Especial para La Página |
El alumno bien entrenado, aquel que ha construido fina y
tediosamente su oficio a lo largo de años de estudio, sabe que ante la pregunta
del profesor lo mejor es responder aquello que él espera escuchar. Nada de
innovar durante el período de formación. La palabra del titular de la cátedra o
sus adjuntos son palabra santa. Thomas Kuhn no se equivocaba cuando insistía en
el carácter dogmático de la formación del científico. Repetir el dogma,
asimilarlo, hacerlo carne ante la adversidad es la tarea. Para los inquietos revolucionarios dispuestos a patear el
tablero, la formación académica y los rituales propios de las instituciones de
investigación, junto con el tedio del proceso de trabajo constituyen todo un
desafío. Tal vez, hasta más dificultoso que la propia búsqueda misma del
conocimiento innovador.