Emblema ✆ Wifredo Lam |
Cuentan que, de paso por La Habana, André Breton
descubrió que lo insólito se desplegaba de manera natural por las calles.
Encontrábase el país en plena campaña electoral y, tal como solía ocurrir en
nuestra república neocolonial, enormes retratos de políticos sonrientes, que
alcanzaban la altura de un piso, bordeaban el Parque Central, mientras sus
efigies, de tamaño menor, aparecían colgando de árboles, columnas, postes
eléctricos, como si ya se hubiera cumplido el mandato histórico que los
condenaba para siempre.
La mirada del visitante casual, adiestrada en la búsqueda de
lo insólito, había advertido quizá un síntoma revelador en las contradicciones
propias de un mundo en el que, por lo demás, no se detuvo.