Al abordar la construcción teorética de Slavoj Žižek,
tenemos dos caminos: su vida y sus aportes al mundo del pensamiento social. El
primero recae en aquella pereza intelectual de conocer los detalles domésticos
del autor como manera de “entender” sus aportes teóricos. Lo cual, si bien es
bastante cómodo, no ofrece en nada posibilidades de problematización del
momento actual. No negamos que conocer su biografía, hermanos, nombre del
padre, onomástico del autor, ayuden, pero eso es el acercamiento al cual el
autor critica, es decir, lo banal posicionado como vital y lo accesorio
instaurado como necesario. De ese modo, su propia biografía montada en el
ciberespacio es la explicación que el filósofo confiere al pensar el universo
de la comunicación. Ergo, la comunicación entendida como un flujo y reflujo de
circulación perpetua, misma que permite abrir ventanas simbólicas e imaginarias
de interfaz.
Tal vez el acercamiento menos rimbombante que se ha logrado
del autor ha sido en el campo de la comunicación. De facto, ha existido
proximidad para discutir asuntos relacionados con la multiculturalidad en el
texto Estudios Culturales. Reflexiones desde de la multiculturalidad, donde
arremete contra dicha categoría por convertirse en un racismo al revés y que
lima todo principio histórico de tensión y disputa; o sus acercamientos al
campo de la semántica –que nos trae a la memoria los presupuestos de Algüirdas
Greimas o el speech act de John Searle- como una manera de escamotear “lo real”
anteponiendo “la realidad” en su artículo El verdadero amor: es poder insultar
al otro.
O ubicarlo en el horizonte del psicoanálisis lacaniano y su
embestida demoledora a teóricos del posfeminismo como Judith Butler en El
espinoso sujeto; o magistralmente recuperar el pensamiento leninista -tan
denostado en los momentos actuales- con Repetir a Lenin. Sin duda, Žižek puede
sugerirnos toda una serie de cartografías sobre el pensamiento social y filosófico.
No obstante, en comunicación es distinto, pues esta de ningún modo se explica
desde sí misma, y ha tenido que cribarse y retroalimentase de la Antropología,
Sociología, Teoría del Arte, Historia, Literatura, en esto el filósofo posee
entradas sugerentes y provocadoras.
Separarse de la
comunicación para explicar la comunicación
Una de las profesiones que se volvió ciencia en el siglo XX
-con ello, cierto periodismo se aletargó entre la reacción informativa y el
paroxismo noticioso- fue la comunicación. En ese horizonte, se pensó a esta
disciplina como transparente y neutral, además del adjetivo tan sin sentido
como es la objetividad. Žižek ingresa por un atajo menos evidente para explicar
la comunicación por fuera del escenario mediático tradicional y moderno. Walter
Benjamin en el IV tomo de Iluminaciones que lleva por título De la violencia y
otros ensayos, propone en relación al lenguaje uno de los conceptos más
interesantes sobre comunicación, como la comunicación de la totalidad
individida. Es decir, no hay taxonomías y binariedad, ni barbarie ni
civilización, no naturaleza consciente e inconsciente, sino una posibilidad de
totalidad de comprensión.
En esa línea -sin decir que Žižek es abiertamente
benjaminiano- ingresa para explicar la comunicación desde el vórtice
cinematográfico, por ejemplo, al hacer una crítica de la cinta Matrix o las dos
caras de la perversión explicando el triunfo del imperio capitalista a partir
de órdenes que circunscriben el fenómeno onírico en un mundo que no permite los
sueños; o la crítica decantada a George Lucas en Las guerras de las galaxias
donde se evidencia el problema de la ideología de la multiculturalidad en el
imperio hegemónico. O las reflexiones sobre David Lynch en el horizonte del
problema lacaniano de “lo real” o en Alfred Hitchcock, como una propuesta no
discursiva sino narratológica y de reiteraciones permanentes en su producción
cinematográfica. Es decir, la mirada de Žižek –aunque en un momento haya
criticado furibundamente a Gilles Deleuze- es más rizomática que arborescente,
pues consigue un hiato en la linealidad de la teoría exponiendo múltiples y
anodinas entradas para explicar un fenómeno. La entrada cinematográfica de
explicación de lo social se enhebra con el psicoanálisis, la teoría del arte y
la literatura, concibiendo una teoría de la comunicación.
De ese modo el ouroboros de la comunicación se muerde la
cola explicando desde otras lógicas su papel dentro del escenario
contemporáneo. Por ello, el teórico eslavo explica a la comunicación como un
problema hermenéutico y de radicalidad tajante, tan lejano del sobrevalorado
Ignacio Ramonet, -por eso tan refrescante- porque no declara cómo nos venden la
moto, sino mediante cuáles dispositivos la compramos en partes y nunca la
terminamos de comprar del todo y peor aún de pagarla, porque la moto únicamente
existió en el plano simbólico, pues para Žižek, esa moto es imaginaria y el
interfaz de ese imaginario es la comunicación. Entonces, sería bueno repetir a Žižek
como un síntoma de la época