Miguel Ángel Beltrán |
La controversia en torno al reconocimiento
del colega Miguel Ángel Beltrán revela, al menos, dos posturas. Por un lado,
quienes, al parecer, estiman como ciertos sus vínculos con la insurgencia y
están de acuerdo con la destitución por parte de la Procuraduría y su actual
detención. Por otro lado, quienes identifican vicios en tal procedimiento, ven
en el fallo del Procurador una amenaza contra la libertad de cátedra e
investigación, y esperan que el proceso jurídico esclarezca su situación
jurídica. Quienes firmamos esta declaración nos inclinamos por la segunda
opción, y por tanto entendemos como legítimo el reconocimiento a Miguel Ángel
Beltrán como egresado, porque si bien ha perdido la libertad, no ha perdido sus
derechos morales ni cesado su producción académica. Vemos con preocupación, sin
embargo, que la difusión de la polémica ha alimentado la polarización en
nuestra universidad.
Algunos pronunciamientos de colegas de la
Universidad Nacional, motivados por el rechazo al mencionado reconocimiento,
han desoído al Consejo de Facultad de Ciencias Humanas que aclaró que este no
se otorgó a Miguel Ángel Beltrán como profesor activo sino como egresado.
Desconocer esta aclaración no fue inocuo: permitió congregar a quienes
sintieron incomodidad porque se le hubiera reconocido como profesor activo y a
la vez sirvió para enfilar las baterías para proclamar la crisis de la
Universidad Nacional, cuyo signo principal sería la politización y la captura
de la academia por grupos radicales. Las voces de alarma no atribuyen
responsabilidad a los paramilitares–lo que nos debería inquietar, pues ya
varios docentes y estudiantes han sufrido las amenazas de Las Águilas Negras–,
sino a una supuesta infiltración de extremo izquierdistas.
Con
curiosidad académica nos preguntamos si el principal problema de las
universidades públicas es la supuesta infiltración izquierdista que terminaría
desvirtuando su función académica. Reconocemos que, para bien o para mal, la
trayectoria de la Universidad Nacional ha estado ligada con la historia de la
nación, y que tanto la guerra como la paz la afectan. Más aún, no negamos que
en nuestras aulas hay personas de pensamiento extremo, pero creemos que
–mientras esgriman solo los argumentos del conocimiento– son expresión de la
pluralidad que debe regir a las instituciones universitarias. Aún si
discrepamos de las posiciones intelectuales extremas, no se les puede atribuir
la crisis. Pensamos, en cambio que las causas de los graves problemas de las
universidades públicas y en concreto de la Universidad Nacional, yacen en
asuntos como la penuria presupuestal, el pasivo pensional, el deterioro de la
planta física, para no hablar de la creciente precariedad de la nómina.
Otra parte del argumento de los críticos de
la decisión del Consejo de Facultad es que la academia, y en particular nuestra
Universidad, está siendo capturada por la política. Aflora aquí una visión
maniquea de la política como si ésta fuera una actividad moralmente degradada
ante una supuesta academia aséptica e incontaminada, ella sí moralmente buena.
Nos preguntamos, empero, si temas como la guerra y la paz, las demandas de los
movimientos sociales y de las víctimas, los trabajos de la memoria y demás
asuntos en los que la Universidad Nacional está participando en el escenario
del pos acuerdo, son ajenos a la política. Por supuesto que no lo son: no
debemos olvidar que somos parte de una sociedad que se debate hoy entre la
guerra y la paz, entre otros asuntos políticos que atañen al ejercicio
académico.
Es claro que en este asunto no hay acuerdo.
