La situación del país ha cambiado tanto y es tan diferente a
la de otros países que afrontan terribles crisis, que pronunciar el vocablo
crisis cuesta cada día más. Un auto lucía una desgastada calcomanía: Crisis
¿Qué crisis?
Los uruguayos no queremos ni oír hablar de crisis. ¡Fuera
bicho! Pero hace 10 años estábamos con la crisis hasta el cuello y si no
queremos tenerla en las puertas, entre los duermevelas de muchos desocupados,
fundidos, desesperados, marginados y expulsados del país, hay que pensar, preguntarse
y buscar respuestas. No hay nada de magia, ni de buena o mala suerte.
Fue y es la política. Si, esa palabra tan desvalorizada pero
que en definitiva es la que ocupa un lugar tan importante en nuestras vidas, en
la de nuestros hijos, parientes, vecinos, amigos, compañeros. En la anterior nota sobre la herencia maldita, esa que nos
dejaron los fracasos acumulados de los dos gobiernos colorados, uno blanco y
uno bicolor formulamos una serie de preguntas.
Recordemos para comenzar las grandes cifras. La crisis
determinó que nuestro PBI fuera de menos de menos de 20.000 millones de
dólares, actualmente supera generosamente los 50.000 millones de dólares. Las
reservas tocaron el piso de 777 millones de dólares, la desocupación superó el
17%, la pobreza el 34% y la indigencia era del 5%, los menores de 18 años que
vivían en la pobreza superaban el 60%, la deuda pública alcanzó el 107% del PBI
(75% de la deuda neta), la segunda más abultada del planeta. Exportábamos poco
más de 2 mil millones de dólares anuales.
Hoy eso parece una pesadilla, porque el PBI creció desde el
2005 ininterrumpidamente hasta superar los 50 mil millones de dólares, en el
2004 era de 6.500 dólares per cápita y hoy es de 15 mil dólares...(aún con la
diferencia de valor de dólar es un abismo), las reservas actuales son de 12.600
millones de dólares, la desocupación es del orden del 6%, la pobreza del 14% y
la indigencia de 0.6%, el endeudamiento público neto representa el 24% de
nuestro PBI (recordemos era del 75%...) Exportamos más de 12.000 millones de
dólares anuales. Esta semana la calificadora Moody’s fue la segunda que nos dio
el grado inversor y además con perspectiva positiva. Un salto de dos escalones.
Pero las preguntas siguen allí, impertinentes.
¿Cómo reaccionó la sociedad uruguaya ante la explosión de la
crisis que se venía gestando desde antes?
Con una gran madurez política pero también con un gigantesco
bajón anímico. Se reflejaba en todo, en la salida de miles de personas al
exterior, en la paralización de las inversiones, y en todas las encuestas de
opinión pública. Fue la culminación de una caída sostenida que además impactó
en el desprestigio del gobierno, en la caída abrupta de los apoyos ciudadanos y
en un sentido general en una fuerte exigencia hacia todo el sistema político.
La explosión de la desocupación además del impacto en los
hogares de los trabajadores, lo hizo en los sindicatos, que tuvieron ante si el
dilema de la lucha frente al brutal ajuste salarial (25% de pérdida promedio) y
los despidos masivos, de trabajadores privados. Los trabajadores públicos no
fueron mayormente afectado por la desocupación, si por la baja de la capacidad
adquisitiva de los salarios.
“Que se vayan todos” no tuvo ningún impacto en la sociedad
uruguaya. Lo que fue creciendo es que “se vayan los responsables”, es decir los
colorados y los blancos.
El año 2004 fue un enorme esfuerzo, incluyendo los cambios
ministeriales en el gabinete de Jorge Batlle para revertir esa situación y en
los otros sectores, para circunscribirla a Batlle y a su sector, en particular
por parte de los blancos, que en el balotaje de 1999 había elegido a Batlle e
integraron generosamente su gabinete y lo dejaron al garete en el momento que
consideraron oportuno. Esas fueron las solidaridades en el oficialismo.
Los más feroces en sus reacciones fueron los ahorristas
estafados por los bancos privados (Montevideo y Comercial - Rhom y Peirano) que
dejaron un tendal de varias decenas de miles de afectados. También en el sector
empresarial el reguero de deudos fue muy amplio.
¿Cuál era el cuadro regional? Hay que recordar que la crisis
en la Argentina había explotado un año antes, en el 2001 pero que sus
consecuencias económicas, sociales, comerciales, políticas e institucionales
seguían vigentes en los años de la crisis uruguaya. Era una crisis regional.
Brasil venía recuperándose de la devaluación de 1999 y sus consecuencias.
