolitización de la sociedad, por medio de herramientas
tanto estatales como privadas.
Si la izquierda, quiere participar en el tinglado electoral,
debe ser capaz de encontrarse con esa nueva experiencia: votantes de otro
perfil que no sean los del movimiento. ‘Convencer a los convencidos’ es una
práctica común en los grupos ególatras, personalistas y sectarios; que
prefieren séquitos acríticos, en vez de probar con una nueva generación que
amplíe la visión tradicional de quienes han quedado anquilosados en las
dirigencias sociales.
La izquierda tiene probabilidades de crecer a un paso
acelerado, dadas las contradicciones entre la clase dominante en nuestro país;
pero debe ser una izquierda nueva, democrática y amplia que tome las riendas bajo
otros paradigmas en la consecución táctica del Estado.
http://www.laestrella.com.pa |
La esperanza de nuestro país, desde cualquier punto de
vista, pero con la óptica progresista, la deben conducir dirigentes que puedan
dar el todo por el todo para la verdadera equidad en nuestro país; y ello tiene
que dar paso al liderazgo tanto de hombres como de mujeres de menos de 40 años,
sin prejuicios ni estereotipos machistas, etarios o raciales. He ahí la prueba
de lo revolucionario.