Especial para La Página |
El lunes estuve
viendo el partido de España contra Croacia en la Eurocopa. Corrijo: estuve
viendo un partido repleto de jugadores millonarios que jugaron en nombre de un
estado llamado España contra otros que lo hicieron en nombre de uno llamado
Croacia. Confieso que lo vi porque me gusta el fútbol, pero sobre todo por
inercia y como excusa para cenar con unos amigos. La aclaración al lector viene
como antesala para hacerle otra de mayor calado: desde hace tiempo, al igual
que procuro comer sano o hacer ejercicio, intento limpiarme el cuerpo de esa
ideología cancerígena que nos separa y enfrenta a todos los que compartimos
hogar en la Tierra: el nacionalismo.
La primera les sirve,
como capitalistas, para atomizar e imposibilitar la temida unión de los
trabajadores (véase los mineros), en tanto Coca-Cola forma parte de los
Aparatos Privados de Hegemonía burguesa radicados en la sociedad civil2.
Mientras que con la otra ideología dominante, el nacionalismo-estatal, generan
la energía socializadora que necesitan para que los trabajadores sigan produciendo
(y no se suiciden en masa) en una sociedad disociada regida por la Ley del
Valor, la explotación, el egoísmo y la neurosis colectiva. En un entramado
social como el actual donde el ser humano es más dependiente que nunca del
resto, pero en el que continuamente se le azuza para que compita a muerte
contra los demás, el Estado y su parafernalia anexa de marketing (banderitas,
toritos, deportistas “nacionales”, etc) viene a ocupar el lugar
espiritual-colectivo que la élite eclesiástica no consigue generar con la
figura de Dios en la sociedad neoliberal, pues el dinero como fetiche universal
no hace sino socavar su antiguo Reinado en la Tierra3. La nación, por su parte,
es la Madre que lleva el amor al Padre (el Estado), y de este modo consagra la
pretendida familia de todas las familias (el Estado-nación), aquella que finge
amparar a sus hijos mientras ayuda a machacarlos legislando en favor del
Capital transnacional. Una vez muerto Dios, para muchos, y Marx, para otros
tantos, el nacionalismo es el amor del Padre perdido pero todavía anhelado en
su imposible regreso (Estado keneysiano) sanador-redentor de las masas
expropiadas (los hijos asalariados perdidos en la jungla neoliberal). Para no
volver completamente locos a los proletarios, y mantenerlos en unos niveles de
sociabilización mínimos que les permita emplearlos como fuerza de trabajo, las
élites capitalistas, por medio de sus mandarines, necesitan crear esa falsa
unión entre individuo disociado y colectivo mistificado. Justo en el preciso
momento en que los magnates no tienen problemas para trasladar su capital e
invertirlo (o atesorarlo) en cualquier lugar del mundo, tienen la poca
vergüenza de vendernos la ideología que afirma que a lo mejor que podemos
aspirar como asalariados, en este planeta interconectado, es a vivir separados
por aduanas, permisos de trabajo y residencia, mientras ellos se limpian el
culo con las banderas que nosotros, o algunos de nosotros, adoramos. Nuestros
ojos clavados con orgullo en sus telas pintadas, provocan no pocas risas y
satisfacciones entre aquellos que transitan tragando billetes y escupiendo
primas de riesgo.
El spot de Coca-Cola
contiene un mensaje ideológico bicefálico muy poderoso que intenta convertir en
sentido común lo que es una mentira fragante: “si todos colaboramos y
trabajamos juntos codo con codo, podremos salir de esta crisis”. Para empezar
la crisis es sólo “propiedad” de la gran mayoría, mientras una minoría
pluripropietaria se está pegando un atracón de plusvalor viviendo una auténtica
orgía de adquisiciones de activos a precio de saldo4. En este contexto, la
empresa Coca-Cola nos anima a ser buenos españoles. Esto es: a creer que nadie
“de los nuestros” nos explota y a abrazar la ideología nacionalista-estatal,
para que si en algún momento las élites degeneradas que mueve la economía-mundo
consideraran necesitan una guerra, igual que ahora nos animan a apoyar a “la
roja” como “gladiadores” (bebiendo una cola fría, faltaría más), llegado el
momento, nos animarían a luchar codo con codo, fusil contra fusil, contra los
“malditos italianos”, “alemanes”, “chinos” o “los extranjeros” que sean
dependiendo de la cobertura internacional. Pero la guerra sería entre los
asalariados (como la I y la II GM)... ¡faltaría más! Nunca contra italianos o
alemanes de cualquier tipo, ni mucho menos como ellos, porque recuerde: ellos
no existen cuando hay problemas. Sólo existimos los tontos que todavía vivimos
bajo la sombra de las banderas, la dureza de las aduanas y la carestía crónica
de no tener suficientes papeles por ser “de fuera” de tal o cual tierra
dividida por tal o cual jodida bandera. Recordemos a este respecto que en 1919
había solamente 23 estados en Europa, mientras que en 1994 ya eran 51, y en la
actualidad son casi 200 en todo el mundo, mientras que en 1945 eran unos 60.
