En la biblioteca siempre se encuentran libros especiales ✆ Taeeun Yoo |
Especial para La Pagina |
He regresado a los bajos mundos, a las grandes ligas de la
redacción comercial. Hoy he escrito veinticuatro guiones de radio y he fumado
cinco cigarrillos, y todo en menos de dos horas. Soy veloz. L. Armstrong ha
soplado toda la mañana sus ritmos y mi pluma vuela, improvisando, hasta las
sensibilidades del público. He regresado, maldita sea, a las grandes, a las
benditas grandes ligas. Jamás me fui de ahí. Jamás dejé de pertenecer al grupo
de los mejores.
Como los griegos, yo no acepto soñar en la paz, pero sí en
la guerra. Y los que duermen estando en guerra sólo oyen trompetas, oyen los
grandes llamados. Y es que "la vida es sueño", según Calderón. Quiero
dar algunos consejos. Tales consejos le servirán al redactor en ciernes. Tales
consejos me han servido en los últimos ocho años.
El primer consejo que doy consiste en leer como desaforados.
Yo leo de todo. Leo el aburrido New York Times y leo El Capital. Leo los
periódicos locales, que son redactados por piaras de cerdos, y leo los bonitos
libros que venden en las tiendas de autoservicio.
Leo y gozo con la sabiduría de Chaucer y me desdoblo de risa
con Moliere. Borges presumía sus páginas escritas, no sus páginas leídas. Tener
mucha basura en la cabeza sirve para no despilfarrar nuestros tesoros. He estado
con prostitutas que valoran a Tolstoi y he estado con princesas que leen
revistas capaces de indignar a Mussolini. De hecho, fue una prostituta la que
me introdujo en Virgilio.
Cuando estoy ebrio, acostumbro filosofar. Redactar textos
para el cine, para la televisión o para la radio bajo los efímeros defectos del
alcohol, es harto lúdico. He insertado, he inoculado en uno de mis baratos
guiones un verso de Quevedo, uno que nadie notará. Al menos, al menos puedo
educar al público en secreto. Soy de esos escritorzuelos sin nombre y sin fama,
y por lógica, sin responsabilidades morales. Y como dijo el poeta Carriego:
"Me disgusta tener preocupaciones
que hayan de conmoverme"
que hayan de conmoverme"
No se escriben las Fleurs du Mal con buenas intenciones. No
se escriben libros como los de Bataillé con buena fe. Es necesario, como decía
Hemingway, convertirse en un "detector de mierda", en un procesador
de mierda. Hijo, no despilfarres tu Shakespeare, no salpiques por doquier
simbolismos franceses, no hables con cualquiera sobre Brahms.
Si quieres ganar un poco de pan escribiendo, aprende a
callar, aprende a leer basura, aprende a asimilar la mierda y aprende a
convertir toda ésa mierda en esculturas vendibles. Hazlo y lo lograrás,
lograrás escribir para comer. ¿Has leído, hijo, El Capital? Ahí hay dolor, hay
sangre, hay sudor. No sé de otra obra que nos enseñe más sobre las masas, sobre
las pueriles masas. Dickens es un niño junto a Marx.
La redacción comercial se hace para las masas, para aturdir,
para marear. Deja que un viejo lobo periodístico te enseñe sus trucos y
argucias y escribe algunos años para vender cosas, no ideas. Entrénate con los
peores, con los redactores burgueses, que son expertos en vender piedras,
iglesias y rencores. Lee El Capital aunque sea una condenada vez, condenado
escritorzuelo.
Si quieres ser como Faulkner, ganar un Nobel y fornicar con
versadas rameras, tendrás que aprender a tolerar putas, idiotas y hambrientos.
Si sólo deseas enfrentar a las putas, no estás listo, como decía Bukowski. Lee
los cuatro tomos de El Capital y hazlo en español, en el francés de Roy y en
buen alemán, es decir, en el de Marx. No importa si te tardas cuatro años
leyendo El Capital en alemán. Al final sabrás más que cualquier lector
chapucero, de esos que leen mucho y sin tesón.
Además, memoriza mucha poesía, de la mejor, sólo de la
mejor. Olvídate de los románticos y aprende poesía clásica. Pero si vas a leer
romanceros, que sean los de Byron o los de Lorca. También tienes que saber
evitar la mierda, que casi siempre es romántica. Lee poesía y lee a Marx, y
cuando te digan que es imposible leer toda la obra del gran Karl, cita esto y
déjalos con la cola entre las patas:
"Los seis
volúmenes de Schopenhauer,
que no acabaremos de leer"
¿Te gusta? Es poesía de Borges, que siempre quiso ser
clásico, duro, blanco. Deletrea los anteriores versos, hazlo como proletario y
procura encontrar en ellos tu salvación. Te enseñaré cómo hacerlo… Si Borges no
pudo con Schopenhauer, ¿cómo podrás tú con Karl? Porque eres mejor, por eso. Al
leer no seas inocente y pregúntate qué quiso decir el autor, pero sobre todo
pregúntate qué fue lo que no pudo decir el autor y dilo por él.
