Zygmunt Bauman ✆ Xulio Formoso |
Las
referencias a una “modernidad líquida” se repitieron en toda América Latina
tras el fallecimiento de Zygmunt Bauman, el pasado 9 de enero. Por momento
parecía que nuestro continente era uno de los mejores ejemplos de la fluidez
moderna que postulaba el sociólogo polaco. Sin duda es bienvenido que se
difunda y celebre su obra, pero también es importante no caer en el simplismo
de trasplantar esas ideas. Es necesario insistir en un pensamiento propio que
no copie pero sí dialogue con Bauman. Y si así se hace, sospecho que
coincidiríamos en que la modernidad sudamericana actual es viscosa.
La metáfora
de la “modernidad liquida” (título de su libro del año 2000; 1) se volvió
muy popular, y se expandió a otros temas (como “amor líquido”, “vida líquida” o
“miedo líquido”, que son los títulos de sus siguientes libros; 2). En esa
obra, sea en sus conceptos como en sus metáforas, hay una infinidad de ideas
provocativas. Pero siempre hay que tener presente que la obra de Bauman sobre
todo responde a la coyuntura de los países industrializados, en particular los
europeos (3). Son circunstancias muy distintas a las que ocurren en
Latinoamérica. Reconociendo esa particularidad, en la obra de Bauman como la de
otros intelectuales, se pueden tomar imágenes o ideas para hurgar en nuestras
propias circunstancias. Quisiera compartir algunos ejemplos.
Modernidades sólidas y líquidas
Bauman
describe la modernidad que observa como “líquida”, en contraposición a una fase
anterior que sería “sólida”. Esta última descansaba en certezas, se mantenía un
orden y la certidumbre, se contaba con códigos morales, y la sociedad se
aferraba a metas civilizatorias. En cambio, desde el contexto de fines del
siglo XX, y desde el norte, Bauman anuncia que la modernidad se ha vuelto
fluida, con una prevalencia de la incertidumbre y el relativismo moral, el
descreimiento en grandes sueños civilizatorios a favor de cierto hedonismo. Son
los tiempos de la privatización, la desregulación, y del despliegue de la
globalización.
Si
uno se atiene a muchos de los artículos sobre Bauman que circularon tras su
fallecimiento, parecería que América Latina también está dentro de esa
modernidad “líquida”. Es necesario pensar eso con más detenimiento. Sin duda
observamos varios elementos de esa condición líquida, tales como el
individualismo y el relativismo. Pero en nuestro continente siguen muy
presentes unos cuantos atributos de la modernidad sólida. Consideremos un solo
aspecto como ejemplo. En su libro sobre este tema, en el capítulo sobre espacio
/ tiempo, Bauman afirma que la modernidad pasada (sólida) “fue la época de la
conquista territorial”, y agrega que la “riqueza y el poder se arraigaban
firmemente en la tierra –eran macizos enormes e inamovibles como los
yacimientos de hierro y las minas de carbón-” (4). ¿No es esta una imagen muy
familiar? Nuestros políticos ¿no continúan insistiendo en que la riqueza
nacional está en los minerales o el petróleo del subsuelo o la fertilidad del
suelo?
La
conquista de los territorios y la obsesión por demostrar el poder estatal en
imponer los sigue muy presente. La nueva frontera de la conquista está en la
imposición de los extractivismos minero, petrolero y agrícola, en especial en
los bosques tropicales o los Andes. También está en marcha una nueva conquista
sobre los territorios que se mantenían por fuera del capitalismo extractivista,
como las tierras indígenas o campesinas. Eso desencadena enormes conflictos
locales, como ocurre en varios sitios de México y América Central.
Con
ese fin, sea el Estado o las empresas, siguen imponiéndose sobre las
comunidades locales, especialmente grupos campesinos o indígenas. Tan sólo en
los últimos meses, en Ecuador, desde el progresismo, el gobierno de Rafael
Correa impone la minería en las tierras indígenas amazónicas de los shuar (5),
y en Argentina, desde el conservadurismo, la administración de Mauricio Macri
reprime a los mapuches que se resisten a la expansión ganadera en lo que entienden
son sus tierras en la Patagonia (6). Situaciones similares se repiten en otros
países. Es que en América Latina, aun en el siglo XXI, seguimos bajo una
dinámica de conquista territorial que responde a concebir que las riquezas se
encuentran en yacimientos mineros o petroleros o en el suelo para la
agropecuaria.
Bauman
da otro paso más al decir que aquello que se extendía en los sitios más
distantes “era considerado tierra de nadie, espacio vacío, y el espacio
vacío era un estímulo para la acción y un reproche para los ociosos” (7).
