John Holloway | En los últimos quince años, aproximadamente, se han desarrollado nuevas formas de lucha de la clase obrera en torno al Estado. El frente de batalla entre la clase obrera y el Estado se ha extendido a terrenos que rebasan ampliamente las zonas conflictivas consideradas tradicionales: las de conflictos en torno a la regulación de salarios y condiciones de trabajo y las de conflictos con la parte abiertamente represiva del aparato estatal. El crecimiento y especialmente la posterior reducción o restricción de los servicios sociales estatales que caracterizan al "Welfare State" (Estado del bienestar) han incrementado
enormemente los conflictos en torno al papel desempeñado por el Estado en los ramos de alojamiento, salud, transporte, educación, etcétera. Muchas de estas luchas se han desarrollado fuera de las formas tradicionales de organización de la clase obrera: muchas veces los partidos y sindicatos han parecido quedarse en la periferia de las cuestiones debatidas. Se ha tenido la sensación de estar desarrollando nuevas formas de lucha contra el Estado, pero también con frecuencia una gran confusión respecto a cómo debe entenderse el Estado contra el cual se dirigen estas luchas.
El desarrollo de nuevas formas de lucha de la clase obrera
es la contrapartida del desarrollo del Estado mismo. El crecimiento del
"Welfare State" y de la intervención del Estado y la proliferación
del empleo estatal han dado por resultado una creciente presencia del Estado en
la vida cotidiana. Más de la cuarta parte de la población trabajadora de
Inglaterra está ahora empleada por el Estado y en contacto diario con el Estado
en calidad de patrón. Para muchos de estos trabajadores (especialmente los
empleados en servicios públicos y no en las industrias nacionalizadas), el
hecho de que son empleados por el Estado (y no por el capital individual) es de
importancia fundamental en lo que atañe a la naturaleza de sus actividades
diarias. Pero evidentemente no son solamente los empleados estatales los
afectados: los trabajadores no empleados por el Estado también entran en un
contacto directo mucho más frecuente con el aparato estatal que antes. Esto es
más notoriamente cierto en los campos de actividad que atañen a la reproducción
de la fuerza de trabajo —educación, salud,
bienestar social, alojamiento—: todos estos ponen
al trabajador en contacto directo constante no tanto con el mercado cuanto con
las diversas partes del aparato estatal. Esto también vale para la esfera
inmediata de la producción. Aunque el contrincante inmediato de los
trabajadores empleados por capitales individuales sigue siendo el capitalista
individual, el Estado influye cada vez más en la relación entre capitalista y trabajador:
a través de la política salarial oficial, de la concesión de subsidios y
préstamos condicionados por "el buen comportamiento", de los acuerdos
de planeación, los reglamentos de seguridad, etcétera. Para un número cada vez mayor de socialistas, el Estado se ha
convertido en un problema de la práctica cotidiana.
Es indudable que son estos cambios los que explican el gran
aumento del interés por la teoría marxista del Estado en los últimos años. Para
aquellos socialistas a quienes su empleo y actividades políticas los sitúan en
contacto directo y rutinario con las diversas dependencias gubernamentales, entender
el Estado es una cuestión que tiene un sentido práctico directo en su vida
diaria. Y sin embargo, es difícil ver qué apoyo práctico pueden haber obtenido
de los recientes debates en torno a la teoría del Estado. Y esto no sólo por el
lenguaje en que se han desarrollado estas discusiones, factor que vuelve bastante
inaccesibles hasta las mejores contribuciones teóricas; también se debe a las cuestiones
de las cuales se han ocupado los teóricos: ¿En qué forma es capitalista el
Estado? ¿Cuáles son las limitaciones estructurales de la acción gubernamental?
