Si analizamos la geopolítica de Medio Oriente, ¿cuál debería
ser el foco principal? Hay muy poco acuerdo en cuanto a la respuesta y, no
obstante, la pregunta es clave. El gobierno israelí ha sido diligente y
constante en su intento por hacer que el foco sea Irán. Esto, muchos
observadores lo consideran un esfuerzo israelí por desviar la atención de su
falta de voluntad para continuar con unas negociaciones serias con los
palestinos.
En cualquier caso, tal esfuerzo israelí ha fallado, de una
manera espectacular. Netanyahu ha sido incapaz de lograr que el gobierno
estadunidense se comprometa a apoyar un ataque israelí contra Irán. La
habilidad de Irán para convocar a casi todo el mundo no occidental –incluido
Pakistán, India, China, Palestina, y al secretario general de Naciones Unidas,
Ban Ki-Moon– a la reunión del Movimiento de los No Alineados (MNA) en Teherán,
subraya la imposibilidad política de que los israelíes logren que la atención
se concentre en Irán.
Durante el último año, el centro de atención fue Siria, no
Irán, aun cuando haya un vínculo entre ambos. Son primordialmente Arabia
Saudita y Qatar quienes han luchado, con un éxito considerable, por hacer de
Siria el foco de atención. Algunos observadores afirman que se trata de un
esfuerzo por desviar la atención de los problemas internos de Arabia Saudita y
de la opresión antishiíta en los Estados del Golfo, especialmente en Bahrain.
Sin embargo, este foco puesto en Siria está por llegar a su
fin, por dos razones. En primer lugar el gobierno sirio y su principal
oposición, el Ejército Libre de Siria, están más o menos empantanados en su
combate militar. No parece que alguno de los dos bandos pueda destruir por
completo al otro. Esto significa que lo que ahora pudiera llamarse una guerra
civil está destinada a continuar por tiempo indefinido.
Ciertamente, lo que podría hacer que la lucha alcanzara un
fin rápido sería que hubiera una intervención militar seria desde el exterior.
Pero ni Estados Unidos, ni Europa occidental, ni Turquía, Arabia Saudita o
algún otro, están dispuestos a enviar tropas a Siria. Solamente están
dispuestos a amenazar con hacerlo. Esto no es suficiente para ponerle fin a los
combates en Siria.
Lo segundo es que hay una reaparición espectacular de Egipto
en la escena geopolítica, ahora que tiene un gobierno dominado por la Hermandad
Musulmana. El presidente, Mohamed Morsi, parece tener una agenda bastante
diferente de la de sus predecesores. Y Morsi resultó ser un operador político
mucho más astuto que lo que la mayoría de la gente pensaba al principio. Le
Monde apuntó esto en un editorial titulado "El ingenioso y sorprendente M.
Morsi". Para la reunión del MNA, Morsi voló a Teherán, haciendo una escala
en Pekín. Al hacerlo, pospuso hasta septiembre la invitación que Obama le hiciera
para visitar oficialmente Estados Unidos, la cual tenía por objeto evitar el
viaje que ahora está haciendo. Morsi argumenta que el objetivo de sus visitas
es ayudar a resolver el asunto sirio.
Si Siria es lo que tiene en mente, tiene una manera curiosa
de mostrarlo. Comenzó con una propuesta imaginativa –que Egipto uniera fuerzas
con Turquía, Arabia Saudita e Irán para formar un grupo que intente resolver
políticamente los asuntos que dividen a ambos bandos en Siria. Esto es de hecho
imaginativo. Pero seguramente Morsi sabe que, al menos por el momento, Arabia
Saudita lo va a rechazar, como también es posible que lo haga Turquía.
Entonces, ¿para qué se molestó en hacer la propuesta? Primero que nada, por
supuesto, está buscando colocar a Egipto y a la Hermandad Musulmana en posición
de ser el negociador más poderoso de la política en Medio Oriente. Por
supuesto, no hay nada que satisfaga menos a los saudíes. Esta centralidad
egipcia no sólo les arrebata este papel; los saudíes y la Hermandad Musulmana llevan
mucho tiempo en una relación hostil.
Habiendo ofrecido la propuesta como "solución" al
asunto sirio, Morsi está demostrando que, por el momento, no hay solución a la
cuestión siria. Eso prepara el terreno para un gran viraje –de Siria a
Palestina.
Debemos recordar dos cosas acerca de la relación de Egipto
con Israel/Palestina. Una es que Hamas fue fundada por miembros de la Hermandad
Musulmana. Los vínculos son reales, aun cuando Hamas busque jugar un papel
independiente en la región.
Pero aún más importante es que el tratado de Egipto con
Israel es muy, muy impopular en Egipto. Morsi no pretende romper el tratado.
Siente, y tal vez está en lo cierto, que no es lo suficientemente fuerte al
interior del país ni a escala internacional para hacerlo. Y no necesariamente
ve una gran ventaja de que Egipto lo haga.
Pero sí está interesado en revisar sus términos de forma
importante. En particular, quiere cambiar las reglas acerca de cómo se
relaciona Egipto con la lucha en Palestina. Los egipcios quieren continuar
intentando mediar las diferencias entre la Autoridad Palestina y Hamas. Y
quieren crear una frontera más abierta con Gaza. Podrían entonces ofrecerse
directamente como negociadores honestos, un papel que Estados Unidos ha
reivindicado como su propiedad exclusiva por algún tiempo ya.
Parece al menos una buena predicción que, para 2013, Egipto
habrá acallado la discusión mundial en torno a Siria y habrá logrado
remplazarla con una discusión mundial en torno Palestina. Los israelíes se
sentirán profundamente infelices. Los saudíes se verán hechos a un lado y por
tanto necesitarán reafirmar con más vigor sus propias credenciales pro
Palestina. Y Estados Unidos –sea que su próximo presidente se llame Romney u
Obama– se hallarán en una posición donde tendrán relativamente poca influencia
en lo que ocurra en Israel/Palestina, Egipto, Arabia Saudita, o Irán.
Traducción:
Ramón Vera Herrera