Un gran lector entiende silencios. El buen Maynard Keynes
dijo lo que nadie había dicho y trató de romper con sus antepasados. Keynes
escribió economía como nadie había escrito economía, y por su necedad, se hizo
grande. Keynes, qué gran estilista.
Que tu literatura sea superior a tus ideas, porque así tus
ideas tendrán que llegar a la altura de tus expresiones, únicas vías de la
inteligencia. Lee, pero busca leer a tus mayores. Sólo Goethe podía darse el
lujo de leer a un niño, a uno como Byron. Lee lo que nadie entiende. Métete a
cagar con un libro de Heidegger o con una crítica literaria de Ezra, y defeca
pensando en qué carajos quiso decir Cavalcanti, que tanto extasiaba a Ezra. Y
si tienes diarrea, defeca homenajeando a Kant.
Haz que Heidegger y que Kant te expliquen las cosas.
Cuestiónalos una y otra vez. La razón pura habla en voz baja, pero habla mucho,
dijo Hitchens. Haz que griten o haz que se desesperen, haz que se harten de tus
preguntas. Las páginas, hartas de nuestras preguntas, se retuercen, se arrugan,
sudan. Lee duro, lee bien, lee mucho y todo el día, como Quevedo, que leía
hasta cocinando.
Después de escrutar a Nietzsche cinco horas querrás llorar,
querrás saber por qué el mundo está hecho una total mierda. Después de leer a
Freud diez horas sentirás que te vuelves loco y aprenderás a confiar en ti.
Después de leer a Marx querrás imitar las conductas del gran Ché. Sólo los que
leen aprenden a vivir, dijo un clásico castellano, uno de los que releía Darío.
No tires al bote de la basura el trabajo de los mejores. No
tienes derecho a ignorarlos, tú, sicofante burgués. Aprende de Poe e imita su
técnica magistral. Poe enloquecía con una gota de alcohol y Huxley aprendió a
mejorar su lírica con las drogas. Bebe, fuma cualquier porquería o métete
sendas pastillas, pero hazlo para ser mejor en tu arte. Los mejores escritores
han sido fanáticos de Marx, que es una gran anestesia para sobrevivir en la
modernidad.
Mira a Shaw, que citaba a Marx. Mira a Hitchens, que
dialogaba satíricamente con M. Berman. Tenemos que regresar a Marx, porque Marx
fue un encarnizado estilista. El estilo es traducible, lo es si el traductor es
el alma gemela del traducido, como pensaba T. Capote. El Capital es un buen
ejemplo de rigor intelectual, y lo es aunque Keynes haya dicho que es un tomo
anticuado.
Leer a Marx es leer en voz alta, recio, con valor, con
hombría. Es verdad, es verdad que nos explotan. Es verdad que nos roban y es
verdad que los escritores son grandes ladrones, ladrones del capital extranjero.
John Rawls, en Harvard, no hacía que sus alumnos perdieran el tiempo leyendo
paparruchas, y los ponía a leer a los clásicos. Keynes obtuvo una beca para
estudiar a los clásicos.
Ahora mismo y en algún bar inglés cercano a Oxford, tres o
cuatro futuros revolucionarios hablan acerca de los clásicos marxistas,
mientras tú, tú, pierdes el tiempo leyéndome. Aprende, como Spinoza, a
transformar los sentimientos en figuras, en líneas, en ecuaciones. Encarna lo
abstracto y haz de la vaguedad un vago, y del infierno una fábrica, y con el
hambre haz una jungla.
Carga los versos de lord Byron y recítalos frente a tu
novia, hazlo mientras ella te practica una felación. Haz de la felación un
programa de radio y haz que ella diga cosas duras y sucias, tan duras y sucias
como las que dijo Pound en Radio Roma. Piensa como Galileo e imagina que hay un
lenguaje hecho de círculos, triángulos y cuadrados. Rompe tal lenguaje, rompe
postulados, rompe límites y cuadra el círculo, y circula en el cuadrilátero
urbano.
Usa metáforas baratas, pero sólo si estás consciente de que
son baratas. Enamora putas con metáforas baratas y encarece tus baratijas
escribiendo con amor. No permitas, como dijo Marx, que tu trabajo no se note.
Yeats dijo que el tejido de un verso tiene que quedar oculto. Mándalo al
diablo. Marx decía que el trabajo del sastre desaparece en el traje, y además
dijo que la plusvalía era como dicho trabajo, algo escamoteado.
Deja algunas costuras sin cerrar en tus textos, ya que la
perfección delata al novato, como decía el gran Goethe. Lee tus textos en voz
alta, y cuando suenen afeminados, deséchalos. Los libros son armas, no flores.
Los libros son ladrillos, no mosaicos. Con los libros matamos ideologías y
construimos casas rudas.
Lee y compite con el escritor que lees. Lee y piensa en cómo
mejorar tus libros leídos. Si quieres escribir de verdad, sigue mis consejos y
lárgate a leer a Cervantes, no a mí, escritor en ciernes.