La esperanza socialista renació en el siglo XXI con la
revolución bolivariana al deslindarse del socialismo del siglo pasado,
rescatando su esencia democrática y replanteando la revolución como un proceso
que no solo busca superar la contradicción capital-trabajo, sino también, la
contradicción capital-equilibrio ambiental. Es ecosocialista porque rechaza la
concepción antropocéntrica que abrazó el socialismo del siglo XX, cuando hizo
suyos los supuestos desarrollistas del modelo capitalista occidental.
Desde la Comisión de Ambiente de la AN, sorprendentemente se
calificó como “positiva” la eliminación del Ministerio de Ambiente y su
fusión con el Ministerio de Vivienda y Hábitat, argumentando que el nuevo
ministerio ahora se fundamentará en el ecosocialismo, haciendo caso omiso de
que éste es transversal a todos los ámbitos de la gestión de gobierno, no solo
de un ministerio en particular.
Lo cierto es que esta nueva configuración administrativa, le
otorga peligrosamente al sector habitacional el privilegio de autorregularse en
materia ambiental y de regular al resto, en actividades complejas y diversas
como son la minería, la manufactura, la industria petrolera, el turismo, la
energía, el transporte y la agricultura. Además, asumirá la protección de
los parques nacionales, monumentos naturales y cuencas hídricas, que
representan el 43 % del territorio nacional. La pregunta es: ¿Sí el viejo
Ministerio de Ambiente, a pesar de sus 40 años de experiencia y de disponer de
una amplia legislación avanzada, con muchas debilidades no ha logrado detener
la vorágine desarrollista propiciada por la burocracia corrupta y al capital
depredador, podrá el “nuevo” ministerio asumir esa responsabilidad y al mismo
tiempo atender la construcción de 500 mil viviendas por año en los
próximos 4 años? ¿No habría sido más pertinente con el proyecto ecosocialista
refundar el Ministerio de Ambiente, dotándolo de mayores recursos y capacidades
para que actúe como Autoridad Única articulada con el Poder Popular, para
garantizar la preservación de los ecosistemas con visión intergeneracional? Son
interrogantes que exigen una respuesta más sólida y convincente. Más vale una
rectificación del rumbo a tiempo que un costoso retroceso en la marcha.