“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

29/9/13

Apuntes sobre Sismondi, para este Siglo XXI

    Simonde de Sismondi ✆ Oldrich Kyn
  • “Entre los errores que hemos cometido todos, el más importante error fue creer que alguien sabía de socialismo, o que sabía de cómo se construye el socialismo.” | Fidel Castro, Universidad de la Habana, 17/11/2010
Umberto Mazzei  |  El socialismo del siglo XXI – como diría Pirandello- es un personaje en busca de autor. Cuando lo encuentre, seguro que desplazará la presente versión del capitalismo, que más que salvaje, parece enloquecido. Por ahora,  el todo lo que se dice sobre el socialismo del siglo XXI parece más una aspiración que una propuesta concreta. Aspiración balbuciente, pero profunda, urgente, telúrica. Necesita hilar la filosofía de sus valores y la doctrina de su acción. Ambas son necesarias para forjar una propuesta política coherente, que guíe hacia un cambio de sistema evitando esa improvisación que genera desorden y trae descrédito.

Capitalismo y especulación han existido siempre juntos, desde la antigüedad. Cuentan de la astucia de Tales de Mileto
- si, el del teorema- que compró a futuro todas las olivas de su ciudad y se hizo rico fijando luego su precio. La influencia del dinero en la política también: el riquísimo Marco Licinio Craso financió las campañas electorales de Julio Cesar en la Roma republicana. Más cerca de nosotros tenemos a los banqueros de las repúblicas medievales italianas y alemanas que, como los  Medici, que convirtieron su poder económico en dinástico. Los Rothschild, desde el siglo XVIII …

El capitalismo actual –liberal o neo liberal, como se prefiera- evolucionó durante desde los siglos XIX y XX, pero los resultados están claros ahora, en el siglo XXI: el gobierno de los ricos para los ricos. Su origen se le atribuye al filósofo escocés Adam Smith, pero no es cierto. Smith lo advirtió y lo rechazó: “Dondequiera que hay grandes propiedades, hay grandes desigualdades” y añadió “ Todo para nosotros y nada para los demás, he allí la vil máxima que parece haber sido desde siempre la de los dueños de la especie humana.”.[1] Su madre es el aduanero y corredor de bolsa David Ricardo, quien en su época pidió eliminar la Corn Law[2] y abrir la importación de cereales para que al abaratarse el pan se pudieran bajar más aún los salarios y aumentar la ganancia de los patrones[3].  

Actualidad de Sismondi

Hay un historiador y economista adversario de David Ricardo y de su seguidor Jean Baptiste Say que también desarrolló la tesis de Adam Smith, pero con visión social y fue mucho más allá. Se trata de Jean Charles Sismondi, un pensador ginebrino que los neoliberales tratan de hacer olvidar, cuya filosofía económica admite la propiedad privada, pero canalizada por la utilidad social.

La esencia de su pensamiento es que el capitalismo sólo puede ser próspero y estable si se pagan buenos salarios, porque esos ingresos de los trabajadores son el mercado indispensable para vender los productos. Dice que si los ricos ingleses acaparan toda la riqueza nacional (época  de la revolución industrial) tendrán que buscar mercados afuera (imperialismo) y que si no se equilibra la producción y la demanda, el sistema está destinado a vivir de crisis en crisis.

Sismondi es el único economista que Karl Marx cita en el Manifiesto Comunista (1848), un honor caro, porque, como dice Jean Weiller[4], se suelen olvidar las trece líneas donde lo elogia y retener sólo las últimas 6, donde lo llama “utópico” y socialista “pequeño burgués”. Creo que, a pesar de lo que dijera Marx, que veinte años después, en El Capital, lo cita en asuntos  básicos con frecuencia, hay que rescatar los aportes de Sismondi para un socialismo moderno. Un socialismo para el siglo XXI tiene que ser una síntesis de las experiencias anteriores, que aprenda de sus errores y de sus aciertos. Las experiencias socialistas con éxito económico y social, de los socialismos entumecidos por falta de dinamismo o de aquellos que colapsaron.
  
Otro motivo de estudio deben ser las versiones europeas de la Social Democracia cuyo valioso contenido social resultó de una confluencia de ideas Keynesianas, poder sindical y temor a la Unión Soviética. En América Latina esas mismas ideas no pasaron de ser una pose política. En Estados Unidos funcionaron a desgano con el New Deal. Su legado es un válido sistema de protección social, que ahora se desmantela por falta  de dinero, porque los políticos entregaron los fondos públicos a unos banqueros en apuros. 

