Multiculturalismo ✆ Sara |
Donde quiera que residan grupos humanos, siempre ha habido
quienes de algún modo se consideran más indígenas de la región que otros. Los indígenas han
tendido a utilizar una retórica de pureza cultural, que ellos consideran que es
profanada o está amenazada por otros que son marginales o de nuevo arribo a la
región, y que como tal tienen menos derechos que los grupos indígenas (o ningún
derecho, para el caso). La respuesta de este último grupo ha sido reclamar
alguna de las versiones del multiculturalismo. Es decir, han argumentado en
favor de acordar derechos iguales para todos (o casi todos) los residentes, sea
que compartan o no algunas de las prácticas culturales de la población
autodefinida indígena.
Los humanos siempre se están movilizando, por muchas
razones. Una de ellas es la devastación ecológica del área de la cual se
salieron. Otra es la atracción hacia un estándard de vida más alto en alguna
otra parte. Una tercera motivación es que por alguna razón se les persigue y
expulsa del área de donde salen. La realidad es que, si rastreamos las líneas
de descendencia lo suficiente lejos hacia el pasado, nadie se encuentra donde
alguna vez estuvieron sus ancestros. Todos somos migrantes. Nadie de nosotros
somos indígenas a menos que suprimamos la realidad histórica.
Con toda seguridad, en las décadas recientes este punto ha
ocasionado las más agudas contiendas, por dos simples razones. Los avances tecnológicos
en transportes y comunicaciones vuelven mucho más fácil migrar más lejos y más
pronto que en épocas anteriores. Y la polarización del sistema-mundo es mucho
mayor, haciendo que sea considerablemente más tentador para las personas de los
países más pobres el mudarse a países más ricos.
Además, el hecho de que vivamos en medio de la crisis
estructural del sistema-mundo moderno ha significado que la tasa de desempleo
real aumentara muy abruptamente. Por tanto, la búsqueda de chivos expiatorios
ha provocado que se mire a los migrantes como la supuesta causa de las altas
tasas de desempleo de los países más ricos.
La tendencia de trepar la escalera de riqueza de los países
se aplica por supuesto a personas del Sur Global que migran al Norte Global.
Digamos de México a Estados Unidos, de Marruecos a Francia, de Filipinas a
Japón. Aplica también a regiones mucho más abajo en la escalera de la riqueza.
Digamos de Guatemala a México, de Mozambique a Sudáfrica, de Paraguay a Brasil.
En cualquier caso, siempre hay una reacción del país receptor exigiendo la
exclusión o la expulsión de los inmigrantes, y lo ostensible es que sea para
conservar los empleos en el país receptor, y también para conservar la llamada
cultura indígena.
La retórica contra el multiculturalismo sirve (y se intenta
que sirva) para hacer que los votantes de izquierda en cualquier país respalden
a quienes utilizan el lenguaje xenofóbico de la derecha y de los movimientos de
extrema derecha. Y sin duda es frecuente que logren hacer esto. La retórica a
favor del multiculturalismo sirve (e se intenta que sirva) para lograr que los
votantes relativamente centristas respalden a los movimientos más hacia la
izquierda como baluarte respecto de la xenofobia. Y sin duda es frecuente que
así suceda.
¿Qué es lo que sabemos que ocurre en realidad en casi todos
los países? De un modo u otro, todos los países son multiculturales. Es decir,
hay grupos o personas que mantienen prácticas culturales distinguibles. Tienen
diferentes religiones, lenguajes o costumbres matrimoniales. Estas costumbres
diferentes se buscan con diferentes grados de diligencia. En los periodos que
no son demasiado estresantes en términos económicos, hay un buen margen de
interacción afable entre personas de diferentes grupos, y con frecuencia y un
grado considerable de matrimonios entre éstos, haciendo que las distinciones
entre los grupos sean todavía menos importantes o más difíciles de discernir.
Sin embargo, en otros momentos de estrés económico, los
temas xenofóbicos crecen en importancia en el discurso popular y con frecuencia
conducen a agudas contiendas. Los hijos de los matrimonios entre los grupos son
forzados a jurar lealtad a uno u otro grupo. Los países se tornan más
proteccionistas. La libertad legal de movimiento entre las fronteras se vuelve
más difícil. Hay un considerable incremento en la violencia de todo tipo.
Con toda seguridad, necesitamos distinguir entre diferentes
situaciones en términos de demografía. Ha habido zonas en las que una población
existente quedó sumergida por una población inmigrante relativamente grande y
fuerte que barrió (o subordinó por completo) a los grupos que ahí existían.
Piensen en los taínos de las islas del Caribe o los fidjianos que enfrentaron
una inmigración hindú en el Pacífico.
Y también existen inmigraciones de personas acaudaladas del
Norte Global hacia las zonas donde pueden comprar la tierra anhelada. Por lo
general elevan los costos y fuerzan a los grupos que ahí habitaban a pasar a
existencias marginales. Esto ocurre ahora por todo el planeta en las zonas que
son climáticamente más deseables.
Los reclamos de los grupos indígenas en pos de
mantener sus patrones culturales y sus valores colectivos tienen una tonalidad
bastante diferente en el caso de ser una resistencia a la inmigración de grupos
que están al fondo de una escala social que cuando se trata de personas que se
sitúan en la cúspide de esa escala. Y aquí surgen los dilemas.
¿Somos acaso capaces de entender y actuar ante esta
distinción? ¿Podemos emprender políticas sensiblemente diferentes en cada uno
de estos casos? ¿Podemos, en efecto, respaldar la inevitable y deseable forma
de un multiculturalismo que sea la base de un intercambio pacífico de valores
culturales? ¿O sucumbiremos a las limpiezas étnicas xenofóbicas por todo el
mundo?
Traducción del inglés por Ramón
Vera Herrera
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