“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

18/6/15

Charles Darwin: el naturista que revolucionó la biología

Charles Robert Darwin fue quizá, el naturalista más destacado de la historia de la biología. En su ya célebre obra El origen de las especies por medio de selección natural configuró el andamiaje teórico más coherente para explicar el devenir histórico de los organismos vivos esbozado hasta ahora

Charles Darwin
Artemisia Synchroma

Jimena Vergara   |    Darwin nació en Shrewsbury, Inglaterra, el 12 de febrero de 1809 en el seno de una familia protestante de la emergente burguesía inglesa. Realizó sus estudios profesionales en la Universidad de Edimburgo en medicina pero, a la larga, se encontraría decepcionado por la práctica médica. Aún así, tuvo importantes influencias intelectuales en Edimburgo donde aprendió taxidermia, geología, anatomía. Siguió de cerca los debates teóricos del llamado materialismo radical inglés y estuvo al tanto de la teoría evolutiva propuesta por Lamarck. Decepcionado por los mediocres resultados obtenidos como médico, su padre lo envió a Cambridge para titularse en letras con el propósito de formarlo como pastor anglicano.

Lejos de tomar el camino del sacerdocio, su estancia en Cambridge le permitió familiarizarse con tres obras que marcarían su pensamiento: la Teología Natural de Paley, Un discurso preliminar en el estudio de la filosofía natural de Herschel y el Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente de Humboldt.

Impulsado por el instinto aventurero de los naturalistas del siglo XIX, Darwin decidió embarcarse a la América del Sur en el navío comandado por Robert Fitzroy llamado el Beagle. Fue en este viaje donde el naturalista inglés recuperaría toda la información empírica necesaria para forjar, al calor de los años, su teoría de la evolución biológica de las especies; mientras consumía las elaboraciones de geólogos destacados como Lyell o destacados eruditos como Maltus.

El origen de las especies por selección natural, vería la luz en una primera publicación de 1859, que se agotó apenas en una semana en todas las librerías de Inglaterra. La trayectoria profesional de Darwin, se dio en el contexto de la Inglaterra victoriana, el momento en el cual el capitalismo inglés llegaba a su máximo desarrollo con la consumación y extensión de la revolución industrial y su configuración imperial a escala europea. Si bien se trataba de una sociedad desgarrada en las clases sociales del capitalismo moderno, rígida y disciplinaria - basada aún en el poder de la aristocracia-, la burguesía inglesa disputaba un lugar preponderante en la vida social, económica e intelectual.
El mundo biológico también tiene historia
Las clases dominantes de la Europa feudal, que se colapsaban con el advenimiento de la revolución industrial y la emergencia del capitalismo, impusieron una concepción del mundo fijo e inmutable. Los intelectuales entonces, debían dedicarse a la contemplación de la creación divina. Los evolucionistas del siglo XIX, plantearon la idea simple pero revulsiva de que los organismos, incluido el ser humano, son entidades en constante transformación y que el relato del mundo biótico cuenta su propia historia.

En El origen de las especies, Darwin llevó esta idea más lejos planteando que, la lucha por la supervivencia de los organismos vivos – basada en el límite de los recursos disponibles y el aumento demográfico- y la existencia de características biológicas aptas para determinados entornos hace que la sobrevivencia de las entidades biológicas sea diferencial: solo los organismos más aptos a determinados entornos, son capaces de sobrevivir. A este fenómeno, Darwin lo llamó selección natural.

Darwin atinó en plantear que existían variaciones –dadas por el azar–, que además de proveer ventajas adaptativas a los organismos pueden ser heredadas, transmitidas de generación en generación. De la selección natural y la transmisión hereditaria se desprende la evolución, que se da en forma copiosa y gradual.

Muchas veces en la historia, esta concepción de selección natural ha sido distorsionada por discursos fascistas con un claro componente racista. El ejemplo más acabado es el del Nazismo, que justificó el genocidio de millones de judíos, negros, homosexuales, gitanos y comunistas apelando a la “supervivencia del más apto”.
Convergencias entre Marx y Darwin
Marx y Darwin, aunque contemporáneos, tuvieron poco contacto entre ellos. En realidad, Marx fue fuertemente influido por la teoría de Darwin pero no viceversa. Sus convergencias, radican fundamentalmente en una concepción del mundo común y una filosofía compartida, consciente o inconscientemente. En El Capital, Marx plantea que “Darwin ha despertado el interés por la historia de la tecnología natural, esto es, por la formación de los órganos vegetales y animales como instrumentos de producción para la vida de plantas y animales” y adopta para sí, la empresa de forjar “la historia de los órganos productivos del hombre en la sociedad, a la base material de toda organización particular de la sociedad”.

Pero si algo hace converger a estos dos grandes revolucionarios decimonónicos es que lograron aprehender la realidad natural (en el caso de Darwin) y la realidad social (en el caso de Marx) de un modo profundamente dialéctico.

Esto se verifica, en primer lugar, en que ambos concebían al mundo en constante movimiento. Un mundo donde nada es inmutable y está en constante transformación. Parafraseando a Levins y Lewontin, el de Darwin y Marx es un mundo donde las constantes se vuelven variables, las causas efectos y los sistemas – biológicos o sociales-, se desarrollan a tal punto que destruyen las condiciones de posibilidad que permitieron su surgimiento.

La defensa de esta concepción del mundo social y del mundo biológico, tiene enormes implicaciones en la actualidad; por un lado porque, al interior de la teoría evolutiva contemporánea, muchos son los que de forma explícita o implícita intentan socavar los fundamentos de una teoría dinámica y holista de la evolución mientras surgen voces para prohibir la enseñanza de la teoría evolutiva y educar a las nuevas generaciones en el más fragante creacionismo.

También porque, lejos de la idea impuesta por las clases dominantes de nuestra época de que el capitalismo es inmutable e imperecedero, Marx ha develado para las clases desposeídas que este puede ser destruido y que en su seno, yacen las características de una sociedad transformada, sin explotación ni opresión.
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