Ríos de tinta corren sobre Grecia. Los
apóstoles del pensamiento único del libre mercado se dirigen a los fieles desde
los púlpitos que la prensa “libre” ha preparado para ellos. Las pizarras, tan
de moda en el prime-time político actual, echan fuego. Sobre ellas,
los expertos economistas escupen un dato tras otro, incansables en su labor
evangelizadora, con el noble fin de que al ciudadano medio le quede marcada a
fuego la ortodoxia del libre mercado. Una ortodoxia que señala a la propia
Grecia como principal culpable de la crisis de deuda helena, y a sus
responsables gubernamentales como radicales irreflexivos que se valen de la
demagogia y el populismo para conducir al pueblo griego al abismo del
desabastecimiento.
Y en esta campaña para culpabilizar a
Grecia y a su Gobierno, no han estado sólo los gobernantes conservadores y los
medios de comunicación, sino que han contado con la inestimable ayuda de la
socialdemocracia tanto la gobernante como la opositora.
Desde el mismo día de la llegada de Tsipras
al Gobierno, la socialdemocracia no le ha concedido respiro. Se podrá estar de
acuerdo o no con la forma de encarar las negociaciones con tal o cual
propuesta, ese no es el problema, lo extremadamente grave es que ante el
tremendo dolor al que se somete al pueblo griego, los “progresistas” europeos
no se hayan situado inequívocamente al lado de él y enfrentándose a la política
de la troika; ese es el problema de fondo ante el que no sólo cualquier
progresista sino cualquier persona con sensibilidad social tiene que definirse.
A nadie se le escapa que el problema griego
no es ni un problema contable, ni un problema estrictamente económico es un
problema de carácter político, es un problema de castigar a aquel que no
comparte la política de austeridad que ha sido sistemáticamente denunciada por
todo tipo de analistas e informes, incluida la Administración Obama y la
Reserva Federal. Trasciende al caso griego aunque este le represente. Y en ese
pulso, y en esa pugna la socialdemocracia europea ha estado de forma clara en
el lado de Merkel. Las demandas de otra Europa que sacan a pasear en las
campañas electorales no aparecen en el debate y la pugna actual; todavía muchos
podemos recordar cómo miles de socialistas aplaudían entusiasmados a Schultz en
la campaña de las europeas de mayo del 2014 cuando denunciaba la austeridad y
el hambre en el Sur y hablaba del proyecto europeo del S&D.
Papeles, textos, discursos, conferencias
quedan convertidos en palabras que bajo nuestro punto de vista no se debería
llevar el viento en cuanto hay un conflicto real con los poderes establecidos.
Es triste que cuando esto sucede, sólo aparece la supeditación, la
justificación y como mucho el matiz irrelevante. Grecia es un ejemplo pero el
TTIP es otro donde los S&D europeos avalan el oscurantismo y el contenido
profundo del mismo y se limitan a matizar los aspectos más difícilmente
vendibles para la ciudadanía.
Un ejemplo claro ha sido el rechazo de
todos los partidos socialistas al referéndum, la delegación española en el
Parlamento Europeo firmaba un comunicado alineado claramente con las tesis
germanas: “La convocatoria de un
referéndum para el próximo domingo en Grecia ha situado la negociación al borde
del precipicio. Es un recurso legítimo del gobierno griego, pero enormemente
arriesgado para Grecia porque podría acabar dividiendo peligrosamente a su
pueblo y quizás dejándolo fuera de la Unión”. Si esto no es un chantaje que
venga Zeus y lo vea. En este texto, está el compendio de la deriva
socialdemócrata; convocar al pueblo es lo que rompe la negociación, una
consulta divide y ella abre la puerta de salida de Grecia de la Unión. La
agresividad contra el referéndum y gobierno griego de relevantes dirigentes
socialistas llama poderosamente la atención en un tiempo donde una y otra vez
se nos ha repetido que frente al poder de los mercados había que recuperar el
poder de la política, que es el único instrumento de los débiles y que son las
nuevas mayorías políticas las que pueden dar la vuelta a la política de la UE,
efectivamente muchísimos socialistas pensamos que si Zapatero hubiese convocado
al pueblo, en referéndum o en elecciones en aquel mayo del 2010 donde se
iniciaron los recortes y la ruptura con la política redistributiva,
posiblemente no hubiésemos tenido cuatro años negros de mayorías absolutas del
PP y muy posiblemente el PSOE no hubiese perdido a chorros el apoyo popular.