Sismondi para el futuro   

Sismondi tiene dos tipos de aporte para el siglo XXI, que son complementarios. Uno sobre el sistema político y otro sobre el sistema económico. En este escrito apenas haremos un guiño a su política institucional; el énfasis lo pondremos en dar unos trazos que resalten lo importante de su estudio para una economía socialista más realista, más estable… y menos trágica.

a) Aportes al Sistema Político

Su aporte político es como historiador. Sismondi describió y analizó varios temas históricos, pero para un enfoque institucional nos interesa su análisis sobre las republicas comunales italianas, muertas bajo el absolutismo real y pontificio. Su último exponente –Venecia- pereció con Napoleón y volvió a morir en el Congreso de Viena. Ese sistema comunal nos sacó de la Edad Media y gestó la revolución cultural y económica que conocemos como el Renacimiento. De aquel modelo comunal quedan vestigios en el sistema cantonal suizo.

Ese modelo comunal italiano es más reciente y adhiere mejor a las realidades sociales orgánicas que el cacareado modelo ateniense, que ni siquiera fue igualitario[5]. Su estudio deja ideas para un sistema republicano que sea más representativo de la aspiración política general. Ha sido muy señalado que las repúblicas actuales no funcionan sobre las aspiraciones de las comunidades, sino sobre masas anónimas movilizadas, a las que es fácil pastorear según mande el dinero en grande y sus medios de comunicación[6].  

b) Aportes al Sistema económico

La principal obra económica de Sismondi es “Nuevos Principios de Economía Política o de la riqueza en su relación con la población”, publicada en 1819. Comencemos por mirar a Sismondi desde la perspectiva de Marx, porque nadie puede negar la influencia de Sismondi en la tesis marxista. Cuando Marx le dice utópico, recordemos que fue Marx quien hablo de solidaridad de la clase trabajadora. La solidaridad de clase claro que existe, ¡pero entre los ricos! La condición típica del pobre es el sálvese quien pueda. Sismondi lo dice y no espera la redención de los trabajadores de una revolución proletaria sino del control estatal.

Lo más pertinente de Sismondi para estos días es su temprano anuncio de que las crisis son cosa implícita en el sistema capitalista por su incoherencia. Sobre eso dice Marx, “El análisis de Ricardo es con frecuencia absurdo. Sismondi en cambio señala los limites (de adaptar la producción a las necesidades) que son obra del propio capital, que choca con sus contradicciones”[7] y añade “Las crisis no son para él accidentes, como dice Ricardo, sino explosiones esenciales”[8]. La opinión de Marx sobre ambos es clara “La historia de la economía política moderna (…) se completa con Ricardo y Sismondi, dos antípodas”[9].
En el libro primero de El Capital, Marx cita a Sismondi elogiosamente y con mucha frecuencia.[10] En el libro segundo también lo sigue,[11] pero súbitamente lo ataca y dice que su aporte al estudio de la relación entre capital e ingreso “no tiene una sola palabra científica”[12].     

En lo económico-social Sismondi da el paso intermedio entre Francois Quesnay[13] y Marx. Fue Sismondi quien remplazó la división en tres clases de Quesnay, (productiva, propietarios y estéril) por una que refleja la revolución industrial: capitalistas y asalariados. Es un esquema funcional y abstracto, que pone por un lado los ingresos del capital (rentas, ganancias, intereses) y del otro a su contraparte necesaria, el consumo. Un consumo que divide en dos: a) el consumo indispensable (de supervivencia) y b) el consumo de lujo.

Es Sismondi quien resucita el término romano “proletario” y lo usa para definir a los trabajadores manuales, a los pobres, a los que el sistema atribuye la función de asegurar con su prole la provisión de fuerza de trabajo. “La nación inglesa encontró más económico … reducir todos los obreros al salario más bajo con el que puedan vivir y los obreros, que son proletarios, profundizan su miseria criando familias siempre más numerosas.”[14]   

El pensamiento de Sismondi tuvo afinidades con otros pensadores conocidos. Coincide con Thomas Malthus en defender a los pequeños propietarios agrícolas y los sectores amenazados por la revolución industrial. Dice que sus ingresos son parte importante de la “demanda efectiva” que es necesaria para el equilibrio entre producción  y consumo. Sus quejas de entonces son modernas: “No hay mas campesinos en los campos,… no hay mas artesanos en las ciudades o jefes independientes de pequeñas industrias, solo fábricas”; pero no acompaña a Malthus en la idea de frenar la industrialización. En ese tema tiene más afinidad con Claude de Saint-Simon, porque aprecia la utilidad de las máquinas, la ciencia y la tecnología: “No es contra las máquinas, ni los descubrimientos, no es contra la civilización que apuntan mis objeciones, es contra la organización moderna de la sociedad”[15]. “Yo no quiero regresar a lo que ha sido, pero quiero una cosa mejor de lo que hay”. Es como si hablara a nosotros.

