Miradas ✆ Lola Roig |
Especial para La Página |
Williams James impartió una serie de conferencias en las que
trató de comprender, hablando, cuáles son las diferencias filosóficas entre el
racionalismo y el empirismo. La charla inaugural se llamó `Los tipos de
pensamiento filosófico´, la cual no recorrió los senderos que hay entre la
teología, la metafísica, el empirismo, el positivismo, la fenomenología, el
estructuralismo y la lingüística. Williams Jemes me decepcionó, pues sus
argumentos son exageradamente adornados y provincianos. Pero al menos sabía poesía,
y citó esto de Thomas Gray: "Still
in the ashes live the wonted fires".
¿La poesía y el idealismo alemán pueden convivir con la
ciencia empírica, que pretende conocer la totalidad del mundo a través de sus
partes? Los ingleses, decía Goethe, siempre han sido prácticos, mientras que
los alemanes siempre se han perdido en enormes sueños y tormentas (‘Sturm und
Drang’). El humor inglés, inductivo, hace de lo nimio algo grande. La filosofía
inglesa induce desde un átomo un cosmos. Toda la practicidad inglesa, confiesa
James (educado con su hermano Henry en Inglaterra, Francia, Ginebra y Roma), ha
sido sustituida por las complejas fórmulas germánicas.
Para el germano existe el alma ("sólo es tuyo lo que
sientes", dice Schiller), y después, el cuerpo. Para el inglés primero
existe el cuerpo, del cual se razona el alma. Dice James: "La
individualidad excede toda clasificación y, sin embargo, insistimos en
clasificar todo bajo algún rótulo general". El idealista crea etiquetas.
Los alemanes, dice José Ortega y Gasset, quien estudió en Alemania, son
expertos en generar etiquetas, y lo hacen hasta para las cosas que jamás hemos
visto. ¿Podemos contemplar el todo? Sí, pero no siempre. Podemos ser
racionalistas al analizar un bosque, pues un bosque es un ente que podemos
abarcar con nuestros métodos. Sin embargo, no podemos ser racionalistas para
abarcar el cosmos.
No podemos votar por la inducción o por la deducción como se
vota por un candidato. Cada problema amerita una solución distinta. En la
conferencia James acudió a Sir James Mackintosh, que profirió: "estoy
intentando entender esa execrable filosofía alemana". ¿Por qué nadie
entiende a Kant? ¿Será acaso que no es necesario entender, sino intuir a Kant?
A Spinoza se le reprocha mucho que jamás usara el tercer tipo de conocimiento,
se le reclama porque siempre fundamentó sus teorías en el "sentido
común".
Los ingleses son prácticos, son inductivos, y martilleando
descubren el eco de todas las cosas. En parangón, los alemanes son teóricos,
son deductivos, y gritando acallan los detalles de las cosas ("vosotros me
matáis todas las cosas", canta Rilke). Pensando en grande terminamos
preocupándonos por lo minúsculo, y pensando en lo minúsculo terminamos
preocupándonos por lo enorme.
Goethe recomendaba no ahondar demasiado en los asuntos, y
pedía que la gente tratara los asuntos humanos con superficialidad, es decir,
en la superficie y con los pies en la tierra.
Oxford, dice James, que trabajaba en Harvard, ha sentido que
la psicología y que el asociacionismo no resuelven problemas concretos,
problemas epistemológicos. ¿Asociamos a través de simpatías, analogías,
emulaciones o conveniencias? No lo sabemos. Popper pensaba que el acto creativo
no se fundamenta en método alguno. Según Aristóteles el hombre inteligente sabe
hacer metáforas, sabe encontrar coincidencias. Para Reverdy una buena metáfora
reunía bajo la luz del lenguaje objetos esencialmente aislados, y para Gracián
una metáfora era el acto de exprimir relaciones necesarias entre dos objetos
distintos.
Todo esto parece ser un mal empirismo, y James propone un
"empirismo corregido". No hay empirismo a secas o puro. Russell y
Wittgenstein se plantearon el problema. En el Axioma 28 de las `Philosophische
Bemerkungen´ se afirma que cuando buscamos algo en el mundo no debemos buscar
datos aislados, sino configuraciones. Si tenemos que buscar combinaciones
entonces somos racionalistas, no empiristas, pues los empiristas conocen por
medio de las partes. Wittgenstein reúne inducción y deducción aseverando algo
así: la salivación de un perro no nos dice nada sobre lo que éste espera, los
signos se usan y jamás se interpretan, entre el mundo y los signos hay un
vacío, entre el espacio y la expectativa hay tiempo, y esperar es construir lo
esperado.
Creer en un empirismo ingenuo es como creer ciegamente en
los hechos (Hume y Locke), y creer en el racionalismo es como querer resolver
los problemas morales con fórmulas lógicas (Descartes). Russell propone el
`Realismo analítico´, el cual destroza y teoriza al mismo tiempo. Dicta James:
"Forjamos el orden al dejar de lado las partes desordenadas". Y
luego, agrega: "Ninguna filosofía puede ser más que un esbozo sumario, una
imagen del mundo condensada, una visión sintetizada a vuelo de pájaro de la
perspectiva de los acontecimientos". Contradicción de contradicciones. ¿O
sólo podemos esbozar o podemos, en realidad, sintetizarlo todo?
Wittgenstein argumentaba que la filosofía es una técnica
pensada para desanudar nuestro entendimiento. Al observar el mundo o al leer
filosofía, que es lo mismo, detectamos palabras que "suenan huecas",
citando a Macherey. En toda teoría hay palabras huecas, y en toda observación
hay datos inútiles o huecos. ¿Cómo saber qué sobra y qué falta? Aplicando un
método, es decir, un sistema comparativo. La filosofía, según un profesor de
Cambridge citado por James, es "el buen pensamiento metódico".
Conquistar, construir y comprobar, diría Bachelard. Un mundo es una oración
supeditada a la gramática, soñaba y decía Mach. Toda investigación debe buscar
"causas próximas" y "rasgos comunes", enseñaba Spinoza.
¿Qué aprendemos leyendo a James? Que el juicio es capaz de
elegir entre la inducción o la deducción, entre el racionalismo y el empirismo,
entre la "ajenidad" y la "intimidad". También aprendemos a
romper con la academia. Dice James, en tono de queja, esto:
"Hay que atar la propia opinión a la de Aristóteles o Spinoza; hay que definirla por su distancia respecto a Kant; hay que refutar la visión del rival identificándola con la de Protágoras".
Tratar a los viejos autores como a nuestros amigos es
tratarlos como trata la religión a Dios, es decir, es tratarlos como amigos.
Pero tratarlos como trata la teología a Dios nos perderá en los eternos
abismos. "Los modos eternos son
completamente diferentes a nuestros modos", dicta James. El hombre es
el más potente de los modos finitos, pensaba Spinoza. Al parecer en las
universidades "hay libertad suma de
conciencia/ para idiotas, malsines y tramposos", citando a Villarroel.