Beethoven ✆ Andy Warhol |
mientras él vivía. Beethoven es el símbolo que supera a todos en Alemania en los nombres de calles, de escuelas, de plazas y otros establecimientos. Y su figura ha sido impresa en estampillas de correo de cincuenta países.
Además, todos los años se realizan en Bonn homenajes al músico, junto al gran monumento con su figura que se levanta en la plaza Münster y que fue inaugurado en 1845. Esta estatua se hizo por iniciativa de los músicos Franz Liszt y Robert Schumann. Por supuesto, también en Bonn existe la plaza Beethoven, uno de los lugares más bellos de la ciudad, un parque con un tupido bosquecillo por el cual paseaba el músico en su tiempo. Y hay un bar “Ludwig”, donde se reúne siempre gente de todos los sectores del Arte. El comercio, claro, no iba a desaprovechar la popularidad de este gran músico. Y han utilizado ese nombre para popularizar sus productos. Así, existe un chocolate “Beethoven”, un brandy con 42 por ciento de alcohol, un té que lleva también ese nombre y una marca de caramelos. Como siempre, con tal de ganar, el comercio falta el respeto aún a los más representativos de la cultura. Cuando elevé mi protesta se me contestó: “Es el sistema”. El sistema trató de mantener sus figuras políticas como grandes personajes de la historia. Y justo en estos días ha comenzado la discusión sobre la figura del mariscal Von Hindenburg. ¿Quién fue Hindenburg? La representación por antonomasia del militarismo alemán. Con su nombre existen calles en muchas ciudades. Y en Berlín hay una avenida y una plaza con su nombre. Hindenburg, en la Primera Guerra Mundial de 1914/18, venció a los rusos en la batalla de Tannenberg, con un ejército con menos soldados que su enemigo. Por eso pasó a ser en su país un héroe nacional. Y por eso este mariscal fue elegido por el pueblo como presidente de la Nación. Y fue quien, como presidente, nombró el 30 de enero de 1933 nada menos a Adolf Hitler como canciller, es decir, como jefe de gobierno.
Una figura por demás discutible, ya que en 1918, cuando
Alemania perdía la guerra, Hindenburg estuvo en contra de que se iniciaran las
conversaciones para la paz. Y cuando finalizó la guerra, él calificó de
“traidores” a los alemanes que firmaron el Tratado de Paz de Versalles. En vez
de paz, él quería continuar la guerra. Una figura así siempre fue aplaudida por
los conservadores y hoy ha llegado la hora para los alemanes de debatir si su
figura fue positiva para la vida y no para la muerte. Además, la ciudad de Bonn
quiere discutir si se le quita al señor mariscal el título de “Ciudadano
Ilustre de Bonn” y se ha iniciado un debate a fondo sobre su figura. Por
supuesto, los conservadores, demócratas cristianos, sostienen que es
innecesario discutir si se le quita o no el título honorífico, ya que
Hindenburg ha muerto. Ese es el único argumento. A veces suman otro, más
superficial aún. Señalan que cambiar el nombre a esa arteria les traerá
problemas a los vecinos que viven allí porque tendrán entonces que cambiar sus
documentos personales con el cambio de nombre de la calle. Con ese argumento,
¿dónde queda la Ética? Es el mismo argumento que esgrimen los que, en la
Argentina, defienden a Roca, el que mató a miles de personas de los pueblos
originarios y restableció la esclavitud repartiendo a los prisioneros entre las
“familias de bien” para ser utilizados por ellas como esclavos.
Sea como fuere se van dando pasos adelante en la historia de
los pueblos y es positivo que se discutan estos temas. Es como si se dijera: un
ser como Beethoven que nos trajo el arte y nos entregó música sublime para
todas las horas, a él, “sí”, para siempre. Y un “no” a un hombre de la guerra
que trajo la muerte y abrió la puerta a ese fantasma llamado Hitler, amo del
racismo y el autoritarismo, culpable de la masacre más espantosa de la historia
del ser humano. Beethoven y Hindenburg. ¡Qué diferencia! Hay que aprender de la
Historia. Claro, se me dirá, hay temas más importantes como, por ejemplo,
discutir ya mismo el por qué de la crisis europea y del mundo entero y los
fracasos del sistema económico al que está sometido actualmente el ser humano.
Por supuesto, esos deben ser los temas fundamentales. Pero esas crisis se deben
a que el ser humano no ha aprendido de la historia y por eso es necesario
revisarla y terminar con los monumentos a los que nos llevaron a este mundo de
muertes, miserias y desigualdades. Y sirva como ejemplo el paso atrás que dio la
población de Suiza, al votar en contra de la iniciativa de no permitir sueldos
de más de doce veces que lo que gana un empleado medio. Teniendo en cuenta que
hay miembros de directorios de empresas que ganan sueldos que superan los 12
millones de euros anuales. El pueblo suizo rechazó este principio bien
democrático y dejó en libertad a las empresas de seguir enseñando que la más
abrupta desigualdad es una cualidad democrática. No, democracia significa no
sólo Libertad sino también Igualdad. Y lo repito una vez más: ¿Por qué los
argentinos cantamos en nuestro Himno nacional Libertad e Igualdad y no
cumplimos?
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