Después del resultado del referéndum donde
importantes dirigentes socialdemócratas habían hecho una apuesta inequívoca
contra Tsipras y el No, como el alabado Schultz: “Si los griegos votan no tendrán que introducir otra moneda en su
economía, porque no tendrán más euros a su disposición como medio de pago”.
O el otrora izquierdista Sigmar Gabriel y ahora chambelán de la señora Merkel: “Tsipras ha roto todos los puentes con
Europa”, tampoco los partidos socialistas en el Gobierno, como Hollande o
Renzi; o en la oposición, como el resto, han dado un golpe político en la mesa
para cambiar el rumbo de los acontecimientos, han seguido entregados en manos
de los tecnócratas que piden contrapartidas con las caídas de las pensiones,
los salarios y reducción del enflaquecido Estado griego.
Los resultados de la política de la troika,
de Bruselas y del Bundesbank son demoledores, no es cuestión de realizar una
larga enumeración pero sí de señalar algunas cuestiones para ver la dimensión
de la crisis. El PIB Griego ha caído alrededor de un 25 %, es una contracción
parecida a la de los países que han sufrido una guerra. La contracción española
sólo llegó al 3,7%. La deuda pública que siempre se sitúa como uno de los
grandes objetivos de las medidas de austeridad, no ha disminuido sino pasado
del 126% en 2009 al 180% en estos días. Paro incrementado en 17 puntos,
pensiones reducidas hasta un 48%, 256.000 funcionarios menos y podríamos
seguir. Pero la siguiente cuestión es a dónde ha ido el dinero del rescate, lo
decía taxativamente uno de los directores ejecutivos del FMI, Paulo Nogueira: “El rescate griego sirvió para salvar a los
bancos franceses y alemanes”. Efectivamente, más del 85% de los 230.000
millones prestados han vuelto a los bancos para los que parecen que trabajan
los representantes políticos incluidos los dirigentes socialdemócratas. El
Informe del FMI del pasado jueves y el informe del Comité de la verdad sobre la
deuda inciden en lo mismo, a saber; en la imposibilidad de salida sin un giro
en la política de la UE. Como señala muy acertadamente el analista financiero
Juan Ignacio Crespo: “Es verdad que
Grecia no podrá pagar su deuda. Pero ni Grecia, ni ningún otro país si tuviera
que hacerlo. Ni siquiera EEUU”. Y eso es además una constante de la
historia de la economía mundial, el default es un elemento regulador
de la sobrevaloración del sistema.
Que las recetas no funcionan, es obvio para
cualquiera, aunque no sea un experto en economía. Que es preciso cambiar de
patrón de crecimiento también resulta, ya sea basándose en los factores
puramente económicos, o en factores de tipo social, más que evidente. Que la
obcecación por el mismo tipo de medidas de mal llamada austeridad, denota un
claro fanatismo interesado resulta visible para cualquiera con un mínimo de
criterio propio. La pregunta que queda pendiente se antoja obvia. ¿Por qué
nadie levanta su voz contra este abuso? ¿Se ha vuelto loca toda Europa? ¿Dónde
está la socialdemocracia europea? ¿Para cuándo una política sistemática e
intensa para convertir el BCE en el Tesoro Único europeo? ¿Para cuándo la
modificación del papel de prestamista a los bancos privados y no a los bancos
centrales, para que aquellos hagan pingues beneficios con el diferencial de
compra y venta del dinero? ¿Para cuándo políticas realmente activas para la
generación de empleo y no la competencia vía la bajada salarial? ¿Para cuándo
la emergencia social va a estar por delante de la emergencia bancaria?
Desgraciadamente la socialdemocracia en Europa navega en el mismo barco que
pilota Merkel, sus propuestas no pasan de ser declaraciones fútiles que cuando
llega la hora de la verdad no se aplican. En ese barco muchos socialistas no
queremos navegar.
Terminemos con un referente moral,
intelectual y ético con el que si se puede construir Europa, un alemán al que
su condición nacional no le condiciona su visión universal, Jürgen Habermas: “La Unión Monetaria seguirá siendo inestable
mientras no se complete con una unión bancaria, una unión fiscal y una unión
económica. Esto significa, si no queremos reducir la democracia a un decorado,
convertir la unión monetaria en unión política”.
Núria Parlón es viceprimera
secretaria del Partido Socialista de Cataluña y alcaldesa de Santa Coloma
de Gramenet (Barcelona); Beatriz Talegón es ex dirigente de las
Juventudes Socialistas y Enrique del Olmo es militante socialista
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