Cuando Obama reconoció cínicamente que Venezuela no es una
“amenaza”, que se usó esa expresión para cumplir con una formalidad “necesaria”
para aplicar las sanciones a “algunos funcionarios” venezolanos, que con ella
“no se busca derrocar al gobierno” ni está dirigida contra el país o sus
instituciones, no está dando marcha atrás en su política injerencista. Solo
está lanzando un pote de humo para manipular y distraer la opinión interna y
externa. Pretende restarle importancia y banalizar el alcance de un instrumento
extralegal, violatorio del derecho internacional y de la Carta de la ONU, que
fue concebido para chantajear y “doblarle el brazo” no solo a Venezuela, sino
a toda América Latina y el Caribe, como bien lo afirmó el Presidente Evo
Morales en su extraordinaria intervención en la Cumbre.
Esta postura irreductible de un imperio decadente que en sus
relaciones con la región coloca en primer plano la contradicción Estado
Nación-Dominación Imperialista, es un acicate para la profundización de la
integración nuestroamericana. En la ruta hacia un mundo pluripolar emergente,
se vislumbran nuevos horizontes en los acuerdos de cooperación CELAC-China y su
articulación con el nuevo sistema financiero de los BRICS.
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