@ Pawla Kuczynskiego |
Especial
para La Página
|
Una distinguida caricaturista polaca
llamada Pawla Kuczynskiego (1976), ha alcanzado premios y reconocimiento
internacional por sus lúcidas sátiras del mundo actual. Su estilo nos trae
reminiscencias de Magritte, mas su mirada crítica es muy contemporánea. Entre
sus muchas obras, está aquella que
retrata al político de un modo tan nítido como elocuente. Una imagen que entre
nosotros los chilenos ha adquirido una especial significación desde el llamado
“retorno a la democracia” hace ya más de dos décadas. Las recientes declaraciones del ex
presidente, señor Patricio Aylwin y su anunciado libro de memorias no hacen
sino actualizar lo que es y ha sido la clase política desde hace muchos años en
nuestro país. No es casual que la actividad política en la actualidad se
encuentre tan degradada y desprestigiada. En este sentido, la equívoca figura
del ex mandatario, no podría ser más apropiada como retrato del típico político
del Chile republicano de la segunda mitad del siglo XX.
Como muchos de sus coevos, este personaje
posee la impronta del dios Jano, y al igual que éste posee – a lo menos – una
doble faz. Un acérrimo opositor al gobierno de la Unidad Popular encabezado por
Salvador Allende que llevó a su partido, la Democracia Cristiana, como aliado
en el CODE a apoyar el golpe de estado de 1973. El mismo, sin embargo, que
encabezó el primer gobierno democrático “en
la medida de lo posible”, tras la dictadura del general Augusto Pinochet.
Para hacerle justicia a este actor de la
política chilena habría que decir que no ha sido ni el primero ni el último.
Comparte con su generación todas las ambigüedades y debilidades de la clase
política. Es más, pareciera que son sus defectos y no sus virtudes el legado
principal a sus herederos dentro de su partido y fuera de él. Para expresarlo
con claridad: En la política actual sigue imperando una debilidad moral que
mezcla los buenos negocios con el oportunismo, la demagogia, la corrupción y la
bajeza.
El ex presidente Patricio Aylwin ha
encarnado, finalmente, lo que Chile es y no lo que debiera ser. Desde esta
perspectiva, “Aylwin el político” no ha sido mejor ni cívicamente superior de lo que ha sido la actividad política este
último medio siglo entre nosotros. Esto no lo exculpa de ninguna
responsabilidad en este ámbito. No obstante, hay una expresión de Aylwin el
ciudadano que bien merece una reflexión aparte: “El dolor enseña”. Si es verdad
que ciertas figuras encarnan las miserias y grandezas de sus pueblos en ciertos
momentos históricos, sería importante que esta enseñanza estuviese a la orden
del día entre los políticos de hoy.