Foto: Alain Badiou |
1. Una filosofía del
acontecimiento
Alain Badiou se destaca dentro de la escena filosófica
contemporánea por ser uno de los pocos pensadores que se han opuesto con
tenacidad al pensamiento filosófico de tinte relativista que postula el fin de
las verdades, la caducidad de los grandes ideales (sobre todo, los políticos) y
el final de la filosofía. Por el contrario, el filósofo francés afirma que hay
verdades y que, en
consecuencia, la filosofía no está acabada, aunque tampoco pueda considerarse ya, como en otros tiempos, un saber autofundante. La filosofía es posible en nuestros tiempos, pero únicamente si se toma conciencia de que su desarrollo en torno a su categoría central de Verdad depende de ciertas condiciones exteriores a ella. En efecto, Badiou sostiene que:
consecuencia, la filosofía no está acabada, aunque tampoco pueda considerarse ya, como en otros tiempos, un saber autofundante. La filosofía es posible en nuestros tiempos, pero únicamente si se toma conciencia de que su desarrollo en torno a su categoría central de Verdad depende de ciertas condiciones exteriores a ella. En efecto, Badiou sostiene que:
antes de la filosofía, un ‘antes’ que no es temporal, existen las verdades. Estas verdades son heterogéneas, y proceden en lo real independientemente de la filosofía... Los cuatro lugares plurales donde se apoyan esas verdades son la matemática, el poema, la [invención] política y el encuentro amoroso. Tales son las condiciones fácticas, históricas o prerreflexivas, de la filosofía. (Condiciones58)
Estas condiciones que Badiou denomina procedimientos de
verdad se corresponden con cuatro ámbitos de pensamiento (la ciencia, el arte,
la política y el amor) que, según él, son los únicos susceptibles de producir verdades:
solo hay verdad artística, científica, política y amorosa (Manifiesto13-15).1A
su vez, se vale notar que estas verdades producidas por los cuatro procedimientos
son supernumerarias respecto de lo que se enuncia, de cada uno de ellos, en la
lengua de aquello que usualmente se denominan saberes (Wahl 26).Otro propósito
fundamental de la afirmación del Badiou a favor de la existencia de verdades es
discutir la postura dominante que afirma que en el mundo contemporáneo sólo
existen cuerpos y lenguajes. En este sentido, declara dicho contraste con una
expresión en el límite de la gramaticalidad: “no hay más que cuerpos y
lenguajes, sino que hay verdades” (Lógica de los mundos 20). De ese modo, el
filósofo francés desea señalar el complemento y, a la vez, la excepción que constituye
una verdad respecto de lo que hay, es decir, la evidente materialidad de los
diversos cuerpos y lenguajes; pues ella existe de modo incorpóreo y atraviesa
las lenguas existentes como una Idea en el sentido platónico (aunque aquí no se
declare que ella aparezca en otro mundo). Esa dimensión genérica y universal
propia de la verdad significa, dice Badiou (La ética 53), que ella es
necesariamente indiferente a la multiplicidad y a las diferencias de lo
existente, pues es la misma para todos: “dado que las diferencias son lo que
hay, y que toda verdad es un venir-a-ser de lo que aún no es, las diferencias
son precisamente lo que toda verdad depone, o hace aparecer como
insignificante”. Además, otro rasgo que el filósofo francés adjudica a las
verdades es que son eternas en el sentido de que, aunque se produzcan en un
tiempo empírico determinado, en cualquier otro tiempo o lugar continúa siendo
integralmente inteligible que ellas son excepciones (Lógica de los mundos51).
© Revista de Humanidades | Universidad Andrés Bello, Chile
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