✆ Carlos Palacios |
Especial para La Página |
Uno de los aspectos en los que más ha insistido el
Presidente Hugo Chávez en la presente campaña electoral, es en la necesidad de
aumentar la eficiencia durante un supuesto próximo período de gobierno, a fin
de que eso se traduzca en mejores índices en cuanto a seguridad, salud,
educación, empleo, etc., para todos los
venezolanos. Esto, de alguna manera, es un reconocimiento implícito de que su
gestión de gobierno no ha sido todo lo eficiente que se hubiera querido.
Por su parte, los sectores de la oposición han calificado a
la gestión de Hugo Chávez como de ineficiente, y en eso han basado en buena
medida la campaña electoral. Para ello han utilizado numerosos argumentos y han
mostrado cifras que así lo revelan. Incluso, para contrastar con lo que sería
un futuro gobierno presidido por Henrique Capriles Radonski, numerosos voceros
de la Mesa de la Unidad Democrática han expuesto una serie de soluciones para los diferentes problemas que
aquejan a la sociedad venezolana, que lucen a veces seductoras.
Como los dos bandos que se disputan el poder en Venezuela
están en la misma onda, con relación a eso de hacer un uso más racional de los
recursos disponibles, con el propósito de que haya mejores resultados, es
decir, que haya más eficiencia en la gestión de gobierno, los venezolanos
deberíamos estar entonces muy optimistas de cara al futuro por venir. Sin
embargo, la cosa no es tan fácil. Porque la eficiencia no se decreta de la
noche a la mañana. Ella es la sumatoria de los aportes que el aparato de
gobierno y la sociedad toda estén en
capacidad de hacer, como resultado de las fortalezas y debilidades con que se
cuenta. Y la verdad es que, si se evalúan
las debilidades, el optimismo inicial puede pasar rápidamente a
pesimismo. ¿Con qué gente se podrá ser más eficiente? ¿Ya no hay generaciones
completas con baja formación educativa y dudosos criterios éticos? ¿Por qué no
pensar más realistamente y encaminarnos progresivamente a aumentar los niveles
de eficiencia, proceso éste que puede durar décadas, antes de ilusionarnos con
la posibilidad de que los índices en materia de seguridad, salud, educación,
empleo, etc., van a aumentar sustancialmente en el corto plazo? Por suerte, aún
tenemos un confortable colchón petrolero.