En Marzo de 1999 la devaluación del Real que había comenzado
dos meses antes alcanzó el 85%, pero ese el indicador de la gravedad de la
situación financiera del país con diversos Estados que anunciaron su
incapacidad de hacer frente a sus deudas (minas Gerais, Rio Grande del Sul
entre otros).
En el caso de la Argentina la crisis se inició en diciembre
del 2001 por la profunda crisis financiera, la restricción impuesta para el
retiro de dinero del sistema bancario (corralito), que llevaron a grandes y
violentas manifestaciones populares en las que murieron 39 personas, entre
ellos 9 menores de edad. La renuncia del presidente Fernando de la Rúa el 20 de
diciembre de ese mismo año 2001.
Recién en enero del 2002 asumía Eduardo Duhalde luego de un
periodo de total confusión institucional. Desde que el mismo día 20 de
diciembre del 2001 asumió la titularidad del poder ejecutivo el presidente de
la Cámara de Senadores Ramón Puerta, el fugaz pasaje de Adolfo Rodríguez Saa,
Eduardo Camaño, presidente de la Cámara de Diputados, hasta que Duhalde se hizo
cargo de la presidencia y luego convocó a elecciones en abril del 2003. En un
particular sistema electoral le permitió asumir la presidencia Nestor Kirchner
(22.24%) que había perdido en primera vuelta con Saúl Menen. (24.45%) por más
de 400 mil votos.
En Uruguay el proceso institucional, electoral y político se
dio todo en el más absoluto respeto de las leyes y la Constitución. Y ese fue
un gran mérito del conjunto de la sociedad uruguaya, de las fuerzas políticas y
en especial de una oposición, el Frente Amplio que actuó con un profundo
sentido de estado y de defensa de la democracia.
¿Cuáles fueron los principales cambios y sus consecuencias
en el país?
Como consecuencia de la crisis, y a pesar que afectó a un sector
muy amplio de la sociedad, se produjo la mayor y más abrupta brecha social que
se recuerde en el país, la mayor redistribución negativa de la riqueza, y su
concentración. Con un sector particularmente afectado, los jóvenes y los niños.
Uruguay ostentaba el cruel privilegio de ser el país de América Latina en el
que la pobreza de los menores creció de manera más explosiva alcanzando al 60%
de los menores de 18 años. Muchos lodos actuales vienen de aquellos terribles
polvos.
Los dos gobiernos de izquierda en sus siete años y medio de
ejercicio nunca, han dejado de obtener simultáneamente crecimiento económico y
mejoras sociales. Mientras en el años 2004, el último del gobierno Batlle la
economía rebotó contra el piso de la crisis y creció el 7%, la indigencia
aumentó en otros 50.000 uruguayos...Dos proyectos, dos políticas, dos formas de
ver y actuar la economía.
Además del los cambios económicos y sociales que detallamos
anteriormente en esta misma nota y un listado interminable de consecuencias
materiales negativas para el país, que perdió su grado inversor, vio disminuir
el nivel de su empleo, del nivel de vida de la gran mayoría de la sociedad, en
particular de los asalariados, los jubilados, la mayoría de los profesionales y
con un endeudamiento asfixiante para el campo y los pequeños y medianos
empresarios. Todas cosas que ahora parecen muy lejanas, no tanto en el tiempo
sino en la situación, el cambio más grave fue la perdida de expectativas.
Comenzó a circular en diversos ámbitos y desde distintos
enfoques la pregunta sobre la viabilidad del Uruguay. Las respuestas no fueron
sólo anímicas, o intelectuales, se expresaban en el éxodo creciente de mano de
obra calificada, la jubilación adelantada de decena de miles de buenos y
calificados trabajadores, la falta de inversión privada a todos los niveles,
nacional y extranjera. Avanzaba la ideología del “no se puede” y detrás de ella
la derrota nacional.
El más importante éxito de los dos gobierno de izquierda es
haber derrotado esa ideología, esa postura derrotista y resignada de una parte
importante de la sociedad uruguaya. Los ejemplos materiales, en el retorno y el
freno del éxodo luego de más de 50 años, el crecimiento constante de las
inversiones en todos los sectores de la economía, el aumento sideral del
consumo y de los proyectos y planes empresariales, familiares y personales, son
expresión de esa realidad. En los momentos de bonanza y de crisis internacional
y regional. A veces ese optimismo debería tener un contrapeso de una prudente
mirada hacia el resto del mundo.
Dejamos para próximas notas varias preguntas:
¿Cuáles son hoy las condiciones para que no se repita una
crisis de esas dimensiones y esa profundidad? ¿Son sólo financieras, económicas
o hay otros elementos en juego? ¿Cuáles son las debilidades y peligros de la
actual situación? ¿Cómo nos relacionamos hoy con un mundo desarrollado en
profunda crisis? ¿Cuáles son las claves para consolidar, ampliar y profundizar
este proceso en el plano productivo, económico, social?