No lo habrá seguramente, pues el debate y la confrontación de posiciones
diversas son el alma de la vida universitaria. Por ello, hemos de aprender a
conversar con perspectivas analíticas distintas y prepararnos para convivir con
quienes hayan abandonado las armas. Esa es la tarea de la universidad pública y
ese es el llamado del momento histórico actual: valorar las diferencias, más
que despreciarlas y condenarlas; construir en medio de la divergencia, discutir
con respeto por los otros, con argumentos académicos y evitar la polémica
sorda. No serán las estigmatizaciones como las que ha sufrido Miguel Ángel
Beltrán o quienes lo defienden, incluso calificándoles como auxiliares de las
Farc, con todos los riesgos que ello conlleva en nuestro país, las que nos
conduzcan por la senda del diálogo democrático y académico. También reconocemos
que tampoco llegaremos a él por medio de la estigmatización de quienes se
opusieron al reconocimiento al colega Miguel Ángel Beltrán.
Consideramos que algunos medios de
comunicación han abordado el tema de una manera desenfocada y tendenciosa, pues
una vez más la Universidad Nacional de Colombia y, por extensión, las
universidades públicas del país, son descalificadas y señaladas por opiniones
que les atribuyen el origen del conflicto armado. Tales ataques hacen flaca
justicia al papel que ha cumplido nuestra universidad en la construcción de una
nación más democrática, justa e incluyente, y a la labor de varias generaciones
de académicos y académicas que han cultivado el conocimiento, la docencia y la
investigación en distintas áreas del saber científico, humanístico y artístico,
contribución que el país entero no puede desconocer. Más aún cuando en este momento
la Universidad Nacional juega un papel fundamental como facilitadora y garante
de los Diálogos de Paz en La Habana entre el Estado y la insurgencia armada. Y
ese papel será aún mayor en los años por venir en el escenario del pos acuerdo.
El momento del país exige hechos de
generosidad. Convocamos al diálogo amplio entre integrantes de la comunidad
académica y de cara a la opinión pública, para comenzar a reconocer estas
diferencias sin la mutua descalificación, para debatir razonadamente sobre las
causas y soluciones de la crisis del sistema universitario así como para
deliberar acerca del papel de las universidades públicas, y en particular de la
Universidad Nacional de Colombia, en la construcción de paz en el escenario del
pos acuerdo.
Lista parcial de quienes firmaron y suscribieron el documento, todos ellos profesores de las de alguna de las siguientes Universidades colombianas:
Universidad
Nacional de Colombia
Universidad de Caldas
Universidad de Antioquia
Universidad Distrital F.J de Caldas
Universidad Pedagógica Nacional
Universidad del Valle
Universidad de Nariño
Universidad del Tolima
Universidad de Cundinamarca
Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca
Pontificia Universidad Javeriana
Universidad de los Andes
Universidad de la Salle
Universidad Santo Tomás
Universidad Jorge Tadeo Lozano
Universidad Sergio Arboleda
Universidad Central
Universidad Externado de Colombia
Universidad de Caldas
Universidad de Antioquia
Universidad Distrital F.J de Caldas
Universidad Pedagógica Nacional
Universidad del Valle
Universidad de Nariño
Universidad del Tolima
Universidad de Cundinamarca
Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca
Pontificia Universidad Javeriana
Universidad de los Andes
Universidad de la Salle
Universidad Santo Tomás
Universidad Jorge Tadeo Lozano
Universidad Sergio Arboleda
Universidad Central
Universidad Externado de Colombia
Claudia Patricia Sierra
Dora Isabel Díaz Susa
Juan Carlos Celis Ospina
Mara Viveros Vigoya
Mario Bernardo Figueroa
Mario Hernández Álvarez
Marta Zambrano
Mauricio Archila Neira
Nubia Yaneth Ruiz Ruiz
Patricia Jaramillo Guerra
Patricia Rodríguez Santana
Ricardo Arcos Palma
Rosembert Ariza Santamaría
Susana Barrera Lobaton
Sylvia de Castro Korgi
Yolanda López
Alejandra Jaramillo
Leopoldo Munera Ruiz
Álvaro Zerda Sarmiento
Alonso Correa Toro
Álvaro Rivas GuzmánAstrid Ulloa
Beatriz Martínez
Carlos Guillermo Paramo
Carmen Lucía Díaz
Carolina Jiménez
Catalina Toro Pérez
César Augusto Giraldo
Daniel Libreros
Darío Restrepo
Dioscórides Pérez
Dora Inés Munévar Munévar
Edgar Novoa
Eduardo José Vega
Eduardo Sáenz Rovner
Enrique Rodríguez Pérez
Eric Naves
Eucaris Olaya
Federico García Naranjo
Fernando Mauricio Parra
Francisco Javier Serna
Jaime Caycedo Turriago
Jairo Ernesto Luna
Jairo Estrada Álvarez
Jairo Orlando Villabona
Julio Quiñones
Ligia Cortés
Luis de la Rosa
Luz Gabriela Arango
Manuel Ruiz Montealegre
María Claudia del S. Nieto
María Elvira Naranjo
María Teresa Pinto Ocampo
Mario Opazo
Mauricio Torres Tovar
Melba Libia Cárdenas
Mery Constanza García
Nancy J. Molina Achury
Néstor Darío Duque Méndez
Nicolás Montoya Monsalve
Nohora García
Olga del Pilar Vásquez Cruz
Oliverio Ramírez Garzón
Oscar Mejía
Oscar Quintero
Plinio del C. Teherán
Rafael Malagón
Rafael Suárez Eugenio
Ramón Elberto Uribe Gálvez
Ramón Uribe
Santos Alonso Beltrán
Sonia Vargas Martínez
Stanley Simón Malinowitz
Tania Pérez Bustos
William Alfonso López Rosas
William Chavarro Rojas
Ximena Pachón
Yusmidia Solano Suarez
Carlos Jiménez
Rosario Rojas Robles
Adriana González Gil
Gabriel Ignacio Gómez
Jaime Rafael Nieto López
Jorge Mahecha Gómez
Luis Javier Robledo Ruiz
Luis Vidal
María Roció Bedoya Bedoya
Marta Lucia Giraldo
Omar Alonso Urán Arenas
Orlando Arroyave Álvarez
Rafael Rubiano Muñoz
Sara Yaneth Fernández
Gabriel Gallego Montes
Alejandro Gamboa Medina
Carmen Helena Guerrero
Elkin Darío Agudelo
Frank Molano Camargo
Harold Vacca González
Héctor Orlando Pinilla
Jorge Peñuela
Juan Carlos Suzunaga
Ricardo Castaño Tamara
Ricardo Gordo Muskus
Rosendo López González
Alfonso Torres Carrillo
Ángela Castaño
Blanca Inés Zamudio
Carlos Eduardo Valderrama
Jeritza Merchán Díaz
Juan Manuel González Cruz
Piedad Ortega
Rocío Rueda Ortiz
Sandra Patricia Rodríguez
Yeimy Cárdenas Palermo
Antonio José Echeverry
María Mercedes Ortiz
Robert Behar Gutiérrez
Julián Sabogal Tamayo
Axel Rojas
Andrés Tafur Villareal
Beatriz Jaime Pérez
Adriana Isabel Orjuela
Carolina Mendoza Peñuela
Carlos del Cairo
Diana Ojeda
Donny Meertens
Eduardo Restrepo
Efrén Piña Rivera
Jefferson Jaramillo Marín
Julio Arias Venegas
Mauricio Caviedes
Ochy Curriel
Oscar Saldarriaga
Rafael Antonio Díaz Díaz
Rigoberto Rueda Santos
Samuel Vargas Mahecha
Santiago Castro-Gómez
Alhena Caicedo
María Alejandra Tapia
Vladimir Sánchez Calderón
Clara Inés Carreño Manosalva
Javier Ricardo Salcedo Casallas
Saúl Franco Agudelo
Elkin Rubiano
Diego García Ramírez
Andrea Neira
Tatiana Gutiérrez Alarcón
Daniel Aguilar Rodríguez
Roberto Lleras