¿Por qué el capitalismo necesita crear más estados pese a todas las
organizaciones supraestatales que se ha visto obligado a levantar por el
desarrollo y la mundialización de los medios de producción y comunicación?
Fácil: porque el sistema precisa de una libertad global para el capital y más
barreras en las cuales encerrar/encapsular a los trabajadores para exprimirlos
con más fuerza hasta que de ellos sólo quede la gelatina de la que hablaba Marx
en “El Capital”. Simple división internacional del trabajo. El león corre libre
(y mata más fácil) mientras los antílopes esperan su muerte en la charca
vallada.
Coca-Cola junto a
Rajoy, Rubalcaba y el Rey, al compás de Merkel, Obama y Barroso, nos recuerdan
constantemente que somos españoles, pero todos ellos son títeres de apellidos
que a penas logramos intuir y a los que el común de los mortales les damos
absolutamente igual. Ante esto, por nuestra parte, no deberíamos olvidar que
somos seres humanos, que el Capital no tiene patria y nosotros tampoco la
tendremos hasta que la construyamos con nuestras propias manos. Esa patria se
llamará socialismo mundial y no debiera alzar otra tela en su nombre que la
coloreada por el internacionalismo, el mismo que late y bombea bajo las
diferentes pieles que conforman la infinita belleza de nuestros millones de
rostros. ¿Utópico hablar de socialismo mundial? Utópico es pensar que de este
pozo nos van a sacar los mismos que día a día nos hunden más al fondo. Así que
comencemos a hablar de socialismo sin miedo, porque después tocará construirlo.
Ni patria ni banderas, o socialismo mundial o la muerte que nos acecha. Los
tambores de guerra ya resuenan en el horizonte de un futuro cercano. No
olvidemos que es una salida fácil para el sistema: bombas vendidas, bombas
lanzadas, nuevas bombas, muchos muertos y reconstrucción. Resultado:
eliminación del ejército de reserva excedente y creación de nuevos empleos. Se
llama destrucción creativa made in Capitalismo “realmente existente”, no
capitalismo vendido ni soñado.
Así que construir el
socialismo mundial donde los trabajadores tengamos los mismos derechos y
vivamos respetando la libertad de cada cual, es una premisa mínima que debemos
cumplir si queremos vivir con la luz de la dignidad como especie4. Es la única
alternativa para no continuar arrastrándonos como gusanos bajo las prolongadas
sombras del terrorismo de los mercados, tras los que, como las grandes
sociedades anónimas, se esconden los mayores explotadores del género humano: la
élite capitalista más poderosa jamás parida gracias al peso de nuestra desidia
hipotecariamente acumulada.
Jon Juanma es el seudónimo de Jon E. Illescas Martínez,
activista, artista e investigador FCM en la Universidad Complutense de Madrid y
la Universidad de Alicante. Recientemente ha publicado el libro “ Nepal, la
revolución desconocida. Crisis permanente en la tierra de Buda” (Editorial: La
Caída).
Notas
1. El spot es conceptualmente y éticamente reprobable, para
ser exactos, pues nada tengo que decir de su factura audiovisual. El dinero,
como mercancía equivalente general, tiene el poder de atraer a los mejores
profesionales mercenarios y/o confundidos. El visionado del anuncio demostrará
que una(s) imagen(es) vale(n) más que mil palabras:
http://www.youtube.com/watch?v=C63ummLZ26A
2. Todo ello siguiendo el arsenal conceptual de Gramsci en
sus “Cuadernos de la cárcel”.
3. ILLESCAS MARTÍNEZ, Jon E (2009), “Estetización y
mistificación de la vida en el sistema publicitario”. Ver: http://www.rebelion.org/docs/89506.pdf
4. La banca y la gran burguesía que controlan la gestión de
los capitales financieros están destruyendo los negocios de los pequeños
empresarios que deben entregar o malvender sus activos ante la imposibilidad o
las dificultades de devolver la deuda con la que financiaban sus negocios.
5. E incluso, para muchos de nosotros, como individuos.