En caída libre Ruben L. Oppenheimer [Holanda] |
La razón es conocida: desde hace algunos años, cuando se
volvió evidente la inviabilidad del endeudamiento griego, economistas de todo
el mundo y tendencias comenzaron a comparar los casos de Grecia y Argentina.
Sucedió que ambos países tuvieron tipos de cambio que no reflejaron la
productividad de sus economías y que, en consecuencia, aportaron a los déficit
estructurales de sus cuentas públicas, situación que, mientras fue posible y
bajo la tutela de los organismos financieros internacionales, se enmascaró con
endeudamiento internacional.
Luego, llegado el momento de enfrentar la situación
y en un contexto de evidente crisis global de la ortodoxia económica, muchos
analistas comenzaron a recomendar a Grecia una salida “a la Argentina”:
abandonar el euro, cesar el pago de su deuda, inducir la recuperación de su
economía real y, recién entonces, con la economía en marcha, buscar una
reestructuración ordenada de sus pasivos. Quizás esta salida habría sido una
posible solución para Grecia, pero un claro problema para Europa y su sistema
monetario. En los últimos días, en cambio, se pudo observar un avance en el
sentido contrario: se encontró una solución para Europa y se condenó a Grecia a
una recesión interminable.
Lo notable es que visto desde Argentina, los mismos que
vendieron el cierre de las oficinas del FMI en Buenos Aires como una mala
noticia, ponderaron la “reestructuración ordenada” de Grecia y, además, la
consideraron el punto de partida para que su economía salga de la crisis. La
cuestión, entonces, es si puede considerarse exitosa la reestructuración
griega, si ahora terminará pronto su recesión y si quedó demostrado que la
salida argentina no era la única posible.
Para el lector local, avezado en canjes, la situación se
puede comprender en pocas líneas.
El total de la deuda griega era de unos 350 mil millones de
euros. El canje “voluntario” se realizó sobre la parte en manos de acreedores
privados: 206 mil millones, de los que 177 mil millones estaban bajo
jurisdicción griega y 29 mil bajo jurisdicción internacional. Se esperaba una
adhesión al canje de al menos el 90 por ciento, pero existía un piso del 75 por
ciento para la aplicación de las cláusulas de acción colectiva que imponen el
acuerdo a todos los acreedores privados. Finalmente se logró una aceptación del
83,5 por ciento, que llegó al 85 por ciento para la deuda bajo jurisdicción
local y al 69 por ciento para la que puede ser reclamada en juzgados
extranjeros. Según reseñó el analista Josep Borrell, titular del Instituto
Universitario Europeo de Florencia, quien consideró a la operación una “quiebra
pactada”, se espera que una vez que se apliquen las cláusulas de acción
colectiva la participación llegará a más del 95 por ciento, incluso más si se
tiene en cuenta que, para los acreedores sometidos a jurisdicción
internacional, el canje quedó abierto hasta el 23 de marzo.
En base a estas cifras se anunció que el canje significó una
quita de 107 mil millones de euros.
A cambio de una obligación de valor nominal 100, los
acreedores recibirán títulos por 46,5. Según lo informado hasta ahora, 15
puntos serán aportados por el FEEF (Fondo Europeo de Estabilización Financiera)
y 31,5 por Grecia, los 53,5 restantes se perderán.
Según reseñó Estudio Bein en su último informe, la quita a
valor presente es en realidad mayor y llega al 75 por ciento debido a plazos
más largos y menores tasas de la nueva deuda.
Quienes pregonaron que Grecia debía descartar la “salida
argentina” festejaron este “default controlado” que evitó la opción disruptiva.
No faltará quien afirme que así también se evitó la caída de los ingresos de
los trabajadores implícita en una devaluación. Pero la pregunta clave es en qué
medida esta reestructuración aporta a la recuperación de la economía real.
Según el FMI, el déficit primario griego, antes de
intereses, debería ser el 1 por ciento del PIB este año y llegar a un superávit
del 4,5 por ciento en 2015. Este escenario se basa en lo que Borrell denomina
“hipótesis heroicas”: una disminución del 17 por ciento del gasto público hacia
2014, estabilidad de los ingresos tributarios y la obtención de 50 mil millones
de euros por privatizaciones. El Fondo agrega que si esto se consigue, el PIB
crecerá al 4 por ciento anual a partir de 2015.
Estas previsiones no fueron muy exitosas en el pasado. La
temible troika (FMI, Banco Central Europeo y la Comisión Europea) predijo que
en 2011 la economía griega crecería el 1,1 por ciento, en cambio cayó el 6.
Como sabe Argentina, lo que importa en estos casos no son
sólo las cifras puras de quita, sino la relación deuda/PIB y la carga relativa
de los vencimientos. Si a partir de 2015 la economía griega creciese en torno
del 2,5 por ciento anual, en 2020 se tendría una ratio deuda/PIB del 160 por
ciento, la misma relación que en el presente. Es decir, después del esfuerzo de
casi una década de sangre, sudor y lágrimas se habría llegado a la misma
situación.
La sumatoria de la experiencia argentina hasta su default en diciembre de 2001 y la de Grecia hasta el presente permite algunas conclusiones. La principal es la más obvia: los ajustes fiscales en marcos de alto endeudamiento público y desempleo profundizan las recesiones y, en consecuencia, no permiten alcanzar las metas de reducción de déficit y, consecuentemente, de reducción del endeudamiento. La segunda, como destaca Estudio Bein, es que el caso griego es aún más grave porque allí es menos factible la salida “a la Argentina”: su nivel de deuda pública y privada triplica al existente en Argentina 2001 y sus déficit gemelos duplican a los de la Argentina de entonces. Por último: “la ventaja cambiaria que logró Argentina luego de la salida de la convertibilidad se vio potenciada por un fuerte shock positivo de términos del intercambio”, que crecieron casi 20 por ciento en 2002 y que acumulan más del 60 por ciento hasta el presente. Estudio Bein concluye que en el caso griego “resulta difícil esperar una dinámica semejante que impulse la contribución de las exportaciones netas al crecimiento del PIB en una economía que vive básicamente del turismo y el transporte marítimo”.
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