Lenin ✆ A.J. Kostjucenko |
Pусский |
La lógica dialéctica estudia ideas y principios para la construcción de una cosmovisión científica; no es solo una ciencia más situada junto a otras, sino el ‘espíritu vivo’ de todo conocimiento científico. Se entiende así el esfuerzo de la filosofía burguesa por establecer el monopolio relativo al estudio de la ‘lógica de la ciencia contemporánea’.
La actualidad de un estudio que desarrolle la lógica desde
la posición del materialismo dialéctico, en base a la teoría leninista del
reflejo, se deriva de que sólo por esta vía se pueden encontrar refutaciones
convincentes a las modernas falsificaciones idealistas de los problemas
teórico-epistemológicos y trazar perspectivas reales para un desarrollo
fructífero de la ciencia.
La idea de que solo la dialéctica, y más concretamente la
dialéctica materialista, puede jugar el rol de lógica del conocimiento
científico actual, es el leitmotiv en las obras de Lenin. En la incomprensión
de esta ‘esencia’ de la dialéctica, Lenin ve el principal defecto de la
interpretación de la misma hecha por Plejánov, demostrando que la ignorancia
del aspecto lógico de la dialéctica conduce precisamente a la reducción a la
misma a una ‘suma de ejemplos’ que corrobora verdades exactas, pero de sobra
conocidas. De esta forma, la propia dialéctica pierde su cohesión interna y su
cientificidad; y si en las expresiones populares este defecto puede ser incluso
tolerable hasta cierto punto, se torna totalmente inadmisible en lo relativo a
la exposición científica de la dialéctica.
‘Las leyes de la lógica son esencialmente el reflejo de lo
objetivo en la conciencia subjetiva humana’, anota Lenin. En esta breve fórmula
aforística se introduce orgánicamente (que no se liga mecánicamente) un
entendimiento preciso del carácter objetivo de las leyes y categorías de la
dialéctica y la exposición de su rol activo en el proceso de desarrollo de
conocimientos, su función lógica dentro de la estructura de una cosmovisión
científica creadora. Lo objetivo sin lo subjetivo no se puede entender ni, por
tanto, expresar correctamente; en esto insiste Lenin constantemente. No se
puede demostrar la objetividad de las leyes y categorías de la dialéctica
abstrayéndose de la investigación del proceso de conocimiento, de la
investigación de la historia del conocimiento y la técnica, del proceso de
reflejo del mundo objetivo en la conciencia del hombre. El examen por separado
de estos aspectos anula al uno y al otro al mismo tiempo. En la realidad, la
objetividad de las leyes y categorías dialécticas no le es dada al ser humano
de forma inmediata, como un mapa preparado y presentado a la intuición (al
estilo de un conjunto de ‘ejemplos’), sino que se revela solo en el tránsito de
una largo y trabajoso desarrollo de las ciencias naturales y la técnica, así
como de las ciencias y las prácticas sociales. Dicha objetividad penetra en la
conciencia humana solo como resultado, como suma, como deducción de la historia
del conocimiento del mundo.
Esto es lo principal: si la lógica es una ciencia, y no solo
una descripción empírica de ciertos ‘procedimientos’, ‘métodos’ y ‘reglas’
utilizados en la ciencia actual, entonces debe justificar el significado
objetivo de sus posiciones y recomendaciones. En otras palabras: está obligada
a demostrar que las leyes del pensamiento formuladas por ella no son simples
deseos y consejos que puedan o no seguirse, sino formas y leyes dentro de cuyos
límites se desarrolla el pensamiento de cualquier teórico, si es que este
pensamiento es científico. De otro modo, desaparece cualquier diferencia entre
dicho pensamiento científico y los caprichos de la imaginación, es decir,
cualquier posibilidad de construir la lógica como una disciplina científica
cuyas aspiraciones tengan carácter objetivo, carácter de verdades científicas
que no dependan de la arbitrariedad de tal o cual investigador.
La historia de la filosofía ha mostrado con claridad que
cualquier intento de probar el carácter universal y necesario (y, por tanto,
obligatorio) de las normas lógicas del pensamiento por otro camino distinto a
la teoría marxista-leninista del reflejo está condenado a un estrepitoso
fracaso, ya que la objetividad de las formas y leyes lógicas no puede basarse
en referencias a la ‘naturaleza del pensamiento en sí’, a la ‘unidad
trascendental de la apercepción’ o a la ‘naturaleza divina de la idea
absoluta’, regida desde el interior por el pensamiento.
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