Hay un párrafo que debo citar, porque describe con trazos impresionistas un cuadro familiar: “Con pocos años de intervalo, dos crisis terribles arruinaron una parte de los banqueros y extendieron la desolación en todas las manufacturas inglesas; al mismo tiempo otra crisis arruinó a los granjeros e hizo bajar el comercio al detalle. Para colmo, ese comercio a pesar de su gran extensión dejó de atraer a jóvenes que quieran hacer carrera; todas las plazas están ocupadas y tanto en los rangos superiores de la sociedad como en los inferiores, un gran número ofrece en vano su trabajo sin poder obtener un salario.”[16] ¿Suena conocido?

Mi propósito es proponer el estudio de Sismondi, como una fuente para la nueva visión socialista. Marx usó sus ideas, aunque lo hubiese llamado “socialista pequeño burgués”. Lenin le reprochó el incluir el sub-consumo como causa de las crisis capitalistas, pero Nikolai Boukharin – entre los mejores economistas marxistas- aprobaba la explicación de Sismondi y decía que sin el sub-consumo la interpretación marxista del capitalismo sería absurda.

El poeta y economista venezolano Ydelfonso Finol sintetiza la ruta a seguir cuando afirma que “Es falso que el socialismo tenga que estar asociado a escasez”. La China socialista es hoy la segunda economía del mundo y sigue creciendo; pero su mayor éxito es que sacó de la pobreza a 400 millones y sigue sacando. Es un ejemplo de política económica desde que Deng Chao Ping inició la política de dejar espacio a la iniciativa individual, pero siempre dentro de un marco dirigido al beneficio colectivo.

Es innegable que el marxismo-leninismo fracasó como productor de bienestar humano, sin olvidar que estuvo obligado a invertir más recursos en cañones que en pan y mantequilla. Creo que para el siglo XXI lo realista es pensar en un socialismo menos épico; un socialismo que luche por la seguridad de los trabajadores haciéndolos propietarios de algo, que estabilice su empleo, que nos haga a todos … socialistas pequeños burgueses.  

Notas
[1] Adam Smith, Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones. Volumen II. Fondo de Cultura Económica, México, 1958.
[2] La Corn Law protegia la producción inglesa de cereales. Su derogación creo desempleo y pobreza en las zonas rurales y una emigración hacia las ciudades que abarataba la mano de obra. Leer a Charles Dickens.
[3] “He tratado de demostrar, a través de toda esta obra, que la tasa de utilidades no podrá ser incrementada a menos que sean reducidos los salarios,  y que no puede existir una baja permanente de salarios sino a consecuencia de la baja del precio de los productos necesarios en que los salarios se gastan” David Ricardo, Principios de economía y tributación, Fondo de Cultura Económica, México, 1959, p. 101.
[4] Ean Weiller. Preface a Nouveaux Principes de Economie Politique, Calmann – Levy, Paris, 1971.
[5] Aristóteles, cuando analiza la constitución de Atenas, dice que eran considerados ciudadanos sólo aquellos que no ejercían labores manuales. En esa época – más aún que ahora- eso excluía a la gran mayoría de la población. Por eso luego informa que eran ciudadanos unos 20 mil habitantes, sobre una población de medio millón.
[6][6] Leer autores tan dispares como: José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas; Jack London, El talón de hierro; Maurice Duverger, Los partidos Políticos; Giuseppe Maranini, La constitución de Venecia; Tönnies, y tantos otros más.
[7] Karl Marx, Principes d’une critique de l’Economie politique, Ouvres I, Pléiade, pag. 261 y 262. Traducción propia.
[8] Karl Marx, Ibid, Ouvres II. Pag. 1682. Traducción propia
[9] Karl Marx, Ibid. pag. 175. Traducción propia.
[10] Para definir: el capital, el precio de la fuerza de trabajo, la plusvalía relativa, la reproducción simple, el proceso de producción capitalista, la acumulación de capital, la conversión primitiva del dinero en capital, el carácter antagónico de la producción capitalista y la noción del asalariado.
[11] Para definir capital constante y capital variable, movimiento circular del ingreso, la teoría de las crisis y el papel del crédito en los procesos de producción.
[12] Kart Marx, Ouvres II, pag. 751.
[13] Economista francés, fundador de la primera escuela sistemática de economía política y médico de Luis XV.
[14] Jean Charles Sismondi, Nouveax Principes de Economie Politique, Calmann-Levy, 1971, France. Pag. 54
[15] Jean Charles Sismondi, Sobre el equilibrio del consumo con la producción. Revue Encyclopédique, 1824.  
[16] Jean Charles Sismondi, Nouveau Principes … , pag 53