“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

21/9/15

El hilo sutil de la rememoración. Felicidad y redención histórica en la obra de Walter Benjamin

Walter Benjamin ✆ Jim
Sandra Viviana Palermo   |   El texto presenta un análisis de la estructura del tiempo mesiánico que Benjamin intenta pensar desde el punto de vista de su indisoluble conexión con los conceptos de felicidad y redención. El recorrido conceptual va desde los escritos de juventud, en los que la constelación felicidad-redención adquiere una fisionomía definida —conjugándose con una crítica elegante y puntual de la modernidad—, a las tesis Sobre el concepto de historia, en las cuales tal constelación se entrelaza con la figura del Eingedenken, que determina un desplazamiento conceptual importante en el horizonte teórico del autor, representando además la especificidad y la riqueza de su reflexión sobre el tiempo y la historia.
I. Hendiduras del tiempo: felicidad y redención
El 16 de marzo de 1937, comentando su texto sobre Eduard Fuchs, Max Horkheimer le escribe a Benjamin: «La afirmación de la no definitividad de la historia es idealista, si en ella no queda incluida la de la definitividad. La injusticia pasada acaeció y está definitivamente concluida. Los muertos están verdaderamente muertos... Si se pretende tomar en serio la afirmación de la no-definitividad hay que creer en el juicio universal. Acaso respecto de la no-definitividad exista una diferencia entre lo positivo y lo negativo, es decir, la injusticia, los horrores, los dolores del pasado son irreparables. La justicia realizada, las alegrías, las obras entran en relación con el tiempo de manera distinta, pues su carácter positivo queda ampliamente negado por la caducidad»

Benjamin incluye esta carta entre los materiales preparatorios para la obra sobre los Pasajes de París, añadiendo el siguiente comentario: «el correctivo de estos razonamientos está en la consideración de que la historia no sólo es una ciencia, sino también, y no menos, una forma de la rememoración [Eingedenken]. Lo que la ciencia ha establecido puede ser modificado por la rememoración. La rememoración puede transformar lo incumplido (la felicidad) en un cumplido y lo cumplido (el dolor) en un incumplido. Esto es teología, mas en la rememoración nosotros tenemos una experiencia que nos prohíbe concebir la historia de manera fundamentalmente ateológica, si bien no se nos permita escribirla en conceptos inmediatamente teológicos» (GS, II, 1333).

Estamos convencidos de que en estas palabras se condensan algunos de los elementos más importantes de la concepción benjaminiana de la historia, cuyo foco está justamente en la posibilidad de una correspondencia, de una conjunción peculiar, que enlace pasado y presente en una constelación inseparable, gracias a la cual el pasado se redescubra actual y, por ende, incumplido. De hecho, es muy probable que mientras escribía estas palabras, Benjamin tuviese presente una de las tesis que su amigo Scholem había pensado en regalarle en 1918, para su cumpleaños número 26: «El tiempo del w hahipuk [inversión] es el tiempo mesiánico» 2. Como recuerda Agamben, el sistema verbal hebraico distingue las formas verbales no tanto según los tiempos —pasado, presente—, sino según los aspectos —cumplido, incumplido—; y el w de inversión transforma la calidad de la acción indicada por la forma verbal, de suerte que se podría decir que agregando el w hahipuk la acción cumplida se vuelve incumplida, mientras que la incumplida se presenta como cumplida. Si esto es así, el tiempo del Eingedenken es el tiempo mesiánico por excelencia, pues es el tiempo de la inversión de los modos del tiempo, en el cual pasado y presente, «así fue» y «no aún», se entrelazan generando un cortocircuito, en cuyo relampagueo se cela la posibilidad de una redención del dolor y del sufrimiento de las generaciones de vencidos que nos han precedido. El tiempo del Eingedenken no es instante extra-temporal, no es un fuera-del-tiempo, sino más bien una contracción cargada de tiempo hasta estallar.