Aunque el sociólogo describe un cuadro propio del siglo XIX, una vez más hay
que preguntarse si esa situación no persiste en este inicio del siglo XXI
latinoamericano. No podemos olvidar a un presidente peruano que afirmaba que la
selva amazónica está casi vacía y los pocos que la habitarían serían haraganes
(como “perros del hortelano” según Alan García; 8), o al gobierno
boliviano que ignora o minimiza los efectos de la ampliación petrolera sobe
áreas naturales, tierras indígenas y pueblos no contactados (9). Por lo tanto,
nuestra modernidad es más sólida de lo que se cree.
Modernidades viscosas
En
efecto, lo que nos rodea en América Latina parece ser más bien una mezcla de
componentes que, según la terminología de Bauman, serían sólidos y líquidos.
Estamos dentro de una modernidad viscosa.
El
continente sigue descansando en estrategias de desarrollo ancladas en la
tierra, tanto desde gobiernos conservadores como progresistas. Existe una
cultura, con sus creencias, imágenes, mitos y narrativas que asume estar
inmersa en una enorme riqueza ecológica que puede, y debe, ser aprovechada
intensamente, y que cualquier obstáculo a ese propósito expresa pensamientos
retrógrados y peligrosos que justificadamente pueden ser combatidos o anulados.
Salvo excepciones, no tuvo lugar una masiva industrialización, que se expresara
en un fordismo vigoroso, lo que es otro de los atributos de la modernidad
sólida. Pero el papel del Estado en muchos sitios sigue cargando con vicios
heredaros desde el siglo XIX, y una dinámica política acartonada, repleta de
caudillos y que tolera el autoritarismo.
Pero
también se expresan los componentes de una modernidad fluida, aceptando el
individualismo y el relativismo, el hedonismo amarrado al consumismo junto a
las aperturas a una pluralidad moral. Hay grupos sociales que disfrutan de la
hiperconectividad y de las estéticas globalizadas.
Todo
esos componentes están mezclados, entreverados, incluso generando expresiones
propias que no se repiten en ningún otro sitio. Eso explica la viscosidad de
nuestras modernidades criollas.
Es
importante advertir que esta condición heterogénea no se debe a que estemos en
el tránsito de una modernidad sólida, como etapa pasada, que evoluciona hacia
una modernidad más líquida. No nos encontramos ante una evolución lineal, sino
que la modernidad latinoamericana se organiza y reproduce de otra manera. Es
nuestro propio entrevero entre fenómenos sólidos como los relatos de un
maravilloso progreso, la necesaria conquista de la naturaleza y una rigidez en
la moralidad pública, mientras que hay dinámicas líquidas como pueden ser el
individualismo, el relativismo moral privado, el reemplazo de la ciudadanía por
el consumidor, la desprotección y la inseguridad, y por supuesto, la globalización.
Sin
duda los elementos centrales de la modernidad permanecen, tales como la
búsqueda del progreso o el dualismo sociedad naturaleza, pero aquí, en
latinoamericana, se organizan de manera distinta a la que describe Bauman,
donde la viscosidad resulta de esa mezcla de componentes.
La
viscosidad de nuestra modernidad no es homogénea en el continente y ni siquiera
es homogénea dentro de cada país. No es la misma la modernidad que, pongamos
por casos, se celebra en los barrios de clase alta de la ciudad de São Paulo
que la que se vive en las comunidades del sur mexicano.
Modernidades violentas
Una
particularidad de las modernidades viscosas latinoamericanas es que están
inmersas en una violencia de muy variadas formas. En cambio, los abordajes de
Bauman sobre este asunto son diferentes, y aunque ha incursionado en cuestiones
como la maldad y el holocausto, tal vez sean más conocidas sus proposiciones
sobre el Unsicherheit, un
término alemán que integra las ideas de incertidumbre, inseguridad y desprotección.
Esta cuestión se explora en su libro “En busca de la política”, una obra
conceptualmente más densa y con menos metáforas, y por ello muchas veces más
provocativa (10).
La
violencia latinoamericana alcanza los niveles de una tragedia por ejemplo en México,
pero se repite en todas las naciones. La criminalidad urbana resulta
escandalosa en ciudades centroamericanas, pero también en Venezuela y Brasil.
