Gustavo Márquez Marín | Disiento
del que piensa que fue derrotado el golpe continuado que adelanta el
imperio estadounidense, a través de la violencia terrorista guarimbera, desatada por la derecha
fascista que sirve a sus intereses. Es posible que las acciones preventivas y
disuasivas del gobierno, la falta de respaldo de los sectores populares, el
hastío de sectores medios secuestrados en sus propias urbanizaciones, la
unidad de las FAB y las contradicciones en la oposición, estén influyendo
en su debilitamiento progresivo. Empero, sería un error inferir que por
ello el plan golpista ha cesado. Recordemos que su estrategia es la
“guerra prolongada”, iniciada con el arribo a Miraflores de
Chávez, aplicada bajo el paragua de la guerra psicológica expandida a través de
las redes sociales y una campaña comunicacional global intensiva,
que presenta al gobierno del Presidente Maduro como una dictadura, violador de
los derechos humanos y sujeto por ello a la aplicación de la doctrina
imperialista de la “seguridad humana” para “legitimar” una
intervención extranjera.
Esa estrategia cabalga sobre las debilidades de las
políticas públicas que impactan negativamente a la población. La
inflación, la escasez de bienes de consumo e insumos necesarios
para la producción y, las expectativas inflacionarias y recesivas derivadas de
los desequilibrios macroeconómicos, objetivamente han creado un
clima de descontento e incertidumbre, que aprovechan los enemigos de la
revolución para avanzar en sus planes desestabilizadores. También el
burocratismo, la ineficiencia crónica y la impunidad frente a la
corrupción, ha creado condiciones subjetivas que facilitan el trabajo de zapa
de los que quieren sumergirnos en una guerra civil, para
retrotraernos a la condición de colonia gringa.
Urge una política económica para la transición al socialismo
enfocada en el primer objetivo del Programa de la Patria, basada en una alianza
patriótica por la paz y la soberanía, que nazca de un diálogo franco y fecundo
del gobierno con los trabajadores, los estudiantes, las comunidades, los
pequeños y medianos empresarios de la ciudad y del campo, los indígenas, los
movimientos sociales, los partidos políticos que conforman el GPP y la
oposición democrática.
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