Una de las más importantes páginas de la historia de México
la llenan los avatares del revolucionario ruso León Davidovich Trotsky, cuando
su exilio y la persecución que sufrió del régimen stalinista le llevaron a
recalar en la capital mexicana. El revolucionario ruso León Davidovich Trotsky,
de origen judío, fue uno de los promotores de la Revolución de Octubre, que
permitió a los bolcheviques tomar el poder en noviembre de 1917 en Rusia. Su exilio y la persecución que sufrió del régimen stalinista
le llevaron a recalar México D.F., un refugio que se acabaría convirtiendo en
una trampa mortal por el atentado que acabó con su vida en 1940, obra del
español Ramón Mercader.
Modelo para refugiados políticos
Desde siempre México ha sido y sigue siendo considerado un
país hospitalario y generoso con sus visitantes, especialmente si se trata de
refugiados políticos, como los republicanos que huyeron de la dictadura del
general Francisco Franco en España, después de la Guerra Civil (1936-1939), o
los que lo escaparon de los regímenes totalitarios del Cono Sur Americano, en
los años setenta y ochenta del siglo pasado.
Casa-museo de Leon Trotsky en México |
Monumento histórico nacional desde hace 34 años, La Casa Museo de Trotsky, situada en el barrio de Coyoacán de la Ciudad de México, en el sur de esa metrópoli, es una muestra de la admirada política del derecho de asilo de este país, afirmó en una entrevista el nieto del revolucionario ruso, Esteban Volkov (Moscú, 1926), que ha participado en los actos de conmemoración del magnicidio, entre ellos una ofrenda floral y una exposición. El recinto es, además, el máximo testigo de una imborrable página de la historia contemporánea, al haber sido el escenario donde León Trotsky libró su última batalla contra el totalitarismo burocrático impuesto por José Stalin en la Unión Soviética.
Exiliado en 1929 y tras años perseguido por el gobierno
estalinista, en 1937 el revolucionario y su esposa, Natalia Sedova, fijaron su
estancia en México.
Apoyados por los artistas mexicanos Frida Kahlo y Diego
Rivera, consiguieron que el gobierno del entonces presidente Lázaro Cárdenas
les diera asilo político en el país.
La residencia familiar de la artista, la Casa Azul, situada
también en Coyoacán, fue el hogar de Trotsky hasta 1939, año en el que se
trasladaron él y su mujer a la que luego sería su fatídica última morada.
Hace casi 75 años
Cuando queda un año para que se cumplan tres cuartos de
siglo del famoso magnicidio, el único nieto del más férreo líder opositor del
gobierno de Stalin, que aún vive en México, rememoró lo que ocurrió antes del asesinato
de su abuelo a manos del militante comunista español Ramón Mercader, perpetrado
el 20 de agosto de 1940.
Volkov recuerda que en el primer año en que radicó en el
país con sus abuelos le tocó vivir el asedio de la prensa comunista mexicana,
como las publicaciones "El Popular" y "Futuro", manejadas
por Lombardo Toledano, dirigente de la Confederación de Trabajadores de México
(CTM), al que califica como el más "irascible calumniador y difamador de su abuelo, y acusa de preparar el escenario para la acción
directa, es decir, el asesinato". "En los mensajes
secretos de la época enviados por el KGB, la agencia de inteligencia de la
antigua Unión Soviética, y descifrados por el contraespionaje norteamericano,
se señala a Kitty Harris, ex amante de Earl Browder, líder máximo del partido
comunista de Estados Unidos, como la responsable de hacer llegar el dinero
procedente de Moscú por sus servicios a Toledano", relata Volkov.
Al observarse, desde el inicio de 1940, "un paroxismo
en la campaña de calumnias contra Trotsky", según añade, el exiliado
advirtió de forma metafórica que los periodistas estaban "a punto de
cambiar la pluma por la ametralladora".
Parecía un vaticinio de lo que sucedería poco tiempo
después, cuando en la madrugada del 24 de mayo de ese año la casa fue tomada al
asalto por el pintor y militar mexicano David Alfaro Siqueiros, acompañado por
una veintena de estalinistas, que abrieron fuego desde tres ángulos "con
ametralladoras Thomson, contra la habitación de mis abuelos", afirma el
nieto.
La absoluta oscuridad y rápidos reflejos de Natalia Sedova
les permitió ponerse a salvo en una esquina. Los atacantes también vaciaron la
carga de una pistola automática en la cama donde debía estar durmiendo Volkov,
en la habitación vecina. El pequeño, al tirarse rápidamente al suelo y
arrinconarse, solo recibió una rozadura de bala en el pulgar del pie derecho.
El ataque contó con la complicidad de Robert Sheldon Harte,
un joven asistente norteamericano de Trotsky, "aparentemente en
connivencia con los asaltantes", quién partió con ellos y fue
posteriormente asesinado en el Desierto de los Leones, en las afueras de la
capital mexicana, por un cuñado de Siqueiros.
Pese al fracaso, la víctima sabía que la tregua iba ser
corta y tenía el convencimiento de que Stalin llevaría a cabo otro atentado.
