Esa estrategia cabalga sobre las debilidades de las
políticas públicas que impactan negativamente a la población. La
inflación, la escasez de bienes de consumo e insumos necesarios
para la producción y, las expectativas inflacionarias y recesivas derivadas de
los desequilibrios macroeconómicos, objetivamente han creado un
clima de descontento e incertidumbre, que aprovechan los enemigos de la
revolución para avanzar en sus planes desestabilizadores. También el
burocratismo, la ineficiencia crónica y la impunidad frente a la
corrupción, ha creado condiciones subjetivas que facilitan el trabajo de zapa
de los que quieren sumergirnos en una guerra civil, para
retrotraernos a la condición de colonia gringa.
Urge una política económica para la transición al socialismo
enfocada en el primer objetivo del Programa de la Patria, basada en una alianza
patriótica por la paz y la soberanía, que nazca de un diálogo franco y fecundo
del gobierno con los trabajadores, los estudiantes, las comunidades, los
pequeños y medianos empresarios de la ciudad y del campo, los indígenas, los
movimientos sociales, los partidos políticos que conforman el GPP y la
oposición democrática.
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