Lenin en la Plaza Roja, Moscú / 1919 |
¿Y si Lenin hubiera vivido 10, 20 años más? ¿Cómo sería la
vida ahora? Probablemente, la historia de Europa, y la de todo el mundo, habría
sido completamente diferente si Vladimir Ilich Lenin no hubiera muerto a los 53
años a causa de un ictus masivo. Pero las circunstancias de su fallecimiento
tienen algunas sombras -en las que se podría esconder, incluso, la mano de
Stalin-, que se han analizado en la Conferencia de Clinicopatología Histórica
que organiza cada año la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland (EE
UU).
El 21 de enero de 1924 fallecía Vladimir Ilich Lenin. La
causa oficial: ictus masivo. La autopsia reveló que el estado de sus arterias
cerebrales era pésimo (sufría aterosclerosis) y la historia clínica del ilustre
paciente coincide con este fatal evento, ya que en los años previos a su
muerte, Lenin sufrió varios infartos cerebrales cuyas secuelas arrastró durante
ese tiempo.
En 1922 sufrió dos ictus: el primero le dejó sin habla
durante semanas; el segundo, le paralizó la mitad derecha del cuerpo. Las fotos
del mandatario comunista en silla de ruedas, incapaz de caminar y con un
aspecto enfermizo, son la muestra de un deterioro progresivo que se agravó
cuando en 1923 sufrió un tercer accidente cerebrovascular.
Última foto de Lenin con vida |
Fue aterosclerosis,
no sífilis
No hay duda, pues, de cuál fue la causa de la muerte.
"Lo que le ocurrió a Lenin no es ningún misterio". Sin embargo,
"¿qué provocó esos ictus en un hombre relativamente joven y, salvo por
eso, sano?", se pregunta Harry Vinters, catedrático de Neurología y
Neuropatología en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Él y el
historiador ruso Lev Lurie ilustraron a los asistentes a la conferencia con sus
hallazgos e hipótesis sobre la muerte de Lenin.
Lenin no tenía ningún factor de riesgo que justificara a
aparición tan temprana de estos ictus: no era obeso ni hipertenso ni diabético,
tampoco fumaba o bebía (no de forma llamativa), y hacía ejercicio con
regularidad. En ausencia de estos factores, la teoría de que la neurosífilis
fue la culpable de sus males ha sido una de las más extendidas y aceptadas.
Pero Vinters cree que esta enfermedad de transmisión sexual
no tuvo nada que ver. "La sífilis meningovascular deja huellas distintas
en el cerebro. Los infartos, o ictus, son normalmente pequeños. No he visto
evidencias de esto", explicó el médico en la conferencia. "El otro
vaso que se suele ver afectado por la sífilis es la aorta y esto tampoco se
describe en la autopsia", recoge una nota de prensa de la universidad.
En cambio, Vinters cree que el origen de los ictus y la
aterosclerosis (la acumulación de lípidos y colesterol en las paredes de los
vasos sanguíneos) podría estar en sus genes. De echo, su historia familiar
hacer pensar en cierta predisposición genética ya que su padre y tres de sus
hermanos fallecieron por patologías cardiovasculares.
La mano de Stalin
Pero hay un fenómeno de los últimos días de la vida de Lenin
que intriga a estos dos expertos. Sufría ataques graves, algo "bastante
inusual en un paciente que ha sufrido un ictus", señala Vinters en una
entrevista concedida a 'The New York Times'. Lev Lurie, su compañero de
conferencia, tiene una teoría para explicarlo: Lenin fue envenenado.
Desde 1921 hasta su muerte, "se sentía cada vez
peor", señala Lurie. "Se quejaba de que no podía dormir y de que
tenía jaquecas terribles". El veneno pudo ser, según el historiador ruso,
el causante de estos males y, a la postre, de su muerte. Y su verdugo, el que
ya se había convertido en su enemigo y que posteriormente sería su sucesor al
frente de la Rusia comunista, Iosif Stalin, que utilizó este método para acabar
con más de una vida.
El posible envenenamiento de Lenin nunca se certificó ya
que, sorprendentemente, su autopsia no incluye exámenes toxicológicos. Pero aún
hay tiempo para explorar más allá esta teoría -su cerebro se conserva en Moscú-
y alargar así la ya extensa lista de asesinatos de Stalin.