Especial para La Página |
Newsweek publicó en
el 2000 la lista de US INTELLIGENCE de los principales narcotraficantes
del mundo. En ella Álvaro Uribe ocupó el número 82, a solo tres pasos por
encima del capo Pablo Escobar Gaviria, quien era primo hermano de José Obdulio
Gaviria. Este último funge hoy como ideólogo del uribismo, principal asesor y
promotor del regreso a la Casa Nariño del ex mandatario colombiano como
Presidente o “Co-Presidente”.
El movimiento
“Colombia Primero”, dirigido por
José Obdulio, organizó en tres puntos fronterizos –Cúcuta, Maicao y Arauca-
encuentros de Uribe con el gobernador tachirense Cesar Pérez Vivas y connotados
dirigentes de la oposición venezolana, además de actos para promover la
candidatura de Capriles Radonsky en la comunidad colombiana residenciada en
Venezuela, con la coartada de asumir la “defensa de los venezolanos” llamando a
enfrentar provocadoramente lo que él
llama la “dictadura chavista”.
El fundador de las autodefensas antioqueñas, presentándose
como el adalid de la “lucha contra el terrorismo y la inseguridad”, decidió romper con el Presidente Santos al lanzar su
candidatura o la de un candidato suyo
-si no logra imponer la reforma constitucional- para las presidenciales
de 2014. Paradójicamente, fue precisamente su gobierno quien falló en la erradicación de la violencia y la
criminalidad endémica que sufre el hermano país, por el fracaso de la política
de la “Seguridad Democrática” -tan admirada
por HCR y su equipo más cercano- que
cobijó procedimientos violatorios de los DDHH, similares a los que aplicaron
las dictaduras que sufrió ALC en el siglo XX. Así lo
evidencia el drama que sufren más de cuatro millones de desplazados, el asedio a las comunidades indígenas
atrapadas entre “macroproyectos” y enfrentamientos con las FARC, los falsos
positivos, las fosas comunes, los asesinatos de sindicalistas, la persecución política, el soborno parlamentario para comprar la reforma
constitucional que le permitió la reelección y pare usted de contar.
En su arenga fronteriza Uribe intentó hacer una “carambola”
al golpear a Santos -y su política de buena vecindad- y a la vez, golpear a Chávez para apoyar a Capriles.