La situación va mucho más allá de los robos en una ciudad, la policía de
gatillo fácil o las guerras entre traficantes, ya que penetra en todos los
ámbitos de la cotidianidad y en todos los rincones del territorio. Las propias
estrategias de desarrollo, y en especial los extractivismos, se imponen
apelando a la violencia. Unas veces es sutil, como forzar la aprobación de
ciertos proyectos económicos, aunque también puede ser muy directa, como la ola
de asesinatos de líderes sociales locales. El reciente reporte de Global
Witness indica que Honduras es el país más peligroso del mundo para los
activistas ambientales; más de 120 personas han sido asesinadas allí por su
resistencia a mineras, represas o a la deforestación (11).
Esta
proliferación de la violencia, su persistencia por tan largo tiempo, y su
diversificación, podría decirse que son aspectos de una pesada solidez, que sin
duda contienen a la incertidumbre, inseguridad y desprotección de Bauman, pero
también los trascienden por todos lados.
Aprovechando a Bauman
Es
por este tipo de razones que la obra de Bauman no puede ser trasplantada a
América Latina, como si todo el continente siguiera, o debiera copiar el mismo
sendero histórico que los países del norte. Pero sus escritos ofrecen
provocaciones conceptuales y desafiantes imágenes que son muy útiles para
reflexionar sobre nuestra realidad.
Este
ir y regresar, leyendo a Bauman para retornar a nuestras circunstancias, es
posiblemente el mejor homenaje para la obra del sociólogo. La novedad no está
en repetir ni copiar, afirmando con ligereza que América Latina está dentro de
algunas de las imágenes líquidas de Bauman, sino en aprovecharla para promover
nuestros propios análisis. Se pueden usar algunas de sus ideas, cambiándolas, o
desechando otras, creando nuevas síntesis, y es allí donde reside el interés en
Bauman.
Todo
esto permite argumentar que nuestro continente está inmerso en unas
modernidades viscosas, donde se mezcla lo viejo y lo nuevo. Pero más allá de
cuál sea la imagen que se utilice, queda en claro que la modernidad sigue
delimitando la vida social latinoamericana.
Notas
1. Bauman, Z. Modernidad
líquida. Fondo Cultura Económica (FCE), México, 2002 (edición original
Polity Press, 2000).
2. Amor líquido,
FCE, México, 2005; Vida líquida,
Piadós, Barcelona, 2006; Miedo líquido,
Paidós, Barcelona, 2007.
3. Zygmunt Bauman nació en Polonia el 19 de noviembre de
1925. En su juventud trabajó en la agencia militar de seguridad interna, para
después ingresar y ser docente en la Universidad de Varsovia. Sufrió persecución
por su ascendencia judía por lo que abandonó Polonia, para residir en Israel, y
luego en Inglaterra. Desde entonces se desempeñó como profesor en la
Universidad de Leeds. Falleció el 9 de enero de 2017.
4. “Modernidad
líquida”, pág. 122.
5. La explotación del cobre provoca violencia y represión
en Morona Santiago, Plan V, Quito, 28 noviembre 2016. http://www.planv.com.ec/historias/sociedad/la-explotacion-del-cobre-provoca-violencia-y-represion-morona-santiago
6. Recrudece el conflicto de los mapuches de Chubut con
violentos desalojos, Infobae, Buenos Aires, 12 enero 2017. http://www.infobae.com/politica/2017/01/12/recrudece-el-conflicto-de-los-mapuches-de-chubut-con-violentos-desalojos/
7. “Modernidad
líquida”, pág. 122; cursivas de Bauman.
8. O. Espinosa de Rivero, ¿Salvajes opuestos al progreso?: Aproximaciones históricas y
antropológicas a las movilizaciones indígenas en la Amazonía peruana,
Antropológica (Pontificia Universidad Católica de Perú), 27: 123-168, 2009.
9. Extractivismo
petrolero en amazonía boliviana invade territorio que ocupa y habita pueblo en
aislamiento voluntario y amenaza su existencia, Georgina Jiménez, CEDIB
(Cochabamba), 2016,
http://www.cedib.org/wp-content/uploads/2016/11/I1informe-No-contactados-.pdf
10. En busca de la política,
FCE, México, 2001.
11. Honduras: el lugar más
peligroso del mundo para defender el planeta, Witness, 2017, https://www.globalwitness.org/en/campaigns/environmental-activists/honduras-el-pa%C3%ADs-m%C3%A1s-peligroso-del-mundo-para-el-activismo-ambiental/
Eduardo Gudynas es
investigador principal en el Centro Latino Americano de Ecología Social
(CLAES), en Montevideo. Una primera versión del artículo se publicó en Palabras
al Margen (Colombia), edición No 99, febrero 2017. Twitter: @EGudynas.
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