¿Cómo se relaciona el gasto gubernamental con la reproducción del capital? ¿En
qué forma está determinado el desarrollo del Estado por las leyes de movimiento
del capital? Todas estas cuestiones son muy importantes, pero su relación con
la práctica política de los socialistas que trabajan en el Estado y en torno a
él es muy indirecta. La discusión del papel que desempeña el gasto
gubernamental en servicios sociales en la reproducción de capital, por ejemplo,
tiene indudablemente implicaciones políticas generales, pero es difícil ver su
interés y pertinencia para la práctica laboral cotidiana de un trabajador
social. Tampoco es posible ver en qué forma puede guiar al maestro o maestra
socialista en su enfrentamiento diario con los alumnos saber que el Estado es
capitalista, o la consigna de que hay que "aplastar al Estado". Una gran
parte de lo escrito sobre el tema del Estado ha tendido a acercarse al tema
desde arriba, tratando de responder a las preguntas que ha dejado sin respuesta
la teoría burguesa; o bien, en la medida en que ha examinado explícitamente las
implicaciones que para la acción de la clase obrera tiene el análisis del Estado,
ha tendido a concebir la lucha de la clase obrera exclusivamente en términos de
estrategia de partido. Por lo tanto, aunque el resurgimiento de la teoría
marxista del Estado ha recibido sin duda una gran parte de su impulso y apoyo
del desarrollo de nuevas formas de lucha (por lo general no de luchas de
partido) en torno al Estado y de los problemas e intereses del gran número de
socialistas que entran diariamente en contacto con el Estado, no parece
probable que la labor de los teóricos haya contribuido gran cosa al desarrollo
de estas formas de lucha.
Lo que necesitamos es una teoría del Estado en cuanto
práctica clasista cotidiana de la burguesía. Si la teoría del Estado ha de
tener alguna significación para quienes se enfrentan diariamente al gobierno, tiene
que ser capaz de arrojar luz sobre las prácticas de clase en proceso de
desarrollo que están implícitas en el Estado y sobre las posibilidades de
contrarrestarlas u oponerse a ellas.
Este trabajo no se propone resolver dichos problemas; sí se
propone en cambio elaborar, en forma todavía rudimentaria un marco dentro del
cual podamos comenzar a hablar de 'la práctica cotidiana del Estado y de las
luchas cotidianas de los socialistas contra el Estado.
Este trabajo es la formulación
individual del resultado de muchas discusiones colectivas dentro del marco del
CSE. Es, en particular, una elaboración crítica de dos trabajos anteriores, uno
del Cuts Group del CSE de Edinburgo, sobre la crisis del Estado y la lucha
contra las formas burguesas ("The Crisis of the State and the Struggle
against Bourgeois Forms") y otro mío sobre el Estado en cuanto práctica
clasista ("The State as Class Practice"). Sería una falta de honradez
dejar de reconocer mi deuda considerable con el trabajo realizado en
colaboración con Sol Picciotto, con el Cuts Group del CSE de Edinburgo (John
Macdonald, Richard Paine, OIga Stassinopou. los) y con el taller de fin de
semana Londres-Edinburgo (Cynthia Cockburn, Neil McInnes, Jeannette Mitchell,
Kathy Polanshek, London. Edinburgh Weekend Return Group), así como con quienes
se tomaron el trabajo de escribir comentarios sustanciales a artículos
anteriores: Simon Clarke, James Donald, Ben Fine, Bob Fine, el taller de
Frankfurt (Frankfurt state group), Bob Jessop y Mike Williams. Puesto que la mayoría
de los comentarios eran críticos es evidente que la responsabilidad por este
trabajo es mía. Algunas de las ideas aquí esbozadas se desarrollan más
ampliamente en Edinburgo (1978), Londres-Edinburgo (1979) y Holloway (1979),
aunque el presente ensayo critica las versiones anteriores en varios aspectos.
Texto presentado por el autor
en el Coloquio sobre el Estado en el capitalismo contemporáneo, que tuvo lugar
en la Universidad Autónoma de Puebla en octubre de 1979 y al cual acudió
invitado por la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la
UAM-Iztapalapa. Organizaron esta reunión, además de las dos instituciones ya
mencionadas, las siguientes: División de Estudios de Posgrado de la Facultad de
Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. División de Estudios Superiores de la
Facultad de Economía de la UNAM, Instituto de Investigaciones Sociales de la
UNAM y Centro de Estudios Marxistas.
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