Especial para La Página |
Como bien se sabe, la OEA fue creada en Bogotá en 1948 a
instancias del General Marshall, a quien el Presidente Truman - terminada la
Segunda Guerra Mundial que le abrió paso a la Guerra Fría - le encargó la ardua tarea de frenar el auge
del comunismo y la simpatía por Rusia, resultado de la admiración que produjo
en Occidente el valor y el sacrificio del pueblo soviético, que permitió la
derrota del nazismo.
Para Europa, el general puso en marcha el llamado “Plan
Marshall”, que se fundamentó en la ayuda económica a los países donde se
presumía que triunfaría la izquierda, como era el caso de Grecia, alimentando
los frentes de lucha reaccionarios que enfrentaban a las organizaciones
comunistas. Tratándose de la Guerra Fría, era necesario implementar las
herramientas de la “guerra de baja intensidad”, cuyo eje fundamental es el
espionaje o “inteligencia”, razón por la cual Marshall fundó e impulsó la CIA,
que nació en 1947.
Para la América Latina, la herramienta anticomunista fue la
propuesta de creación de la Organización de Estados Americanos (OEA), habiendo
escogido a Colombia como lugar estratégico para su fundación en el marco de lo
que denominaron la Conferencia Panamericana, que se reunió en Bogotá en abril
de 1948.
Marshall recibió el apoyo explícito e incondicional del
Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia el falangista Laureano Gómez –
como lo comprueban las comunicaciones que se conservan en el Archivo Gaitán de
propiedad de mi familia – y de uno de los más grandes reaccionarios del Partido
Liberal, el ex presidente de Colombia, Alberto Lleras Camargo (no es una
casualidad que fueran los dos quienes firmaran el llamado Pacto de Sitges para
conformar el Frente Nacional).
¿Por qué escogieron a Bogotá como sede de esta Conferencia?
Porque Colombia era, para ese momento histórico – como sucede ahora –, uno de
los pocos países latinoamericanos aliado categóricamente y sin matices a los
dictados de los Estados Unidos.
Pero no solo por ello, sino porque el Movimiento Gaitanista,
liderado por el socialista Jorge Eliécer Gaitán, avanzaba inexorablemente, no
solo hacia la toma del poder, sino hacia un cambio radical de las estructuras
del Estado, proponiendo sustituir la Democracia Representativa o burguesa por
una Democracia Directa, donde la participación popular tuviera carácter
decisorio en la conducción del Estado,
despertando su propuesta la pasión mayoritaria de los ciudadanos colombianos.
Para frenar este avance incontenible de un Movimiento
Revolucionario, como era el Movimiento Gaitanista, bajo el gobierno de Alberto
Lleras Camargo se toleró el asesinato de decenas de militantes del gaitanismo.
Pero ya posesionado su sucesor, el derechista Mariano Ospina Pérez, el gobierno
preparó sistemática, premeditada y en forma generalizada, el genocidio al
Movimiento Gaitanista, que cobró centenares de víctimas, lo que hacía temer por
la vida de su jefe máximo, Jorge Eliécer Gaitán.
Cuando se lo advertían, él respondía: “Las oligarquías no me
matan, porque saben que el país se vuelca y habrá de pasar mucho tiempo antes
de que las agua regresen a su nivel normal”. En 1998, cuando se cumplieron 50
años de su asesinato, yo comenté que ya habíamos tenido que esperar 50 años
para el regreso a la normalidad y los periodistas incluyeron “50 años” a la
frase de mi padre… Así se escribe la historia. Es mi experiencia como estudiosa
del tema.
Es cierto que la oligarquía pensó que era preferible
asesinar a los seguidores de Gaitán para despojarlo de su poder, que radicaba
en el inmenso apoyo popular con que contaba el maestro y no tomar el riesgo de
enfrentar un alzamiento colectivo como fruto del magnicidio del líder popular.
Pero así no pensaba Marshall. MUY POR EL CONTRARIO: el alzamiento revoltoso del
pueblo le era útil a su proyecto de crear la OEA.
En efecto, durante los preparativos de la Conferencia
Panamericana pudo constatarse que la mayoría de los gobiernos latinoamericanos
no deseaban la creación de un organismo para combatir el comunismo porque,
conociendo la mentalidad norteamericana, ellos mismos serían incluidos en esa persecución por aquello del motete de
“comunistas” que suele endilgarle Norteamérica a todo aquel que sustenta ideas
progresistas.
Para enfrentar la resistencia mayoritaria latinoamericana,
el General Marshall le ordenó a la CIA preparar un complot, al que denominó
Operación Pantomima (ver por Internet Confesiones del agente de la CIA John
Merpples Espirito), para asesinar a Gaitán, preparando, incluso, la salida de
los presos de la cárcel con la colaboración del gobierno colombiano a fin de
crear el caos en el alzamiento previsto en Bogotá como reacción al asesinato
del líder amado y achacarle la sublevación al COMUNISMO para atemorizar a los
delegados a la Conferencia.
No fue, entonces, una “casualidad” que a Jorge Eliécer
Gaitán lo asesinaran cuando estaban reunidos los delegados del continente en la
Conferencia Panamericana. Fue un acto premeditado para acusar de los actos de
insurrección que desató la muerte del maestro Gaitán al comunismo, logrando así
que, atemorizadas las delegaciones, aprobaran unánimemente la creación de un
organismo que, como la OEA, tenía como objetivo frenar el comunismo.
No es de extrañar, entonces, que en la llamada Cumbre de
América de la semana que acaba de terminar en Cartagena, no hayan podido firmar
una declaración final, porque los latinoamericanos exigían que en la próxima
cumbre se incluyera a Cuba. ¡Imposible! Los Estados Unidos y su aliado, el
Canadá, no podían traicionar los orígenes y razón de ser de la organización.
En cuanto al silencio del Presidente Santos frente a las
Malvinas, no hay que olvidar que él es hijo putativo de Inglaterra… ese será el
tema de otra nota.