El verdugo catalán
No hubo que esperar a la tercera para que fuera la vencida.
El segundo intento fue el definitivo y concedió un lugar en la historia, al
hasta entonces casi desconocido espía español, natural de Cataluña, Ramón
Mercader, "un hombre de Stalin que con el alias Frank Jacson" se había convertido en pareja de la
trotskista norteamericana Sylvia Ageloff, había viajado con ella a México y se
había acercado a mi abuelo, simulando motivos de trabajo y aparentando no tener
ningún interés en tener trato alguno con su víctima", según Volkov.
Un día, inesperadamente, pidió que Trotsky le revisara un
pequeño artículo sobre la conveniencia de defender o no a la Unión Soviética,
un tema polémico en el seno del partido trotskista norteamericano.
Según Volkov, "mi abuelo estuvo imposibilitado de negar
tal favor, dado lo servicial y generoso que había sido Jacson con los camaradas
de la casa de la calle Viena", ubicada en Coyoacán, donde hoy radica el
museo, visitado por miles de personas todos los años.
Mercader llegó a realizar dos visitas a su despacho. La
primera, con el supuesto escrito, únicamente fue de reconocimiento del lugar, y
la segunda fue para cumplir el mandato de Stalin.
Tan pronto como Trotsky se inclinó sobre el artículo,
Mercader desde atrás le pegó en la cabeza con un piolet de alta montaña de
mango recortado, que llevaba oculto en un impermeable, narra Volkov.
Gracias a su gran vitalidad y a pesar de sus sesenta años de
edad, el revolucionario ruso aun pudo entablar una lucha con el asesino y
proferir un atronador grito que alertó de inmediato a los guardias, lo que
evitó que el verdugo escapara como había planeado.
Su madre, Caridad Mercader, y el agente de inteligencia
soviético Nahum Eintingon, apodado Kotov
y considerado el cerebro del atentado, lo esperaban en un vehículo en
una calle cercana a la casa. "No lo
maten, debe hablar, indicó dificultosamente el abuelo recostado en el piso del
comedor con la cabeza ensangrentada, rodeado de Natalia y varios secretarios,
al oír los quejidos del asesino desde su despacho", narra Volkov.
"Mantengan al
niño alejado no debe ver esta escena" también alcanzó a decir el hombre
moribundo, al oír los pasos del nieto en la biblioteca vecina.
"Tras el
asesinato hubo una consigna desde Moscú de hacer desaparecer ese lugar
histórico. Estalinistas infiltrados en el gobierno mexicano intentaron en
varias ocasiones el desalojo de la familia, para convertir la casa en una
guardería infantil u oficinas institucionales. La rápida intervención del
General Lázaro Cárdenas impidió estas maniobras", señala Volkov, que
hasta 1974 ocupó el inmueble con su familia, formada por su esposa Palmira,
originaria de Madrid, y sus cuatro hijas, Verónica, Nora y las gemelas,
Patricia y Natalia.
Mis hijas disfrutaron mucho la casa, por el espacioso jardín
que tenían para jugar y dando muchas veces visitas guiadas en el museo, apunta.
Natalia Sedova, esposa de Trotsky, solo vivió en el recinto
hasta 1961, año en que viajó a París para visitar unas amistades. Falleció en
enero de 1962 en la localidad francesa de Corbeil.
Actualmente sus cenizas descansan junto a las de León
Trotsky en el monumento erigido en el centro del jardín de la Casa Museo,
diseñado por el reconocido arquitecto mexicano Juan O'Gorman.
En el recinto, destino ineludible de todo turista que llegue
a México con ganas de saber algo más de la historia universal, se pueden
visitar actualmente el comedor, el estudio donde fue asesinado el
revolucionario, su dormitorio, el de su nieto, el vestidor y el baño.
La reivindicación de
Trotsky
La figura de Trotsky permanece todavía hoy en la penumbra en
su país. Durante años, las autoridades soviéticas hicieron oídos sordos a las repetidas
demandas de familiares y amigos de que se anulasen los falsos cargos judiciales
en su contra y de su hijo León Sedov. "Las
calumnias y difamaciones han seguido a la orden del día por parte de todos los
gobiernos rusos, sin faltar Mijail Gorbachov y el actual gobernante, Vladimir
Putin", se lamenta Volkov.
La denuncia de León Trotsky sobre la ilegitimidad del
gobierno burocrático de Stalin, surgido de la traición y usurpación de la
revolución socialista de 1917 tiene, por lo que se ve, plena vigencia hasta
nuestros días en Rusia, para todos los gobiernos de turno, reivindica el nieto,
que sin embargo se considera la persona más afortunada de mi familia. “Viví episodios difíciles, una vida agitada
en un escenario de gran interés y tengo la gran suerte de haber
sobrevivido", confiesa.
En cuanto al nombre de Esteban, fue elegido por el mexicano
Adolfo Zamora, el que fuera estrecho amigo y apoderado legal de Trotsky, además
de tutor de Volkov, a petición del abuelo y "considerando lo poco
usual" de su nombre original, Sieva o Vsievolod.
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