Aquí está el punto de mayor divergencia entre la concepción benjamianiana de la temporalidad y la concepción de un autor que Benjamin amaba mucho, como Marcel Proust. Como recuerda Peter Szondi, a pesar de los muchos elementos en común que pueden encontrarse entre el escritor francés y el filósofo alemán, y a pesar de las innumerables imágenes proustianas diseminadas a lo largo de toda la obra de Benjamin, la búsqueda del tiempo perdido no persigue el mismo objetivo en estos pensadores. La afinidad es sólo aparente: «Proust se lanza en la búsqueda del tiempo perdido, que es el pasado, para intentar escapar [...] de los límites que el tiempo le impone. La búsqueda del tiempo perdido como pasado para Proust tiene como objetivo de la pérdida o disolución del tiempo como tal» 3. La felicidad para Proust es algo extratemporal; posible sólo cuando una interferencia entre un momento del pasado y un momento del presente permite escapar a las amenazas del tiempo —a su caducidad—, observar y gozar de las cosas en su esencia a-histórica; de ahí que el objetivo que el escritor francés persigue sea el de la liberación del terror de estar sometidos a las «leyes del tiempo». Benjamin, en cambio, no quiere deshacerse de la temporalidad, más bien busca en el pasado «las huellas del futuro». No se trata de una evocación de lo perdido para liberarlo, en el recuerdo, del peso insoportable del «así fue», sino antes bien de descifrar el futuro que ha quedado atrapado en el pasado, ese futuro que pudo ser y no fue, futuro sólo en potencia, que un shock o la ruptura de la tradición podrían hacer emerger. El pasado, entonces, no esta definitivamente concluido; debajo de las cenizas de lo que fue se esconden las brazas de lo nuevo, del noch-nicht. Y es por ello que «existe una cita secreta entre las generaciones pasadas y la nuestra»; es por ello también que «a nosotros, como a cada una de las generaciones que nos precedieron, se nos ha dado una débil fuerza mesiánica, sobre la cual el pasado tiene derecho» (GS, I.2, 692. Esta exigencia, escribe Benjamin, no es fácil de cumplir, mas sólo en tal búsqueda reside para el hombre una felicidad posible.

La peculiaridad de la reflexión benjaminiana, entonces, está en su intento de pensar el lugar temporal de ese pequeño milagro que es la felicidad, cuya imagen, se lee en las tesis Über den Begriff der Geschichte, «está impregnada del color del tiempo al cual hemos sido asignados». En un texto de los años 30, el filósofo alemán escribía: «Él [el ángel] aspira a la felicidad: el contraste en el cual el éxtasis de la unicidad, de la novedad, del aún no vivido, se une a la beatitud de la repetición, de la recuperación de lo vivido. Por ello para él la esperanza de la novedad no tiene otro camino que el del retorno, allí adonde conduce consigo a otro nuevo ser humano. Así como yo, apenas te he visto por primera vez, contigo he vuelto hacia allí de donde he venido» (GS, VI, 523). En las páginas siguientes analizaremos la estructura del tiempo mesiánico que Benjamin intenta pensar, desde el punto de vista de su indisoluble conexión con los conceptos de felicidad y redención. El modo en el cual estos conceptos se conjugan con la figura tardía del Eingedenken determinan la especificidad y la riqueza de una reflexión sobre el tiempo y la historia en un contexto, como es el de la primera mitad del siglo XX, en el cual se multiplican los intentos de pensar una nueva forma de temporalidad, capaz de hacer estallar el tiempo lineal y cronológico que las ciencias del espíritu han tomado del modelo de las ciencias naturales. Nuestro recorrido se detendrá sobre todo en los escritos de juventud del filósofo alemán, pues ya en ellos la constelación felicidad-redención adquiere una fisionomía definida, conjugándose además con una crítica elegante y puntual de la modernidad como tiempo del dominio de lo mítico. Por otro lado, el análisis de los escritos y fragmentos juveniles debería permitirnos ver, en contraluz, el desplazamiento conceptual que la figura del Eingedenken introduce en la reflexión del filósofo.

Nota del Editor: El presente ensayo fue publicado en ISEGORÍA, Revista de Filosofía Moral y Política, N° 45, julio-diciembre de 2011, Págs. 575-594
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